David Foster Wallace: The Infinite Jest. Little, Brown & Co. Boston: 1996. [Versión en castellano, La broma infinita, Marcelo Covián (tr.) y Javier Calvo (rev.). Barcelona: Mondadori, 2002].
Después de The Ring (Verbinski, 2002) la idea de que los personajes de una novela o película mueran tras ver una cinta de vídeo nos resulta bastante familiar.
Es sabido por todos los aficionados a Foster Wallace que el protagonista de La broma infinita es un corto del mismo título capaz de absorber al espectador hasta dejarlo catatónico y llevarlo hasta una atractiva «muerte cerebral por placer».
Un grupo terrorista, Los asesinos de las sillas de ruedas, busca la cinta para ofrecerla al público estadounidense tal y como los grandes cárteles del narcotráfico llevan al consumidor americano metanfetamina, cocaína o marihuana. Si existe la demanda, ¿el bueno es el que prohíbe y el malo el que trafica? 🙂
Es Foster Wallace, así que ese peligroso entretenimiento no puede ser una simple broma, tiene que ser una metáfora.
En principio parece aludir a cómo nuestra civilización está sucumbiendo a la proliferación viral de imágenes en la era de internet. En términos de Baudrillard, Foster Wallace podría estarse refiriendo a la muerte de lo real a manos del simulacro, uno de cuyos efectos más llamativos es la transformación de la política en un juego vacío de contenido. Un escenario distópico como el que El Roto describe en esta viñeta.
Las pantallas en la novela tienen dimensiones gigantescas, ocupan paredes enteras, se «abalanzan» sobre los personajes. Ya lo intuyó Truffaut hace décadas en su adaptación al cine de la novela de Ray Bradbury Farenheit 451.

Esta interpretación es demasiado fácil. Creo que los efectos de esa cinta de vídeo se parecen más a los de la adicción a sustancias como el opio o la heroína, que dejan al usuario encerrado en un mundo de ensueño hasta que termina por olvidar su propio cuerpo.

No es casualidad que uno de los escenarios más recurrentes en la obra sea la Clínica de Desintoxicación Ennet, situada junto a la Academia Enfield de Tenis.
Si mi hipótesis es correcta, la referencia literaria más adecuada para entender el tema central de la novela son los reptiles milenarios de las pesadillas de Thomas de Quincey en Confesiones de un inglés comedor de opio.
Tanto el director del corto como su protagonista son adictos como también lo fue Foster Wallace a la escritura (¡esa manía con las notas a pie de página!). Creo que uno de las cuestiones esenciales de la novela es mostrar la relación íntima entre la adicción a determinadas sustancias y la tarea del escritor.
Para Foster Wallace, ser escritor parece ser, en definitiva, una variante del delirio obsesivo del adicto.
Quería añadir un detalle más a esta entrada: la mayor dificultad para la lectura de La broma infinita en castellano es la traducción. Un ejemplo: en ese extraño tiempo futuro en que se ambienta la novela los años son patrocinados por grandes multinacionales, del mismo modo que la estación de metro de Sol en Madrid es ahora la estación Vodafone Sol. El año en que se desarrolla la novela es el Año de la Ropa Interior para Adultos «Depend». Ahora bien, la traducción habla de tiempo «subsidiado» y no patrocinado, lo cual es un error garrafal que se repite hasta la saciedad.
- David Foster Wallace: La broma infinita I. Acercamiento nº 1.
- David Foster Wallace: La broma infinita II. Acercamiento nº 2.
- David Foster Wallace: La broma infinita III. Conjetura nº 1.
- David Foster Wallace: La broma infinita IV. Conjetura nº2.
- David Foster Wallace: La broma infinita V. Acercamiento nº 3.
- David Foster Wallace: La broma infinita VI. Acercamiento nº 4.
- David Foster Wallace: La broma infinita VII y final. Acercamiento nº 5.
Me gusta el nuevo aspecto de Aula de Filosofía. Destacas a Platón y algunas publicaciones sobresalientes en información.
Un saludo cordial.
¡1075 seguidores y más de 4 millones de visitas!
Hay un lado bueno de la Red que debe darte ánimos, amigo.
Gracias.
Hay otro error garrafal de traducción casi tan repetido o más que el tiempo subsidiado, y es la «diseminación» de los contenidos audiovisuales, en vez del español «difusión». Es terrible en una historia que, por ser futurista, puedes pensar que son neologismos premeditados, y resultan ser terribles errores de traducción literalista. No me extraña que se haya editado una nueva traducción este año 2017, espero que sea un poco más profesional, pero no la encontré y la edición que he tenido que leer es la antigua. Aún así mereció la pena.
Magnìfica novela, muy ambiciosa y diabólicamente profunda y retorcida, muy en la línea de la gran última novela americana de los Pynchon y DeLillo, posiblemente escesivas en su laberíntica locura argumental y lingüística que dificulta mucho su acceso a los lectores menos entrenados, pero que compensa el enorme esfuerzo con hallazgos que te cambian (un poco al menos) la vida, como toda gran obra literiaria debe hacer.
Estupenda página de filosofía aplicada, enhorabuena y gracias.
Gracias a ti Rafael por dejar tu comentario. No sabía lo de la nueva traducción. Buena noticia.
Saludos cordiales.