Jean Baudrillard: ¿Por qué todo no ha desaparecido aún? (2007)

baudrillard-por-que-no-ha-desaparecido-todo-aunJean Baudrillard: ¿Por qué todo no ha desaparecido aún? Gabriela Villalba (tr.). Argentina: Libros del Zorzal, 2009

Este libro reúne dos textos breves del último Baudrillard: «¿Por qué todo no ha desaparecido aún?» (2007) y «Carnaval y caníbal o el juego del antagonismo mundial» (2004).

Si existe algún límite o no a la desaparición de lo real es el tema que aborda Baudrillard en el primero de los textos. Utiliza una sencilla analogía que relaciona la evolución de la fotografía analógica al universo digital con la relación del ser humano y la inteligencia artificial.

El viejo negativo fotográfico es la huella de una ausencia pero aún se refiere a algo. Sin embargo, la fotografía digital re-crea la realidad en un fluir autorreferente de imágenes. Su poder de simulación es tal que lo real se desvanece.

Las raíces de este proceso podemos hallarlas, por ejemplo, en el modo científico de aproximarse al mundo: el análisis. Al mismo tiempo que da sentido al mundo con sus leyes matemáticas inicia un proceso de disolución. «Analizar significa literalmente disolver». Si profundizamos más, podremos observar que el mismo mecanismo se halla detrás del uso del lenguaje. En el momento en que nombramos algo hacemos que exista pero también que se precipite hacia la nada. Así, la lucha de clases existe a partir de que Marx la conceptualiza pero a continuación no hace sino perder intensidad. Lo mismo ocurre con el inconsciente de Freud.

La evolución del mundo moderno, asentada en la «lucha de contrarios», en las contradicciones internas del capital, termina por crear un universo tecnológico en el que ya no es necesaria la dualidad. La realización definitiva de la evolución tecnológica implica el triunfo de la Luz y del Bien pero, al mismo tiempo, la desaparición de lo humano. Lo propio de todo ser vivo es no ir hasta el límite de sus posibilidades pero esto no es cierto para el objeto técnico.

Un ejemplo paradigmático de esta mutación es el arte moderno. Sólo pudo sobrevivir destruyéndose a sí mismo. Este era un desafío capital que se ha cumplido con creces, tanto que «hoy el arte, aunque ha desaparecido, no lo sabe y, lo que es peor, prosigue su trayectoria en estado de coma irreversible». 

El estadio supremo de la evolución es el exceso de realidad hecho posible por el fluir irresistible de número binarios. Pero, al final de este proceso, ya no hay representación posible, no hay hueco para el ser humano. Todo es perfectamente objetivo. El ser humano sobrevive sólo como un miembro fantasma.

Baudrillard insiste en que, a través de lo digital, se quiso liberar a la imagen fotográfica de las ataduras y limitaciones de la realidad y el resultado fue un fluir de imágenes binarias que excluye tanto al ser humano que se representa el mundo a través de la fotografía como a la realidad. La inteligencia digital, que nos libera de nuestras limitaciones, dará paso a una individualidad desligada de las coacciones de la historia o el libre albedrío. Es el reino de la objetividad pura que el hombre alcanza sólo al precio de su propia desaparición.

Estas ideas son las que impregnan la obra de Philip K. Dick. El trasfondo filosófico del relato «Do Androids Dream of Electric Sheep?» es la pregunta ¿por qué todo no ha desaparecido aún? que remite a la clásica ¿por qué algo en lugar de la nada?. 

DoAndroidsDream

Nos fascina la desparición de lo real. Es suficiente observar cómo disfrutamos del cine centrado en eventos apocalípticos. Pero, al mismo tiempo, nos intriga cómo este orden mundial tecnológico que ha abrazado al planeta es tan sensible a episodios menores como atentados terroristas o las imágenes de Abu Ghraib.

La respuesta de Baudrillard es la DUALIDAD. Todo no ha terminado aún porque si bien el hombre es capaz de programar su propia desaparición también lo es la máquina. La dualidad es una regla inviolable del orden de las cosas.

Así, pues, si su propia duplicidad abandona al hombre, entonces los roles se invierten: la que descarrila, falla y se vuelve perversa, diabólica, ventrílocua, es la máquina. La duplicidad pasa alegremente al otro lado.
Si la ironía subjetiva desaparece -y en el juego digital lo hace-, entonces la ironía se hace objetiva. O se hace silencio.
Al principio era el Verbo. Sólo después vino el Silencio.
El final mismo ha desaparecido…
(p. 42)

«Carnaval y caníbal o el juego del antagonismo mundial» gira en torno al conocido «choque de civilizaciones«. La exportación a todo el mundo de los valores técnicos, económicos y políticos de Occidente tiene resultados paradójicos. En un primer momento, estos valores se adaptan a cada cultura singular en una especie de extraño carnaval, en la deformación de esos valores hasta volverlos irreconocibles.

AFGHANISTAN. 2004. Voting during Afghan Presidential Elections
AFGHANISTAN. 2004. Voting during Afghan Presidential Elections

A continuación, ese poder mundial que ha exportado universalidad, uniformidad y derechos humanos es canibalizado por aquellos a los que quería someter. Para ilustrar este proceso Baudrillard cuenta una simpática anécdota.

El prototipo de esta canibalización silenciosa -su escena primitiva en cierto modo- sería aquella misa solemne de Recife, en Brasil, en el siglo XVI, donde los obispos que habían venido expresamente desde Portugal para celebrar su conversión pasiva son devorados por los indígenas, por exceso de amor evangélico (el canibalismo como forma extrema de la hospitalidad). Los indígenas, primeras víctimas de esta mascarada evangélica, van espontáneamente hasta el límite y más allá: absorben físicamente a aquellos que los absorbieron espiritualmente. (p. 43)

Sin embargo, la estrategia del Nuevo Orden Mundial es mucho más poderosa que la de esos misioneros. Antes de exportar sus propios valores,  ya los ha carnavalizado y canibalizado.  La elección de Schwarzenegger o el pucherazo de Bush en 2000 son una parodia vergonzosa del modelo de democracia representativa. La liquidación de los valores, incluida la mascarada democrática o las crisis financieras, son la verdadera arma de destrucción masiva.

En esta forma extrema, empírica y técnica, de escarnio y profanación de los valores, esta obscenidad radical y esta impiedad total de un pueblo por lo demás «religioso», allí está el secreto de su hegemonía mundial. Esto es lo que fascina a todo el mundo, de esto disfrutamos incluso a través del rechazo y el sarcasmo de esta vulgaridad fenomenal, de un universo (político, televisivo) finalmente llevado al grado cero de la cultura. Lo digo sin ironía, y con admiración: es así, a través de la simulación radical, como Norteamérica domina al resto del mundo -a quien sirve como modelo- y al hacerlo se venga del resto del mundo que, en términos simbólicos, es infinitamente superior. El challenge de Estados Unidos es una simulación desesperada, una mascarada que impone al resto del mundo, hasta en el simulacro desesperado del poder militar. Carnavalización del poder. Y aquel desafío no puede ser relevado: no tenemos ninguna finalidad ni contrafinalidad que oponerle. (pp. 54-55)

Boeing 757 que impactó contra el Pentágono el 11 de septiembre de 2001.

Frente a esta estrategia los países islámicos sólo pueden responder con la muerte; el terrorista suicida es su única arma. Occidente contraataca sacrificando todo valor por el cual un ser humano da sentido a la vida. La apuesta de los diferentes es la del exceso, no hay valor más alto que la propia muerte. No tienen nada que perder. Nuestra apuesta, en cambio, es la del defecto: » la indignidad, el impudor, la obscenidad, el envilecimiento, la bajeza moral». Todo es parodiado y desacralizado. Y no podemos apostar nuestra propia muerte porque ya estamos muertos. Aunque intentamos arrancarles por la fuerza toda su dignidad simbólica (las fotos de Abu Ghraib, el velo en las escuelas) queremos más:

es preciso que vengan por sí mismos, que se sacrifiquen a sí mismos en el altar de la obscenidad, la transparencia, la pornografía y la simulación mundial. Que pierdan sus defensas simbólicas y tomen por sí mismos el camino del orden liberal, de la democracia integral y de lo espectacular integrado.

No está claro quién resultará vencedor pero, gane quien gane, las perspectivas de futuro no son buenas.

2 comentarios en “Jean Baudrillard: ¿Por qué todo no ha desaparecido aún? (2007)

  1. Feliz año Eugenio. Soy Jake. Muy recomendables éstas visiones de Braudillard, que ya nos enseñó que la guerra del golfo no tuvo lugar.

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