Malick: The tree of life (El árbol de la vida, 2011)

La Palma de Oro de Cannes en 2011 fue para la quinta película del director Terrence Malick. Su ópera prima, Badlands (1973), lo convirtió en un clásico. La segunda, Days of Heaven (1978), cinematográficamene valiosa, supuso un gran fracaso económico. Malick estuvo veinte años sin rodar hasta The Thin Red Line (La delgada línea roja, 1998), un film sobre la Segunda Guerra Mundial que probablemente no guste a los aficionados al cine bélico. Tras el paso casi desapercibido de The new world (El nuevo mundo, 2005), Malick ha obtenido un merecido éxito de crítica y público con The tree of life (El árbol de la vida, 2011).

Al igual que Kubrick en 2001, Malick intenta adaptar al lenguaje cinematográfico sus ideas sobre el origen y el sentido de la vida. Esta es, quizás, la parte menos lograda del film, la más pretenciosa. También irritante por sus esperanzas acerca de la supervivencia del alma tras la muerte o del cuidado que nos presta un supuesto principio femenino de la Creación.

La película cobra fuerza cuando Malick relata la historia de una familia típica en los Estados Unidos  de los años cincuenta. En el fondo, la familia es un pretexto para un inesperado ejercicio de Teodicea. El mal, concluye Malick, está en la raíz del ser humano tanto como lo está el Complejo de Edipo.

Fotograma de The tree of life (Malick, 2011)

La figura del padre, odiada y amada a un tiempo, es un trasunto del Dios bíblico. A medida que avanza la película el ídolo se va desmoronando: falso, débil, confuso, desorientado… Cuando, como Job, queremos pedir cuentas  al Padre por la presencia del mal en el mundo advertimos que él tampoco tiene la respuesta. Algo no fue bien durante la Creación, pero no recuerda qué. A lo mejor, memoria y eternidad no son compatibles.

Fotograma de The tree of life (Malick, 2011)

Quizás la profundidad filosófica de las ideas de Malick no sea demasiado relevante pero lo compensa con imágenes de una belleza visual y un trasfondo simbólico muy sugerentes. En definitiva, The tree of life  es un buen ejemplo de cómo pueden entrelazarse cine y pensamiento. Así, esta espiral pitagórica que remite a la doble hélice del ADN y al origen misterioso y sagrado de la vida.

Fotograma de The tree of life (Malick, 2011)

Quería añadir un apunte sobre la banda sonora de Alexandre Desplat. En el fragmento que puede escucharse a continuación y que lleva por título Childhood creo que aparecen bien representados esos dos caminos de los que se habla al principio de la película: el camino de la naturaleza y el de la gracia. Por un lado, el fondo de cuerdas lento y sostenido parece el interrogante continuo que nos plantea el caos y crueldad del mundo natural. Por otro, la melodía al piano nos remite a la edad dorada de la infancia, donde todo tiene sentido, donde la figura materna nos protege. El fragmento me ha recordado mucho a La pregunta sin respuesta de Charles Ives.

Ficha técnica

Dirección: Terrence Malick

Producción: Dede Gardner, Sarah Green, Grant Hill, Brad Pitt, Bill Pohlad

Guión: Terrence Malick

Música: Alexandre Desplat

Fotografía: Emmanuel Lubezki

Protagonistas: Brad Pitt, Sean Penn, Jessica Chastain

País: Estados Unidos

Año: 2011

Duración 139 min

Productora: Fox Searchlight Pictures / Riverroad Entertainment

Distribución: TriPictures

18 comentarios en “Malick: The tree of life (El árbol de la vida, 2011)

  1. Hoooola a todos….Les anexo un comentario que me envió un querido amigo, de una pluma muy reconocida en estas tierras, la de Fernando Mires, sobre una película que, debo confesar, la verdad que cuando la vi me dejó la impresión de tener mucho tinte religioso, con un alegato pseudo cristiano muy maniqueista…como lo es lo de existir sólo dos caminos a seguir en la vida… y, además, con un epílogo en una especie de Playa-Cielo de ensueño donde ocurren, finalmente, las reuniones familiares, incluidas las divagaciones de la memoria de San Penn….todo, a mi parecer, tan maquillado de New Age que medio me empalagó…..
    En fin, he leído últimamente tanto comentarios de esta película (y vendrán más ahora que es candidata al Oscar como mejor película) que tendré que re…verla para descubrir si realmente Malick es el portentoso visual que trasciende los lenguajes cinematográficos como muchísimos dicen…o, lo que sería mejor, es la maravillosa posibilidad de bañarme en el SER Heideggeriano, como me lo plantea Fernando Mires en el siguiente artículo…..
    Venga….. te invito a leer a Fernando y luego a que busques el dvd o, mucho mejor, el Blu-ray…..y seas tú el que diga la última palabra…..
    El árbol de la vida, por Fernando Mires
    Hay dos caminos en la vida:
    El camino de la naturaleza
    O el camino de la Gracia
    Tú eliges cuál seguir
    Cuando durante esas inevitables conversaciones de fin de año me preguntaron cuál había sido la película que más me gustó durante 2011, dije de inmediato y sin pensarlo: “El árbol de la vida“(The tree of life) de Terrence Malick.
    Nunca –puedo asegurarlo- hay una verdad más verdadera que una respuesta dicha sin pensar.
    Solamente podemos pensar con palabras, de eso no cabe duda, pero cuando la palabra es dicha antes del pensamiento es porque nos viene de otro lugar; uno que está antes y quizás después del pensamiento, lugar cuyo nombre no conozco, aunque creo que ese podría ser, efectivamente, “el lugar del ser”.
    Fue ese mismo ser “quien” respondió a la madre del hijo muerto con las imágenes metafísicas de Malick cuando ella, en el mismo límite que surca al dolor con la muerte, preguntó dónde estaba el objeto de su más grande amor. La respuesta de las imágenes de Malick no fue la piadosa convención con la cual intentamos consolar al prójimo, o salir del paso cuando enfrentamos situaciones semejantes. No “en el más allá”. Tampoco “en el cielo”, o en el acomodaticio “él está en las manos de Dios”; ni siquiera en su equivalente metafísico: “quizás está en otra parte”
    La respuesta que esperaba la Sra. O’ Brien no tiene palabras, no la puedo decir en un artículo, no la puede decir nadie pensando, mucho menos re-flexionando: hay que recurrir entonces a otros medios: a la música quizás, o a la pintura, o a la poesía, o simplemente al cine, como Malick al mostrarnos en maravillosos términos aproximados lo que con nuestros ojos no podemos ver, solamente presentir, o en el mejor de los casos: adivinar. Repito, no un “más allá” pensado desde un “más acá”, sino una eternidad impensable, una que está antes, durante y después de nosotros y que nos cuestiona ahí, justamente ahí, cuando llegamos al límite de lo viviente, en medio del dolor más grande que puede sentir el ser humano –el dolor de María- cuando recibe el anuncio de la muerte del hijo amado y pregunta ¿Dónde está? ¿Adónde se ha ido? O dicho con las palabras radicales del libro de Hiob (capítulo 8-Vers. 4-7): “Where were you when I laid the earth’s foundation…while the morning stars sang together and all the sons of God shouted for joy?”
    Nunca estamos más cerca de Dios como cuando creemos sentir el peso de su –para nosotros- inexplicable injusticia. Es el momento de la pregunta y de la respuesta a la vez. Y la respuesta implícita de Malick es “yo no lo sé, sólo puedo imaginarlo con la imaginación que dan las imágenes”, las que, estando cerca del final nos muestran el origen de todas las cosas del mundo. O como afirmó Martin Heidegger: “El origen no está al comienzo sino al final”
    -Malick filmó “Ser y Tiempo” de Heidegger- dije intentando hacer una broma que apagara un poco el estridente silencio en que nos sumió “El árbol de la vida“ .¡Qué ironía!- resultó no ser broma. Pues al día siguiente, buceando en Internet, me enteré de que Terrence Malick no sólo es un profundo conocedor de la filosofía de Heidegger; además había intentado escribir su doctorado sobre la obra del gran filósofo. Yo no estaba tan equivocado entonces cuando pensé que las imágenes de Malick son, si así se pudiera decir, heideggerianas.
    La relación tridimensional que establece Malick con la tragedia de la familia O’Brian, corresponde exactamente con las tres instancias del “ser” sugeridas por Heidegger: la del SER, la del ser en el ser, y la de estar en el ser. Está última es la que portamos como seres vivientes: la vida normativizada, la misma que intentó inculcar el severo ingeniero O’Brien (el mejor Brad Pitt que he visto) en sus tres hijos, creyendo como todo puritano que la salvación la encontraremos no en el amor -como sin pensarlo ya lo sabía la madre (Jessica Chastain: el amor en persona) – sino en la ley, la norma, la disciplina y el orden. Estructuras indispensables para llevar una buena vida pero que nunca pueden ser un “fin en sí” como indican las religiones ritualizadas.
    La perfección no se hizo para nosotros, los humanos. Luego, el verdadero éxito no está en esta vida sino saliendo de ella (exit). Así debió reconocerlo el mismo O’Brien en esos momentos de fracaso que todos, unos más otros menos, hemos experimentado alguna una vez. Sólo el amor dirigido al ser total a través del otro transitorio (El “Sorge” heideggeriano) puede salvarnos. La mujer O’Brien, no su marido, era la portadora de ese amor, amor que nadie sabe de donde viene pero, y de eso estoy convencido: no (sólo) es de este mundo.
    Mas, por favor, no se asuste el lector. Nadie necesita leer a Heidegger para ver “El árbol de la vida”. Incluso sugiero que nadie lea nada poco antes de ver ese film. Olviden señoras y señores toda teoría, tesis, hipótesis, e incluso, si las tienen, creencias. Miren, vean y sientan. Dejen que el alma les sea llevada por esas bellísimas imágenes que nos muestran como la historia del universo está en cada uno de nosotros; como ya éramos antes de que apareciéramos sobre la faz de la tierra, quizás en los ojos asustados de un dinosaurio herido, o en la verdad profunda que revela la planta del pie de un niño recién nacido, o incluso en las algas que nos preceden, en fin, en todo eso que nos muestra como hay un lugar sin antes y después, un lugar en donde nos encontraremos para siempre porque, aún sin saberlo, siempre habíamos estado ahí. Efectivamente, es el mismo lugar que con rostro desesperado –Sean Penn no tiene otro- encontró el Jack O’Brian adulto. Allí –es la intuición magnífica de Malick- a diferencia de lo que ocurre en nuestra vida terrena en donde el espíritu surge desde el fondo de la materia, la materia proviene desde la luz más radiante del espíritu divino. Justo en ese lugar donde todos los tiempos no son más que uno: el tiempo del amor infinito y total, anticipado como si fuera un sueño por “El árbol de la vida”
    Eso fue al menos lo que sentí y pensé después de ver “El árbol de la vida”. Puede que usted haya sentido y pensado algo diferente cuando vio el mismo film. Si es así, tanto mejor.
    Fernando Mires

    Postdata: Acabo de verla nuevamente y debo confesar que esta vez me gustó más….Peeeero, todavía lejos de idolatrarla como película, además, no sé qué opinarán Uds., pero la idea que tengo del SER, como bien lo señala Heidegger es que «El SER es el que Es», y es lo único que se puede conocer del SER. La lucidez completa de que el Ser es incognoscible, no le quita un ápice a su total autoevidencia, lo cual es la máxima de las paradojas…. la imposibilidad de su conocimiento no nos priva de la Verdad; sino al contrario, la Verdad es la indubitabilidad de Aquello que es imposible pueda ser conocido. Ahora bien, ese Ser que es lo más cercano, es lo más distante para el yo-ego y ese yo-ego es el que veo en la Playa-Cielo de Malick. Ese yo, cargado de pensamiento-tiempo, separatidad, ansias de devenir e identificados con nosotros mismos….. Lo cual nunca nos permitirá llegar a ser uno con el UNO….

    1. Hola Edgar, muchas gracias por tu aportación y el artículo de Fernando Mires.

      Me gusta Malick cuando es realista y no me gusta cuando se convierte al «new age.» Es una película que merece la pena pero hay varios momentos en los que su discurso me parece poco afortunado.

      Un saludo.

  2. La delgada linea roja no es acerca de la guerra de vietnam, sino la segunda guerra mundial en el escenario del pacífico.

  3. Hola Eugenio, estaba esperando con ansias que hicieras esta reseña.

    Yo particularmente conocí a Malick, por decirlo de alguna manera, tras ver «The Thin Red Line» y me pareció una de las mejores películas bélicas -irónico por su antibelicismo- que había visto, quizás sólo por debajo de «Apocalypse Now» y «La Chaqueta Metálica», aunque esta última carezca del trasfondo filosófico que tiene la primera, resulta a mi modo de entender un retrato más realista de la guerra. Cuando supe, que el director norteamericano estaba detrás de esta película no pude evitar crearme grandes expectativas sobre la misma.

    En cuanto tuve la primera ocasión de ir a verla, no lo dudé. Ahora bien, una vez terminada y quizás con cierta desazón se podría decir que saqué dos conclusiones; La primera es que la película no tiene una sola lectura, admite varias interpretaciones lo que se convierte a mi modo de ver en un punto fuerte y una debilidad. Del mismo modo que sucede en la buena literatura -«Vuelta de Tuerca» de Henry James; «El Proceso» de Kafka- cierta dosis de ambigüedad dota de realismo y credibilidad al tiempo que cede ese margen necesario para la reflexión. No obstante el hecho de que Malick flirtee tan descaradamente con la religiosidad dualista y protectora del ser humano ante la muerte que Nietzsche condenó, cuando menos, me irrita.

    La segunda conclusión es que pese a sus errores, el solo ejercicio de conjugar con esa precisión una estética así de cuidada, plagada de imágenes que se quedan grabadas en la retina y que evocan un sin fin de emociones y pensamientos, merece el esfuerzo de «soportar» los defectos del film. La impresión final después de todo es positiva.

    Ahora sí, aprovechando la ocasión, me gustaría recomendarte una película que tuve la oportunidad de ver el otro día, se llama «El fin es mi Principio» y trata sobre el último capítulo de la vida del escritor, periodista y ensayista italiano TizianoTerzani. Quizás no tan lograda artísticamente como la anteriormente comentada -aunque he de decir que impresiona su belleza- pero sí, mucho más profunda metafísicamente.

    Saludos.

    Cuídate.

    1. Hola Kevin, creo que estoy bastante de acuerdo contigo. El árbol de la vida es buen cine. Hay que verla, aunque no se esté de acuerdo con un trasfondo filosófico-religioso new age. Muy cuestionable por cierto.

      Gracias por la recomendación de El fin es mi principio. No la conocía. Tiene buen aspecto.

      Un abrazo.

  4. Creo que la palabra «película» no hace justicia a esta obra. ¿Poesía tal vez? Y mística por más señas. No era lo que esperaba pero ¿Qué cabía esperar?

    Enhorabuena por la entrada y tb valoro a Mr. Pitt.

  5. Hola Ana,

    la verdad es que dicho así “irritante por sus esperanzas acerca de la supervivencia del alma tras la muerte o del cuidado que nos presta un supuesto principio femenino de la Creación” puede sonar algo presuntuoso y misógino. Tendré que corregir un poco la frase para que se entienda mejor lo que pienso.

    Mi intención era resaltar dos aspectos de la película que me decepcionaron porque son simples reclamos para la taquilla y no pensamiento serio.

    La inmortalidad del alma me hace pensar en Ghost (Zucker, 1990) y, por desgracia, en Más allá de la vida (Clint Eastwood, 2010).

    Un dios femenino que nos protege del camino cruel de la naturaleza es revivir los fantasmas del nefasto El código Da Vinci. Un planteamiento más serio sería asociar la Madre Naturaleza a la diosa Kali de la cultura budista. Símbolo de fertilidad y, al mismo tiempo, rodeada de calaveras. Al tiempo que da la vida, puede borrar del mapa a miles de individuos con un simple monzón o un tsunami.

    Las imágenes son bellas pero las ideas de fondo no me parecen serias.

    Ahora bien, sobre el elogio de la dignidad de la finitud humana que haces me parece razonable, bien argumentado y con una tradición filosófica que lo avala empezando por el humanismo renacentista de Pico de la Mirandola y terminando, sin ir más lejos, en Savater.

  6. ANA, que la idea -más que concepto, yo diría idea- de dios exista, algo por otro lado indudable, no quiere decir que exista un ente al que se le puedan atribuir las características de, pongamos por caso, el dios cristiano. Piense en la gran cantidad de «ideas adventicias», por emplear la jerga asociada a la filosofía cartesiana, que el hombre admite y que no han sido producidas por ninguna realidad exterior a él.

    No soy especialmente aficionado al cine de Malick, pero me parece que en sus películas hay un contenido filosófico no tan pueril como pudiera pensarse. Sin ir más lejos, en Sense of Cinema, una página electrónica especializada en cine, se dice esto:

    «Malick’s understanding of cinema seems to be influenced by Heidegger’s contention that it is a cardinal symptom of modernity (which he claims has its deepest roots in Greek thinking) to apprehend reality as something to be differentiated from how it appears to a subjective consciousness, and that the reality is understood at the most fundamental level as something to be mastered. Surely, one of the guiding preoccupations of cinema, if one is to understand it as one of the chief products of modernity, is defining what a cinematic image ultimately is; is it a component of a narrative? A representation of the reality? Objective reality or subjective (psychological) reality? Psychological reality of the filmmaker or the characters? Is it a reflection of ideological values?

    Heidegger believes the early Greeks, who did not ground the nature of reality in constant presence, experienced the world not as a collection of substances (or what “appearances” really are) to be analyzed, but as a groundless source of mystery (and it is not insignificant, for the present context, that Heidegger thinks the world reveals itself to us via our moods, not cognition). Or as phusis, which has since degenerated into “nature” in the sense of the products or resources produced by nature. Phusis, in his words, means everything that “comes-into-presence,” or what unfolds itself in appearance, and the emerging-abiding sway, which, with its overwhelming power, has not yet been mastered by thought. (16) Malick, likewise, is wholly uninterested in envisioning his films as epistemological (or moral, or sociological, or what have you) inquiries for the audiences and the characters, instead preferring to envision them as a presentation of the world, in all its variety, as something to be faced with reverence. One might say, borrowing Wittgenstein’s phrase, Malick’s films are not interested in “how the world is,” or what happens to be true, but in “that it is,” the uncanny (and tragic and wondrous and humbling) fact of its very existence (which is to say, they are not trying to say something at all). Days of Heaven, perhaps, cannot be described with more accuracy than by describing it as a certain embodiment of the site of human passions and tragedies, overseen by the gods and the cosmos where everything, human or nonhuman, has its place.»

    La mención a la «physis» griega me parece muy interesante.

    Buen blog. Un saludo. 🙂

  7. Que no hay ningún mensaje sobrenatural o «New age» en la película!!!!!! ¡QUÉ GENTE! SOLO ACOSTUMBRADOS A LAS RESPUESTAS SIMPLES, O A QUE LES DEN TODO HECHO. Esta película está hecha para que caad uno reflexiones y se ponga a meditar en el sentido de la vida. Así que si ves religiosidad, «panteísmo», o retórica New Age, esa mochila es la que cargas tu solito…

    1. No hace falta usar mayúsculas o tanto signo de exclamación que no estamos sordos. Cuando hago una interpretación de un libro o una película no es para imponerla a los demás sino para que los demás la usen o no para forjar la suya.

      Saludos.

  8. Caray, ¡qué blog más completo! Más que “auladefilosofía” podría llamarse “auladearte”. Me encanta, en serio.
    A mí El árbol de la vida también me parece sublime iconográficamente. Imágenes de belleza sublime, pero también creo que muy tendenciosa. Soy un gran aficionado a la poesía visual, pero no tanto de que me lleven de la manita a través de las imágenes a un mensaje místico, esotérico o yo qué sé. Por cierto que EAV (por abreviar) no sería lo que es sin la fotografía del mexicano Emmanuel Lubezki, pero prefiero la poesía visual del fotógrafo Chema Madoz, que evoca y sugiere pero siempre abierto a la interpretación del espectador, sin aleccionar.
    No sé si es que hay que haber leído, y entendido, que es lo chungo (malditos filósofos con sus terminologías incomprensibles. ¿Tanto les cuesta escribir en cristiano? Luego se quejarán cuando van al médico y le habla con términos técnicos que no entienden más que los médicos. xD), a Heidegger para pillar todos esos significados que comentan por ahí, pero a mí salvo las escenas familiares, maravillosas, no lo discuto, y las bellas proyecciones abstractas de Thomas Wilfred que aparecen al principio, lo de los planetas y la Ibiza celestial del final me parecen infumables.
    Le daré otra oportunidad un año de estos, a ver si es que soy yo, que no me entero, pero para mí que no, que Malick efectivamente intenta arrastrar al espectador al catolicismo pro la vía del encanto estético. Su más reciente ‘Una vida oculta’, sin ser tan refinada visualmente, que lo es pero menos que EAV, también acaba dejando ese poso apologético cristiano, católico, diría yo, más que luterano. Creo que su cine, al menos el relativamente reciente (‘Malas tierras’ o no la entendí o no me pareció especialmente reseñable más allá de una buena factura narrativa; aunque la vi hace muchos años y quizá en mi juventud no estaba yo muy preparado), creo que perfectamente podría acabar o empezar como esas partituras de Bach que llevaban la rúbrica “SDG”, “Soli Deo gloria”, sólo a Dios la gloria, así por lo menos no engañarían a nadie.

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