Nietzsche: Así habló Zaratustra

Cuenta Nietzsche en Ecce homo que el pensamiento del eterno retorno, la semilla a partir de la cual se desarrollará el Zaratustra, le alcanzó en un paseo junto al lago Silvaplana en agosto de 1881. La otra idea esencial del libro, el «tipo» Zaratustra, surge en 1883. Dicho período coincide con la época de mayor efervescencia sentimental de su vida: su enamoramiento ingenuo pero apasionado de Lou Von Salomé, que terminaría fugándose junto al amigo de ambos Paul Reé. Acosado por la enfermedad, la soledad, la pobreza y el desamor la gestación del Zaratustra es un momento que une el mayor abismo y la mayor felicidad: «Un éxtasis cuya enorme tensión se desata a veces en un torrente de lágrimas, un éxtasis en el cual unas veces el paso se precipita involuntariamente y otras se torna lento; un completo estar-fuera-de-sí, con la clarísima consciencia de un sinnúmero de delicados temblores y estremecimientos que llegan hasta los dedos de los pies; un abismo de felicidad en que lo más doloroso y sombrío del espíritu»

Nietzsche afirma que la elaboración del Zaratustra fue posible gracias a una curiosa disposición fisiológica que él denomina la «gran salud». Esta no consiste en el disfrute regular de un cuerpo saludable, sino en la entrega continua de una salud que se conquista con grandes dificultades y se ofrece en sacrificio a la creación espiritual.

Los años posteriores al Zaratustra fueron terribles para Nietzsche: cayó en un estado de extrema debilidad del que sólo salió para caer definitivamente en el abismo de la locura en 1888, no sin antes haber escrito en aproximadamente seis meses tres obras maestras de la filosofía: Ecce homo, El anticristo y Crepúsculo de los ídolos.

Cuestionario sobre el Prólogo y la Parte Primera.

  1. El inicio del prólogo del Zaratustra contiene algunos símbolos cuyo significado puedes descubrir fácilmente: «treinta años», «las montañas«, «se colocó delante del sol«.
  2. Tras bajar de las montañas Zaratustra se encuentra en el bosque con un viejo ermitaño que le advierte acerca de la mala fe de los hombres. ¿Cuáles son sus argumentos?
  3. ¿Por qué no permanece Zaratustra junto al viejo ermitaño y se obstina en ir a la ciudad?
  4. El primer discurso de Zaratustra versa sobre el superhombre. Resume las características principales del superhombre que se ofrecen en los parágrafos 3 y 4 del Prólogo.
  5. ¿Cuáles son las características del «último hombre» tal y como lo describe Zaratustra en el Prólogo, 5? ¿Puedes relacionar el tipo del «último hombre» con la sociedad actual?
  6. ¿Qué ideas acerca de la muerte y el sentido de la vida expresa Zaratustra en el parágrafo 6 del Prólogo?
  7. Explica el significado de la expresión «No debo ser pastor ni sepulturero«, teniendo en cuenta los sucesos de los parágrafos 7 y 8 del Prólogo?
  8. Zaratustra toma como compañeros de viaje al águila y a la serpiente. Busca información sobre lo que simbolizan ambos animales.
  9. ¿Qué corrientes filosóficas simbolizan el camello, el león y el niño en el Discurso sobre las tres transformaciones?
  10. ¿Qué críticas hace Zaratustra a los «transmundanos«, los que inventan otro mundo aparte del sensible?
  11. ¿Qué dice Zaratustra acerca de los «despreciadores del cuerpo«?
  12. ¿Qué exige Zaratustra a un libro que merezca la pena ser leído?
  13. ¿A qué filósofo está criticando Zaratustra en el discurso «A los predicadores de la muerte«? ¿Qué te parecen sus razonamientos?
  14. Zaratustra prefiere la guerra y el combate a la tranquilidad de la paz, ¿cómo lo justifica en el discurso «De la guerra y el pueblo guerrero? ¿Qué filósofo griego hizo un planteamiento semejante al de Zaratustra?
  15. ¿Qué críticas hace Zaratustra al Estado en el discurso «Del nuevo ídolo»? ¿Son características compatibles con el supuesto nazismo de Nietzsche?
  16. ¿Cuáles son las ideas principales del discurso acerca de la castidad?
  17. En el discurso sobre la amistad Zaratustra argumenta que la «mujer es incapaz de amistad» ¿Por qué?
  18. Zaratustra afirma en el discurso sobre el «amor al prójimo» que por encima de de este amor está el «amor al lejano«. ¿Qué significado tienen sus palabras?
  19. El discurso «De viejecillas y jovencillas» es extremadamente misógino. Haz una crítica de las acusaciones de Zaratustra a la mujer.
  20. ¿Cuáles son las ideas de Zaratustra acerca del matrimonio y los hijos tal y como aparecen en el discurso «Del hijo y del matrimonio»?
  21. ¿Qué características tiene la «buena muerte» para Zaratustra?
  22. Para el cristianismo la virtud es represión mientras que para Zaratustra la virtud es una fuerza que dona, que hace regalos. Explica esta idea de Nietzsche que aparece en el discurso «De la virtud que hace regalos»
  23. El capítulo 3 de la parte Tercera titulado «De la visión y el enigma» es la exposición del tema principal del Zaratustra: el eterno retorno. Intenta exponer las ideas que allí aparecen.

Textos para comentar

F. Nietzsche: Also sprach Zaratustra (Así habló Zaratustra. Alianza Editorial, Madrid, 1992. [Trad. Andrés Sánchez Pascual])

1. Dios ha muerto

Zaratustra bajó solo de las montañas sin encontrar a nadie. Pero cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante él un anciano que había abandonado su santa choza para buscar raíces en el bosque7. Y el anciano habló así a Zaratustra:

No me es desconocido este caminante: hace algunos años pasó por aquí. Zaratustra se llamaba; pero se ha transformado. Entonces llevabas tu ceniza a la montaña ¿quieres hoy llevar tu fuego a los valles? ¿No temes los castigos que se imponen al incendiario?

Sí, reconozco a Zaratustra. Puro es su ojo, y en su boca no se oculta náusea alguna. ¿No viene hacia acá como un bailarín?

Zaratustra está transformado, Zaratustra se ha convertido en un niño, Zaratustra es un despierto: ¿qué quieres hacer ahora entre los que duermen?

En la soledad vivías como en el mar, y el mar te llevaba. Ay, ¿quieres bajar a tierra? Ay, ¿quieres volver a arrastrar tú mismo tu cuerpo?

Zaratustra respondió: «Yo amo a los hombres.»

¿Por qué, dijo el santo, me marché yo al bosque y a las soledades? ¿No fue acaso porque amaba demasiado a los hombres?

Ahora amo a Dios: a los hombres no los amo. El hombre es para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor al hombre me mataría.

Zaratustra respondió: «¡Qué dije amor! Lo que yo llevo a los hombres es un regalo.»

No les des nada, dijo el santo. Es mejor que les quites alguna cosa y que la lleves a cuestas junto con ellos – eso será lo que más bien les hará: ¡con tal de que te haga bien a ti!

¡Y si quieres darles algo, no les des más que una limosna, y deja que además la mendiguen!

«No, respondió Zaratustra, yo no doy limosnas. No soy bastante pobre para eso.»

El santo se rió de Zaratustra y dijo: ¡Entonces cuida de que acepten tus tesoros! Ellos desconfían de los eremitas y no creen que vayamos para hacer regalos.

Nuestros pasos les suenan demasiado solitarios por sus callejas. Y cuando por las noches, estando en sus camas, oyen caminar a un hombre mucho antes de que el sol salga, se preguntan: ¿adónde irá el ladrón?.

¡No vayas a los hombres y quédate en el bosque! ¡Es mejor que vayas incluso a los animales! ¿Por qué no quieres ser tú, como yo, – un oso entre los osos, un pájaro entre los pájaros?

«¿Y qué hace el santo en el bosque?», preguntó Zaratustra. El santo respondió: Hago canciones y las canto; y, al hacerlas, río, lloro y gruño: así alabo a Dios.

Cantando, llorando, riendo y gruñendo alabo al Dios que es mi Dios. Mas ¿qué regalo es el que tú nos traes?

Cuando Zaratustra hubo oído estas palabras saludó al santo y dijo: «¡Qué podría yo daros a vosotros! ¡Pero déjame irme aprisa, para que no os quite nada!» -Y así se separaron, el anciano y el hombre, riendo como ríen dos muchachos.

Mas cuando Zaratustra estuvo solo, habló así a su corazón: «¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!»

Nietzsche, F.:Así habló Zaratustra, Prólogo

2. Hijos y matrimonio

Tú eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que le sea lícito para sí un hijo? ¿Eres tú el victorioso, el domeñador de ti mismo, el soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes? Así te pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la insatisfacción contigo mismo?(…)

Matrimonio: así llamo yo la voluntad de dos de crear uno que sea más que quienes lo crearon. Respeto recíproco llamo yo al matrimonio, entre quienes desean eso. (…)

Pero lo que llaman matrimonio los demasiados, esos superfluos, – ay, ¿cómo lo llamo yo? ¡Ay, esa pobreza de alma entre dos! ¡Ay, esa suciedad de alma entre dos! ¡Ay, ese lamentable bienestar entre dos! (…)

Muchas breves tonterías -eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves tonterías en la forma de una única y prolongada estupidez.

Nietzsche, F.:Así habló Zaratustra, Del hijo y del matrimonio, p.111.

3. De las mujeres viejas y jóvenes

Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama embarazo.

Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego. Por ello, quiere él a la mujer como el más peligroso de los juguetes.

El hombre debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero: todo lo demás es tontería.

¡Que vuestro honor esté en vuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer. Pero sea vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las segundas.

La felicidad del hombre se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: él quiere.

«¡Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo!» – así piensa toda mujer cuando obedece desde la plenitud del amor.

Y la mujer tiene que obedecer y tiene que encontrar una profundidad para su superficie. Superficie es el ánimo de la mujer, una móvil piel tempestuosa sobre aguas no profundas.

Pero el ánimo del hombre es profundo, su corriente ruge en cavernas subterráneas: la mujer presiente su fuerza, mas no la comprende.

«¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!»

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra, De las mujeres viejas y jóvenes, p. 105

4. De la muerte libre

Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena extraña esta doctrina: «¡Muere a tiempo!».

Yo os elogio mi muerte, la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero.

Demasiados son los que viven, y durante demasiado tiempo penden de sus ramas. ¡Ojalá viniera una tempestad que hiciese caer del árbol a todos esos podridos y comidos de gusanos!

¡Ojalá viniesen predicadores de la muerte rápida! ¡Estos serían para mí las oportunas tempestades que sacudirían los árboles de la vida! Pero yo oigo predicar tan sólo la muerte lenta y la paciencia con todo lo «terreno».

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra, De la muerte libre.

5. De las tres transformaciones

Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?

Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.

Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra, De las tres transformaciones, p. 51.

6. De los sublimes

Pero cabalmente al héroe lo bello le resulta, de todas las cosas, la más difícil. Inconquistable es lo bello para una voluntad violenta.(…)

Cuando el poder se vuelve clemente y desciende hasta lo visible: belleza llamo yo a tal descender.

Y de nadie quiero yo belleza tanto como precisamente de ti, violento: sea tu bondad tu última superación de ti mismo.

De todo mal te creo capaz: por ello quiero yo de ti el bien.

¡En verdad, a menudo me he reído de los debiluchos que se creen buenos porque tienen zarpas tullidas!

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra. De los sublimes, p. 176

7. La canción del baile

En tus ojos he mirado hace poco, ¡oh vida! Y en lo insondable me pareció hundirme.

Pero tú me sacaste fuera con un anzuelo de oro; burlonamente te reíste cuando te llamé insondable.

«Ese es el lenguaje de todos los peces, dijiste; lo que ellos no pueden sondar, es insondable.

Pero yo soy tan sólo mudable, y salvaje, y una mujer en todo, y no virtuosa:

Aunque para vosotros los hombres me llame ‘la profunda’, o la ‘fiel’, ‘la eterna’, ‘la llena de misterio’.

Vosotros los hombres, sin embargo, me otorgáis siempre como regalo vuestras propias virtudes -¡ay, vosotros virtuosos!»

Así reía la increíble; mas yo nunca la creo, ni a ella ni a su risa, cuando habla mal de sí misma.

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra, La canción del baile, p. 163.

8. De la superación de mí mismo

Y este misterio me ha confiado la vida misma. «Mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse siempre a sí mismo. (…)

Pues yo tengo que ser lucha y devenir y finalidad y contradicción de las finalidades: ¡ay, quien adivina mi voluntad, ése adivina sin duda también por qué caminos torcidos tengo que caminar yo!

Sea cual sea lo que yo crea, y el modo como lo ame, -pronto tengo que ser adversario de ello y de mi amor: así lo quiere mi voluntad. (…)

Sólo donde hay vida hay también voluntad: pero no voluntad de vida, sino -así te lo enseño yo- ¡voluntad de poder!» – (…)

Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad, ese tiene que ser antes un aniquilador y quebrantar valores.

Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: más ésta es la bondad creadora.

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra. De la superación de mí mismo, p. 171-172.

9. Del leer y el escribir

De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu.

No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.

Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todavía – y hasta el espíritu olerá mal.

El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir, sino también el pensar.

En otro tiempo el espíritu era Dios, luego se convirtió en hombre, y ahora se convierte incluso en plebe.

Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido de memoria.

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra. Del leer y el escribir.

10. Del nuevo ídolo

En algún lugar existen todavía pueblos y rebaños, pero no entre nosotros, hermanos míos: aquí hay Estados.

¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abridme ahora los oídos, pues voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama el más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: «Yo, el Estado, soy el pueblo.»

¡Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida.

Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y las llaman Estado: éstos suspenden encima de ellos una espada y cien concupiscencias.

Donde todavía hay pueblo, éste no comprende al Estado y lo odia, considerándolo mal de ojo y pecado contra las costumbres y los derechos.

Esta señal os doy: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del mal: el vecino no la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje propio en costumbres y derechos.

Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, mien-te – y posea lo que posea, lo ha robado.

Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus entrañas.

Confusión de lenguas del bien y del mal: esta señal os doy como señal del Estado. ¡En verdad, voluntad de muerte es lo que esa señal indica! ¡En verdad, hace señas a los predicadores de la muerte!

Nacen demasiados: ¡para los superfluos fue inventado el Estado!

¡Mirad cómo atrae a los demasiados! ¡Cómo los devora y los masca y los rumia!

«En la tierra no hay ninguna cosa más grande que yo: yo soy el dedo ordenador de Dios» – así ruge el monstruo. ¡Y no sólo quienes tienen orejas largas yvista corta se postran de rodillas!

¡Ay, también en vosotros, los de alma grande, susurra él sus sombrías mentiras! ¡Ay, él adivina cuáles son los corazones ricos, que con gusto se prodigan!

¡Sí, también os adivina a vosotros, los vencedores del viejo Dios! ¡Os habéis fatigado en la lucha, y ahora vuestra fatiga continúa prestando culto al nuevo ídolo!

¡Héroes y hombres de honor quisiera colocar en torno a sí el nuevo ídolo! ¡Ese frío monstruo – gusta de calentarse al sol de buenas conciencias!

Todo quiere dároslo a vosotros el nuevo ídolo, si vosotros lo adoráis: se compra así el brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos orgullosos.

¡Quiere que vosotros le sirváis de cebo para pescar a los demasiados! ¡Sí, un artificio infernal ha sido inventado aquí, un caballo de la muerte, que tintinea con el atavío de honores divinos!

Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra. Del nuevo ídolo

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