Don DeLillo: Punto omega. Ramón Buenaventura (tr.) Barcelona: Seix Barral, 2010.
No pude resistirme a la recomendación de Ramón Buenaventura, venerable y admirado traductor de Punto omega.
La historia, en principio, parece muy prometedora: un joven cineasta quiere rodar un documental sobre un asesor de alto rango del Pentágono involucrado en la planificación de la guerra de Irak. Sin embargo DeLillo le dedica a este tema menos de una página. Se trataba de crear algo a partir de la nada, una guerra haiku, «una guerra en tres versos». Y se acabó.
En el desierto, en el refugio del Elster, el todopoderoso asesor militar ilustra al joven director sobre el destino del Universo. Es el opuesto al que había predicho Teilhard de Chardin. Este creía que la evolución dirigía el universo de lo más simple a lo más complejo, de la materia bruta a la conciencia sutil. El término de la evolución sería el Punto omega: una colectividad armonizada de conciencias equivalente a una especie de superconciencia. Según Elster habrá de ocurrir lo contrario. Quien domina la evolución es la pulsión de muerte: la materia quiere perder para siempre la consciencia de sí misma. Como especie, esto es lo que queremos, este es el significado de nuestros «coqueteos nucleares».
La novela se abre y se cierra con la descripción de una obra viodeográfica de Douglas Gordon, Psicosis 24 horas (24 Hour Psycho) expuesta en el MOMA en el verano de 2006. La instalación consiste en proyectar Psicosis sin diálogo ni música y tan lentamente que la película dure 24 horas. Esta distorsión o casi negación del tiempo nos acerca a ese mundo sin vida, el opuesto del Punto Omega que DeLillo-Elster augura como futuro del Universo.
Demasiado poco para la exagerada unanimidad de la crítica respecto a la excelencia de esta obra de DeLillo.
Para saber más sobre Don DeLillo visita el blog del crítico literario Juan Francisco Ferré, recomendado por Ramón Buenaventura.
Vaya: me alegra que mi recomendación lo llevara a usted a la lectura de PUNTO OMEGA. No tendría el menor sentido iniciar aquí una discusión sobre los valores de la obra, que yo no centraría en lo político, sino en lo literario: lo que a mí me ha asombrado, lo que he puesto especial empeño en reflejar en mi traducción, es el insólito manejo de las herramientas poéticas para transmitir el mundo interior de los personajes. Pero, claro, todo libro pertenece en un cincuenta por ciento al lector, y cada lector hace con su mitad lo que mejor le parece. 🙂 Y usted es, evidentemente, un buen lector. (Veo que está leyendo el SEXUAL PERSONAE de Camille Paglia. Intenté publicarlo hace veinte años, o cosa así, en Alfaguara, pero no encontré clientela.)
RB
Qué sorpresa tan agradable ver su comentario.
Hice mis estudios de Filosofía con sus ediciones de Rimbaud para Hiperión bajo el brazo. Unos años más tarde, ejerciendo ya de docente, El año que viene en Tánger me ayudó a combatir una realidad bastante menos poética. En la actualidad, su blog es para mí uno de los imprescindibles en cuestiones literarias.
Coincido con usted en que la calidad narrativa de Delillo se percibe desde la primera página. Tanto la instalación de Douglas Gordon como el paisaje desértico acompañan a la perfección el estado anímico y las ideas de los personajes. A pesar de la dificultad que entraña pensar y elaborar un discurso sobre el tiempo, Delillo lo consigue de un modo brillante a lo largo de toda la novela.
Sin embargo, he de reconocer que mis expectativas eran tanto políticas como literarias. Y en ese sentido la novela defrauda. La guerra de Irak, ¿»una guerra en tres versos»?. Fue ese el motivo por el que no compré El hombre del salto. Leí la contraportada y pensé inmediatamente que no era ese el libro que quería leer sobre el 11/S. Puede que me equivocase. No lo sé.
Paglia es una lectura apasionante. Está continuamente pasándose de la raya, continuamente provocando, desenmascarando falsos ídolos. Te hace pensar. Entiendo que hace veinte años por aquí la tomaran por loca. Todavía hoy es problemática, demasiado visceral en temas demasiado sensibles.
Un saludo cordial y agradecerle mucho haber prestado atención a mi reseña.