Kubrick: La naranja mecánica (1971). I Ciclo de Filosofía y Cine.

El miércoles 1 de febrero a las 16.30 el Departamento de Filosofía del IES Valle del Jerte proyectará en la biblioteca del centro la película La naranja mecánica (Kubrick, 1971). A continuación, como es habitual, tendremos un pequeño debate.

Observaciones filosóficas en torno a La naranja mecánica.

La película, a pesar de resultar muy experimental en algunos aspectos, tiene una estructura dramática clásica. Se divide en tres partes: la primera narra las correrías de Alex (paliza a un mendigo, pelea a muerte con la banda de Billy boy, asalto a la casa del escritor y violación de su mujer en su presencia, agresiones a sus drugos -amigos- y el asesinato de la señora de los gatos), la segunda, la prisión y el psiquiátrico donde es sometido a un tratamiento para convertirse en buen ciudadano, y la tercera su reinserción social y la venganza que sufre a manos de una banda de viejos, sus antiguos drugos convertidos en policías y el escritor y sus secuaces. Tras un intento de suicidio y un largo período en coma despierta de nuevo su personalidad salvaje.

A través de la historia de Alex, Kubrick reflexiona sobre la naturaleza del mal. Admitiendo que la psiquiatría conductista ha conseguido elaborar métodos de tortura capaces de forzar a Alex a la bondad, Kubrick señala que bondad y maldad son palabras que sólo pueden aplicarse a seres humanos libres. Concluye, además, que la violencia arbitraria de Alex es menos peligrosa que la violencia sistemática del Estado, con sus prisiones, sus psiquiátricos, su policía o la violencia reactiva de la venganza (los viejos, el escritor, sus subordinados, etc.)

El significado del título de la película, La naranja mecánica, tiene que ver con lo anterior tal y como lo aclara Anthony Burgess en el prólogo a su novela: “…por definición, el ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica, lo que quiere decir que en apariencia será un hermoso organismo con color y zumo, pero de hecho no será más que un juguete mecánico al que Dios o el Diablo (o el Todopoderoso Estado, ya que está sustituyéndolos a los dos) le darán cuerda. Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente malvado. Lo importante es la elección moral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elección moral. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales. (…) No creo tener que recordar a los lectores el significado del título. Las naranjas mecánicas no existen, excepto en el habla de los viejos londinenses. La imagen era extraña, siempre aplicada a cosas extrañas. «Ser más raro que una naranja mecánica» quiere decir que se es extraño hasta el límite de lo extraño. En sus orígenes «raro» [queer] no denotaba homosexualidad, aunque «raro» era también el nombre que se daba a un miembro de la fraternidad invertida. Los europeos que tradujeron el título como Arancia a Orologeria Orange Mécaniqueno alcanzaban a comprender su resonancia cockney y alguno pensó que se refería a una granada de mano, una piña explosiva más barata. Yo la uso para referirme a la aplicación de una moralidad mecánica a un organismo vivo que rebosa de jugo y dulzura.”

Más información en la entrada del blog dedicada a La naranja mecánica.

Eugenio Sánchez Bravo.

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