Zbigniew Herbert: Don Cogito (1974)

Zbigniew Herbert: Poesía completa. Xaverio Ballester (prólogo, traducción y notas). Barcelona: Lumen, 2012.

A Zbigniew Herbert (1924-1998), Czeslaw Milosz (1911-2004), Tadeusz Rózewicz (1921) y Wislawa Szymborska (1923-2012) se les conoce como «los cuatro poetas del Apocalipsis». Nacidos en Polonia, su literatura arranca de las profundidades de Auschwitz.

La poesía de Herbert se caracteriza por el escepticismo y la ironía frente a las grandes Ideas de la Razón. Sus libros más conocidos son Don Cogito (1974) e Informe sobre la ciudad sitiada y otros versos (1983).

Ya he comentado en el blog el poema «Informe sobre la ciudad sitiada«, citado por Don DeLillo en su novela Cosmópolis (2003).

Don Cogito es un poemario de carácter filosófico e inspiración cervantina que ridiculiza las consecuencias morales y políticas del racionalismo ilustrado. Como Horkheimer y Adorno en Dialéctica de la IlustraciónHerbert desconfía de los excesos de la razón que tan fácilmente se transforman en barbarie.

En cualquier caso, el poema que más me ha llamado la atención es este dedicado al Dios de Baruch Spinoza y que cito a continación. Me atrevería a decir que los cuatro versos en negrita son la receta de Herbert para la salud espiritual del Cogito cartesiano.

DON COGITO RELATA LA TENTACIÓN DE SPINOZA

Baruch Spinoza de Amsterdam
anhelaba alcanzar a Dios

mientras pulía lentes
en su desván
atravesó una cortina y de pronto
se lo encontró cara a cara

estuvo hablando largo tiempo
(y mientras hablaba
su mente y su alma
se iban dilatando)
formulaba preguntas
respecto a la naturaleza humana

– Dios se acariciaba la barba distraído

preguntaba por la causa primera

– Dios se quedaba mirando al infinito

preguntaba por la causa última

– Dios hacía chasquear los nudillos
o carraspeaba

cuando Spinoza dejó de hablar
díjole Dios

– hablas de manera hermosa Baruch
me gustan tus geométricos latines
y también tu clara sintaxis
la simetría de tus argumentaciones
hablemos sin embargo de Cosas Verdaderamente
Grandes

– mira tus manos
estropeadas y temblorosas

– te estás haciendo polvo la vista
en esta oscuridad

– comes mal
vistes como un pordiosero

– cómprate una casa nueva
perdona a esos espejos venecianos
por reproducir lo superficial

– sé indulgente con las flores en el pelo
con los cantares de borracho

– preocúpate por los ingresos
como tu colega Descartes

– sé astuto
como Erasmo

– dedícale un tratado
a Luis XIV
de todas formas no lo leerá

– aplaca
la furia de tu racionalismo
que por ella han de caer tronos
y ponerse negras las estrellas

– piensa
en una mujer
que pueda darte un hijo

– ya ves Baruch
estamos hablando de Cosas Grandes

– deseo ser amado
por incultos y violentos
pues son los únicos
que en verdad tienen ansias de mí

ahora la cortina cae
y Spinoza se queda solo

no ve ninguna nube de oro
o luz alguna en las alturas

lo que ve es la oscuridad

y oye el crujir por la escalera
de unos pasos que bajando se alejan.

(pp. 378-380)

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