Don DeLillo: Underworld (1997)

A veces veo cosas tan conmovedoras que sé que debo marcharme. Contémplalas y vete. Si te quedas demasiado tiempo, desgastas esa muda conmoción. Ámalas, confía en ellas y vete. (p. 94)

Don DeLillo: Submundo. Gian Castelli (tr.) Barcelona: Seix Barral, 2009.

Una hipótesis metafísica amenazante es el hilo conductor de esta obra maestra de Don DeLillo.

Platón recomendaba salir de las profundidades de la caverna para contemplar la auténtica realidad en el exterior. En algún lugar del cielo, decía, existe la realidad verdadera, inextensa, inmutable e intemporal. La tarea del filósofo es preparar su mirada para soportar la luz de las Ideas.

Nietzsche dijo que toda esa historia era una patraña, un síntoma de vida descendente, de debilidad. Quien no está capacitado para asimilar el devenir y el caos busca consuelo y refugio en otro mundo. Sin embargo, paradójicamente, el peso de este otro mundo inmaterial es abrumador: ha cercenado la voluntad de vivir de la humanidad durante generaciones.

Creo que no hay que tomar a Platón tan en serio como lo hace Nietzsche. En el fondo el filósofo griego era un demagogo: sus mitos son siempre artimañas políticas para legitimar el gobierno del rey-filósofo. Son mitos que funcionan como estrategias para persuadir y domar a la mayoría en beneficio de un orden totalitario. Piénsese en el mito de Er, por ejemplo.

De todos modos, la filosofía de Nietzsche concluye en verdadera desesperación: ahora que ha desaparecido ese otro mundo en el cielo qué demonios, se preguntaba, hacemos con este. El eterno retorno, la voluntad de poder, el superhombre y demás enigmas que dinamitaron el siglo XX.

Han pasado más de cien años desde que Nietzsche perdió la lucidez mientras abrazaba a un caballo en Turín pero el ansia metafísica perdura intacta en la literatura, la filosofía y el arte. Platón estaba en lo cierto respecto a la dualidad del mundo (apariencia y realidad) pero se equivocó al orientar la mirada hacia arriba. Arriba no hay nada. Hay que mirar hacia abajo. Este es el punto de partida de Submundo. Nuestra verdad y nuestra naturaleza es subterránea y titánica. Prometeo es nuestro alter-ego.

Los dioses que habíamos inventado enterraron a los titanes bajo tierra. A mediados del siglo XX el ser humano los liberó y nos están devorando como Cronos hiciese con sus hijos.

Es titánica la belleza del hongo en una explosión nuclear. La destrucción total, la amalgama heterogénea que deja a su paso la onda expansiva es algo fascinante y divino.

…el sol saliendo por el lado contrario y los árboles arrojando la sombra hacia donde no es, el espectáculo de átomos liberados de sus fuerzas, la nube de condensación instantáneamente formada sobre la onda de choque, diríase que pulcramente centrada, y la onda visible que se aproxima, y el viento bíblico que arrastra arbustos de salvia, arena, sombreros, gatos, piezas de automóviles, preservativos y serpientes venenosas que pasan volando bajo la aurora del desierto? (p. 453)

La primera detonación documentada de un artefacto nuclear  en la Unión Soviética tuvo lugar el 24 de septiembre de 1951 (Segundo Relámpago, Joe 2 o RDS-2). Plutón.  dios de los muertos y señor del mundo subterráneo había emergido a la superficie.

A través de dos personajes históricos antagónicos relata DeLillo la reacción del público estadounidense al ensayo nuclear soviético: J. E. Hoover y Lenny Bruce.

Inventa DeLillo que J. E. Hoover, siniestro director del FBI en tiempos de la Guerra Fría, se enteró el día 3 de octubre de 1951 mientras asistía a un espectáculo deportivo, la mítica e inesperada victoria de los Yankees sobre los Dodgers. Alguien en una tribuna superior arranca páginas de un ejemplar de la revista Life y las arroja sobre los espectadores de las primeras filas. Sobre Edgar Hoover cae por azar la reproducción de El triunfo de la muerte que Brueghel el viejo pintó en 1562. 

Sobre la tierra rojiza y pardusca desfilan ejércitos de esqueletos. Hombres empalados en lanzas, colgados de horcas, clavados en ruedas de púas previamente aseguradas en árboles desnudos, cuerpos abiertos a los cuervos. Legiones de muertos que forman tras escudos hechos de tapas de ataúdes. La muerte en persona a lomos de un jamelgo esquelético, en busca de sangre, la guadaña presta mientras acucia a aturdidas masas de gente en dirección a la entrada de quién sabe qué trampa mortal, una construcción extrañamente moderna que podría ser un túnel de metro o un pasillo de oficinas. Un fondo de cielos cenicientos y naves en llamas. (…) Estudia la carreta llena de calaveras. De pie en el pasillo, contempla al hombre desnudo perseguido por los perros. Observa el perro esquelético que mordisquea al bebé que la muerta sostiene en sus brazos. Son sabuesos flacos, alargados y muertos de hambre, perros de guerra, perros infernales, perros de cementerio infestados de ácaros, de tumores perrunos y de cánceres caninos. (…) Sí, los muertos caen sobre los vivos. Pero comienza a darse cuenta de que los vivos son pecadores. Los jugadores de naipes, los amantes que juguetean, ve al rey envuelto por un manto de armiño y con su fortuna almacenada en los toneles. Los muertos han venido a vaciar las cantimploras de vino, a servir calaveras en bandeja a la gente de bien durante el almuerzo. Ve gula, lujuria y codicia.

A Edgar le encanta todo esto. Edgar, Jedgar. Admítelo: te encanta. Hace que se le ponga de punta el vello corporal. Esqueletos con pollas ahusadas. Muertos tocando los timbales. Muertos enfundados en sacos de arpillera rebanándole el pescuezo a un peregrino. (46 y ss.)

La pintura de Brueghel es una señal de las pruebas atómicas que han tenido lugar en Kazajistán. Lo que inquieta al director del FBI sobre la bomba  soviética son sus consecuencias subterráneas e incontrolables. Famoso por conocer los secretos de todos los personajes influyentes de América se encuentra indenfenso ante las posibilidades futuras que abre cada detonación.

Por cada detonación atmosférica, por cada atisbo que obtenemos de a fuerza desnuda de la naturaleza, ese extraño globo ocular deshabitado que explota sobre el desierto, por cada una de ellas calcula que hay un centenar de tramas que corren a enredarse y multiplicarse bajo tierra. (p. 57)

DeLillo insiste más adelante en interpretar otra pintura extraña de Brueghel, Juegos de niños (1560). Considera que esos niños extraños, deformes, son premonitorios del espectáculo brutal que podemos encontrar en una clínica de irradiados.

Peter Brueghel el Viejo, Juegos de niños (1560)
Peter Brueghel el Viejo, Juegos de niños (1560)

Ignoro lo que dice la Historia del Arte de este cuadro. Pero para mí no es tan distinto del otro Bruegel famoso, ejércitos de muerte desfilando por el paisaje. Los niños son gordos, retrasados, un poco siniestros para mí. Es como una especie de amenaza, como una locura. Kinderspielen. Parecen enanos haciendo algo horrible. (p. 748)

Durante cuarenta años los soviéticos realizaron pruebas en Kazajistán cuya radioactividad afectó a poblaciones enteras. Se trataba, en parte, de estudiar los resultados de la misma sobre la población civil. Tampoco Estados Unidos resistió puntualmente a la tentación de tan brutal experimento. Sin embargo, la desidia soviética provocó una orgía de mutaciones genéticas que DeLillo describe en la visita del protagonista a una clínica para mutantes: piel donde debería haber ojos, enanos que arrastran sus camisetas por el suelo, bultos dotados de vida propia…

En octubre de 1962, durante la crisis de los misiles de Cuba, el comediante Lenny Bruce gritaba «Vamos a morir todos». Era mucho más que stand up comedy. En términos paradójicamente hegelianos, en los monólogos de Lenny se manifestaba el espíritu deforme de la época, el peligro nuclear inminente. Fue arrestado en tres ocasiones por obscenidad. Sus monólogos eran una especie de jazz hablado, hard bop, en los que todos los ídolos eran arrasados como si el propio Lenny fuese la onda expansiva de una detonación nuclear. Murió de sobredosis en 1966.

DeLillo inventa un monólogo irreverente de Lenny que terminará convirtiéndose años después en el núcleo de su novela apocalíptica Punto Omega. En esta obra el tiempo es una corriente cuyo fin es devolver el mundo a su estado originario de perfección, sin seres humanos. Por eso Submundo termina con un párrafo de una sola palabra, «Paz». La influencia del pensamiento de Baudrillard es evidente en este y otros muchos aspectos de Submundo.

Bien. Se trata de una virgen analfabeta y de ojos tristes que vive en un burdel de uno de los distritos más pobres de San Juan. Posee un talento especial que no tiene nada que ver con el sexo per se. Una especie de número de salón, ¿vale? Los hombres pagan la mitad de su salario semanal para entrar juntos a una habitación desnuda del sótano donde la chica, inocente y de piel suave, se levanta la falda, se baja las bragas, arrebata a la madame un cigarrillo encendido y se inserta el filtro en el chocho. Los hombres la contemplan con la boca abierta. Se trata de un Kent largo con filtro de micronita. Luego, encoge los músculos de sus labios, o lo que sea, e inhala, por así decirlo, vaginalmente; a continuación, se retira el cigarrillo y comienza a expulsar una serie de magníficos aros de humo. Los hombres dejan escapar una exclamación ahogada. Perfectos círculos redondos que se alzan de su lanoso sexo, aún fino y poco poblado.
El público de Lenny no dejó escapar una exclamación ahogada como hicieran los hombres del burdel, pero sobre la sala se aposentó una especie de inquietud subrayada por alguna que otra risa nerviosa aquí y allá.
Algunas personas interpretan el don de la muchacha desde un punto de vista religioso. Piensan que es una profecía, un signo del cielo de que el mundo está a punto de acabarse. Dios ha elegido a una pobre huérfana, analfabeta y mal alimentada, para transmitir un profundo mensaje al mundo. Porque, ¿acaso no es posible que todas aquellas oes que expulsa su útero se refieran a la letra griega que representa El Fin? Otros, periodistas, científicos, sacerdotes, dicen… son hombres que han acudido al burdel para ser testigos del acontecimiento y dicen que los aros que está expulsando no son representaciones de la letra griega Omega. Son simples oes de sopa de letras, por muy perfectamente formadas que estén. Esa gente dice que cuando la muchacha sea capaz de expulsar omegas griegas de verdad, con su forma de herradura ¿entienden?, la rebaba a cada lado de la abertura, que entonces empezarán a creer en milagros.  (pp.691-692)

Por fin es nuestro el fuego originario de los dioses. Las primeras bombas de fisión dieron paso a las todopoderosas bombas de hidrógeno donde la fusión de átomos desata una energía tal que funde en una amalgama innombrable todo rastro humano con una rapidez inimaginable. Las consecuencias de las armas nucleares no son sólo las 2053 detonaciones entre 1945 y 1998 sino que la bomba se ha vuelto viral.

Los fenómenos que DeLillo ofrece como prueba de la influencia metafísica del poder nuclear son la muerte de lo real y la historia a manos de la avalancha de imágenes o el triunfo del simulacro, la transformación del planeta en un gigantesco vertedero, el totalitarismo del capital y simultaneidad vertiginosa de Internet que anula todo significado. Desarrollo a continuación cómo explica DeLillo estos cuatro epifenómenos del robo del fuego a los dioses.

La acelaración de la historia, la acumulación vertiginosa de acontecimientos e imágenes, la realidad transformada en simulacro ha devenido en la muerte de lo real, el «crimen perfecto» (Baudrillard, dixit). Son muy pocas las imágenes que conservan la densidad metafísica o el aura sagrada de la que hablaba Walter Benjamin. Según DeLillo, ese honor corresponde, entre otras, a la película Zapruder. El asesinato de J.F.K. tuvo lugar en 1963 pero la cinta no se hizo pública hasta 1969 y sólo en 1975 fue emitida para el gran público por la cadena ABC. DeLillo explica que no puedes dejar de mirar, que tiene un «realismo abrasador». Es como el hongo nuclear, viene de las profundidades, es «más real que lo real».

Las cosas que te rodean tienen un aspecto ensayado y estratificado y cosmético. La cinta es hiperrealista, o acaso es hiporrealista como preferirías definirla. Es lo que subyace bajo el fondo raspado de todas las capas que has añadido. Y ése es otro motivo por el que sigues mirando. La cinta posee un realismo abrasador. (p. 173)

…era algo completamente nuevo, entiendes, suprimido durante todos estos años, aquél era el famoso disparo a la cabeza y tenían que enfrentarse a su impacto: aparte del hecho de que era al presidente a quien disparaban, más allá de los límites externos de este hecho, tenían que contender con el impacto que cualquier disparo de alta velocidad y de cierta ingeniería letal es capaz de producir en una cabeza humana, y la rotura de los tejidos y del cráneo suponía una revelación terrible.
Y, oh mierda, oh Dios, había procedido de delante, ¿no es cierto?  (p.536)

Otro síntoma de  la viralidad del fuego nuclear es la omnipresencia de la basura. La enterramos, especialmente los desechos radioactivos. Pero es inútil, emerge de las profundidades. En esta economía basada en la novedad y el consumo compulsivo, la basura, dice DeLillo, terminará por sepultarnos a todos. Además, armas y desechos son mellizos místicos, diabólicos, titánicos: desde las hachas de sílex a los contenedores de uranio. Constituyen la historia secreta, «la infrahistoria» de la humanidad.

La paradoja surrealista que expone DeLillo sobre el origen de la cultura consiste en que la civilización no comenzó pintando cuevas, mirando las estrellas y filosofando. En realidad, primero nos rodeó la basura y luego creamos una civilización para detenerla.

La civilización no había surgido y florecido mientras los hombres tallaban escenas de caza en verjas de bronce o susurraban filosofía bajo las estrellas, con la basura como una ramificación fétida que barres y olvidas. No, la basura había florecido en primer lugar, incitando a la gente a construir una civilización como respuesta, como autodefensa. Teníamos que encontrar modos de eliminar nuestros desechos, de utilizar lo que no podíamos eliminar, de reprocesar lo que no podíamos aprovechar. La basura se defendía. Se acumulaba y se extendía. Y nos forzaba a desarrollar la lógica y el rigor que nos conduciría a sistemáticas investigaciones de la realidad, a la ciencia, el arte, la música y las matemáticas. (p. 315)

A través del arte es como a finales del siglo XX hemos empezado a ser conscientes del problema e intentado ponerle freno. Klara Sax, alter-ego de Tracey Emins, crea sus obras a partir de restos que recoge en los vertederos. La llaman la Doña Basuras y La señora de las bolsas.

Tracey Emin: My bed
Tracey Emin: My bed, premio Turner de 1999.

Una de las imágenes más hermosas de Submundo es el espectáculo aéreo del proyecto artístico de Klara Sax. Tras terminar la Guerra Fría todos los B-52 que sobrevolaban las fronteras de la Unión Soviética se convirtieron en chatarra. Así que la artista los reclama al ejército, los ordena en el desierto y los transforma en una orgía de color. Es una obra que puede incluirse en el movimiento artístico land-art, cuyo ejemplo más conocido es Spiral Jettty (1970) de Robert Smithson.

Ya pinté un colchón y algunas sábanas. Se había terminado mi segundo matrimonio y pinté la cama al efecto. Sea como fuere, sí, ahora me dedico a los bombarderos B-52 de largo alcance. Estoy pintando aeroplanos de cincuenta metros de largo, aviones que solían transportar bombas nucleares. (…) Quiero decir que en esta traslación de objetos pequeños a objetos muy grandes, durante los años que he tardado en encontrar estas máquinas abandonadas, desde todo eso, estoy redescubriendo la pintura. Y me siento ebria de color. Sexualmente obsesa. Lo veo en sueños. Lo como y lo bebo. Soy una mujer enloquecida por el color. (p. 79)

Robert Smithson: Spiral Jetty (1970)
Robert Smithson: Spiral Jetty (1970)

También reconvirtió la basura en arte Simon Rodia al edificar durante treinta años de trabajo solitario las Torres Watt en Los Ángeles.

Simon Rodia Torres Watt
Simon Rodia Torres Watt

El graffiti es otra de las esperanzas de DeLillo. Su personaje Moonman, conectado el archiconocido Banksy, decora vagones de metro para que todo el mundo pueda ver cuál es la realidad en que vive: «es el arte inquieto y destellante de los barrios bajos y de los vertederos, asaltándote el rostro con sus colores: como diciendo yo soy tu película, cabrón». (p.484)

El tercer fenómeno que demuestra las consecuencias virales del poder atómico es el giro que ha tomado el capital. Usando términos propios de Baudrillard, DeLillo pone en escena el carácter esotérico y ficticio que ha adquirido el dinero una vez que se ha desvinculado de las nociones de valor de uso y valor de cambio. El capital arrasa cualquier singularidad cultural. Resistirse a esta aniquilación total es, según explica DeLillo en su ensayo In The Ruins of The Future (2001), el motivo del ataque al World Trade Center . Pero la onda expansiva del capital es irrefrenable. 

Por último, la manifestación más radical de la destrucción nuclear es Internet, el ciberespacio. Ya no sabemos si este contiene al mundo o es el mundo el que lo contiene. Allí, en la World Wide Web, en el mundo virtual, no existe espacio ni tiempo porque el tiempo, le guste o no a Einstein, el tiempo está intrínsecamente ligado al cuerpo humano que envejece.

En el ciberespacio todo está hiperconectado, todo es simultáneo, todo está fusionado. Tiene el poder de la Bomba de Hidrógeno, la Bomba de Fusión. Ese es el fantasma que recorre la red, «un fulgor, una opulenta fuerza de empuje que parece fluir de un billón de nodos distantes.»

Para terminar, Submundo es una obra maestra donde DeLillo funde con acierto literatura y filosofía.

11 comentarios en “Don DeLillo: Underworld (1997)

      1. De esta mujer me atrae casi más su mirada. Quiero decir; hace mucho contraste con sus manos. Es como si una de las dos cosas no le perteneciera.

  1. Magnífica entrada a la altura de una obra fantástica. Quizá, junto con White Noise (Ruido de fondo) y Americana, su mejor novela. Aunque es difícil escoger solo alguna.

    ____

    Como no sé muy bien dónde preguntarle, ¿conoce usted algún libro accesible para acercarse al Tratactus? ¿alguna recomendación previa?

  2. Buenos días

    He leído Ruido de fondo, El hombre del salto y Punto omega.

    Me querría leer un par de Delillos este verano. Por lo que comenta me lanzaré a por Submundo y a por Mao II. Y si sigue la racha quizá atrape Body art.

    Me gusta Delillo y las problemáticas que aborda: política contemporánea, definición del arte, el problema del tiempo…

    Un saludo!

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