Roman Polanski participa en el guión, dirige y protagoniza esta excepcional película que es una mezcla de cine de terror, humor negro y discurso filosófico sobre la identidad y la locura. Una lógica fatal y absurda dirige las el destino de los hombres: la vida, como dijo Demócrito, es una mezcla de azar y necesidad,
Trelkovsky (Roman Polanski), un hombre común, como los protagonistas de las novelas y relatos de Kafka, que ansía integrarse, ser reconocido y no lo consigue, visita un apartamento en París desde cuya ventana ha intentado suicidarse la anterior inquilina, la egiptóloga Simone Choule. A pesar de los malos augurios, el comportamiento errático de la portera y del inconveniente, típico de la época (el servicio está al otro extremo del pasillo) Trelkovsky está realmente interesado en alquilarlo. Choule permanece en coma en el hospital y Trelkovsky la visita para saber de primera mano si se recuperará o no. Choule está completamente vendada y sólo podemos ver su boca que se abre en un grito de horror, mientras su amiga Stella y Trelkovsky observan atemorizados. A las pocos días llama al hospital para comprobar el estado de Choule y le informan de que ha muerto. A pesar de todo, decide mudarse.

A partir de ese momento, Trelkovsky, paradigma del chivo expiatorio kafiano, empieza a percibir un complot de sus vecinos para transformarlo en Choule. A pesar de su carácter tranquilo, el propietario le acusa de hacer demasiado ruido, de llevar mujeres y de negarse a firmar una demanda contra otro vecino. En la cafetería le dan el mismo desayuno y marca de tabaco que a Choule. A menudo contempla desde su ventana cómo sus vecinos pasan horas hipnotizados mirando las paredes del servicio. Parecen víctimas anónimas que contemplan con resignación y cierto deseo de venganza el final de Trelkovsky.

La presión es tal que Trelkovsky sufre un brote psicótico, un delirio paranoico: cree que el propietario y los vecinos conspiran para transformarlo en Choule y que él también se suicide. Empieza a tener alucinaciones de tipo esquizofrénico: una vecina que lo estrangula, en el servicio se observa a sí mismo espiando desde el apartamento, se convierte en Choule vistiéndose de mujer, la ve en el servicio mirándolo de un modo lascivo.
En este momento de la película Polanski utiliza tanto la mirada subjetiva de Trelkovski como el plano de un narrador omnisciente. Es decir, por un lado vemos la fantasía del protagonista y, por otro, la verdadera realidad. Parece que Polanski quiere mostrar claramente al espectador que Trelkovski ha perdido la cabeza mostrando el mundo objetivo. Sin embargo, dado el final abierto de la película no hay lugar para un narrador omnisciente. Puede interpretarse todo el metraje de The Tenant como la alucinación terrorífica de alguien postrado en la cama de un hospital.

Visita a Stella buscando ayuda y esta logra tranquilizarlo. A la mañana siguiente, cuando Stella va a trabajar, Trelkovsky hurga entre sus papeles y concluye que ella también participa en la conspiración. Le destroza el apartamento y le roba sus ahorros. En la calle una pareja de ancianos lo atropella y un doctor le inyecta un tranquilizante. De vuelta a su apartamento, se viste de mujer y, en medio del delirio, salta desde la ventana ante una audiencia que ríe y aplaude. Como no muere en el primer intento tiene que volver a subir (risa siniestra de Polanski) para tirarse de nuevo. Tampoco consigue su objetivo. Trelkovski, dice Julia Ain-Kupra, tiene que asesinar su recién adquirida identidad francesa y su más profunda identidad polaca. En mi opinión, el humor negro de Polanski es suficiente para explicar el doble intento frustrado de suicidio.
Termina en coma en el hospital como le había ocurrido a Choule pero entonces ocurre algo muy extraño: desde la cama se ve a sí mismo junto a Stella y grita de horror como lo hizo Choule al principio de la película. No sabemos, por tanto, si todo lo ocurrido ha sido real o una alucinación.
Mi opinión es que la película es tanto más siniestra cuanto más se aproxima al sofisticado análisis de la locura de Repulsión (1965) y cuanto más se aleja Polanski de la egiptología, los delirios y las maldiciones satánicas del tipo Rosemary’s baby (La semilla del diablo, 1966) . Las miradas de los vecinos serían suficiente motivo para perder la cabeza porque, como decía Sartre, «el infierno son los otros«. Insisto, si nos dejamos llevar por jeroglíficos y alucinaciones, es decir, por el espectáculo, nos perdemos lo mejor de la película: cómo Polanski sabe captar los peligros de la banalidad cotidiana. Tres situaciones a modo de ejemplo: a) la mirada del voyeur cuando va al cine con Stella y se enrollan mientras ven una de Bruce Lee, b) las advertencias del propietario Zi acerca de la policía, de lo fácil que resulta para el sistema destruir al individuo y c) la multitud que se arremolina a su alrededor cuando lo atropellan y, posteriormente, cuando se arroja desde la ventana del apartamento. Esta multitud maligna está presente también en Rosemary»s Baby.



En cualquier caso, creo que el momento más interesante de The Tenant tiene lugar cuando Trelkovsky busca refugio en casa de Stella. En medio del delirio psicótico y de una increíble borrachera discurre sobre dónde reside exactamente nuestra identidad. Se pregunta: ¿dejo de ser yo si me arrancan un diente, un brazo, el estómago o la cabeza?, ¿qué derecho tiene la cabeza a llamarse yo? El problema es que estas preguntas no tienen respuesta. Si profundizamos lo suficiente podremos observar que el yo es, y cito de nuevo a Sartre, un vacío, una nada. Son los otros los que nos otorgan la identidad con su mirada cosificadora, nos martirizan con sus etiquetas, nos fijan. La vida cotidiana es una agresión permanente en la que se nos dicta quiénes somos. Es especialmente cruel cuando el implicado es un inmigrante como el anodino Trelkovsky. Ese es, en mi opinión, el significado del abismo de horror que se abre en el grito de Trelkovsky-Choule.
Obsérvese cómo la identidad de Trelkovski es tan frágil que no va más allá de una serie de hábitos a los que está dispuesto a renunciar si el cambio le sirve para integrarse. La identidad del protagonista depende de cosas tan nimias como la elección entre sus Gauloises o el Marlboro de Choule.
Me parece haber visto en la escena en que Trelkovsky el travesti es atropellado y rodeado por la multitud un homenaje al surrealismo y, más concretamente, a Un perro andaluz de Buñuel. Creo que, además del existencialismo, el surrealismo es otra de las grandes influencias en esta película, especialmente en su siniestro sentido del humor. Cabe recordar, en este sentido, que los títulos de crédito iniciales de Repulsión se inspiran directamente en Un perro andaluz.


Bibliografía
- Polanski: The Tenant, en Wikipedia.
- Polanski en Aula de Filosofía
- Julia Ain-Kupra: Roman Polanski. A life in exile. Greenwood Publishing Group.
Ficha técnica de Le Locataire o The Tenant

– Dirección: Roman Polanski
– Producción: Hercules Bellville
– Guión: Roland Topor (novela), Gérard Brach y Roman Polanski
– Interpretación: Roman Polanski (Trelkovsky), Isabelle Adjani (Stella), Melvyn Douglas (Zi) y Shelley Winters (la portera).
– Música: Philippe Sarde
– Fotografía: Sven Nykvist
– Fecha de estreno: 1976
– Duración: 125 minutos
– País: Francia
Aunque mi talante sea otro, veamos la botella medio llena. No es que el cine muera sino que todo cambia. Todavía hay un puñado de autores dando guerra: Kiarostami, Trier, Polanski… pero hace unos diez años que el cine pasó de «cultura» a mercancía de centro comercial. De todos modos gracias a internet podemos ver más buen cine que nunca.
Saludos.
¿Para cuando, profesor, una crítica de la derrota que toma Breaking Bad en esta última temporada?
¿No se alejó demasiado nuestro héroe de la quinta parte de la Ética?
Un saludo.
Es un placer leer las entradas de este blog.
Me alegra que el blog te guste. Seguro que tendré que complementar la entrada que dediqué a Breaking Bad. Y tu pregunta parece de lo más interesante. No he empezado a ver la quinta temporada: me gusta tener primero todos los capítulos. Saludos.
Disculpen este comentario tardío pero que lo dejo aquí por curiosidad y por justicia.
Pasa una cosa curiosa: Yo no he visto la película. Tengo un amigo que es un forofo de Polanski que lleva años recomendándomela. Pero también tengo una buena amiga que es una entusiasta el libro en la que se basa y que me ha regalado hace unos días («Le locataire chimerique» de Roland Topor 1964 -El quimérico inquilino Ed Valdemar 2009) en el que se basó Polansky para rodar la película. Y esta misma noche lo he leído del tirón. Al buscar información para hacer su referencia en mi página web (fragmentosdelibros.com), he encontrado esta buena entrada sobre la película y leyéndola y viendo los comentarios escritos por ustedes, puedo aportar que, sin haberla visto, las claves, el tema principal, la atmósfera, el argumento, la personalidad de los personajes, muchos de los detalles –Gitanes era lo que fumaba Choyle y no Malrboro- YA ESTÁN EN EL LIBRO. Desde luego que, estoy seguro, Polansky pone su propio sello genial en la película para realzar el texto; pero me parece de justicia, dado que por lo que comentan no se aleja mucho de la historia escrita, realizar esta mención y homenaje a su autor cierto: ROLAND TOPOR (cofundador, junto a Arrabal y Jodorowsky del legendario Grupo Pánico, de tinte surrealista) y que, aunque se comenta su nombre como coautor del guión, me parece insuficiente porque la IDEA es completamente suya y, al menos, sería justo verle referenciado en la filmografía.
Por lo demás, considero excelente su aportación en pro del Cine de autor.
Gracias y un saludo.
Hola Luka, cuando hice el comentario de la película no conocía la edición de Valdemar de El quimérico inquilino. Muchas gracias por resaltar la importancia del novelista Roland Topor que, para mí, había pasado totalmente desapercibida.
Saludos.
Le honra su respuesta. Enhorabuena por su página y otorguemos con ecuanimidad al valiente e imaginativo creador (Topor, un gran dibujante y creador de excelentes y valientes textos) la importancia que merece en esta obra..
Un cordial saludo.
Muy buena película, me parece muy graciosa además, eso si, si se la muestro a mis amigos obviamente les parecera muy mala, al estar acostumbrados a ver los vengadores, o ironman, es todo un rollo esto de mostrarle peliculas a amigos, asi que hace poco decidí dejar de hacerlo, supongo que es el tipo de peliculas para gente que es de ver cine y que le guste el cine. Saludos.
Hola Manuel, es una película exigente con el espectador.
Saludos.