Anne Carson: Decreación. J. L. Clariond (tr.) Madrid: Vaso Roto, 2014.
El libro de Carson se abre con un breve poemario titulado «Paradas«. Se mueve a medio camino entre la cotidianeidad más banal y el mundo ignoto de los sueños. Incluso en este poema tan sencillo la poetisa desaparece para que puedan hablar las cosas mismas. Como en los antiguos oráculos, el yo tiene que ausentarse para que la voz del destino resuene. Eso es básicamente la decreación.
Lines (pp. 20-21)
While talking to my mother I neaten things. Spines of books by the phone.
Paperclips
in a china dish. Fragments of eraser that dot the desk. She speaks
longingly
of death. I begin tilting all the paperclips in the other direction.
Out
the window snow is falling straight down in lines. To my mother,
love
of my life, I describe what I had for brunch. The lines are falling
faster
now. Fate has put little weights on the ends (to speed us up) I
want
to tell her—sign of God’s pity. She won’t keep me
she says, she won’t run up my bill. Miracles slip past us. The
paperclips
are immortally aligned. God’s pity! How long
will
it feel like burning, said the child trying to be
kind.
[Líneas
Mientras hablo con mamá ordeno cosas. Lomos de libros junto al teléfono.
Clips
en un cuenco de porcelana. Residuos de goma manchan la mesa. Ella habla
con anhelo
de la muerte. Empiezo a girar los clips en la dirección contraria.
Fuera
de la ventana la nieve cae en líneas rectas. A mi madre,
amor
de mi vida, le cuento lo que almorcé. Las líneas caen ahora
más
deprisa. El destino añade peso en los extremos (para apresurarnos)
quisiera
decirle: es señal de la misericordia de Dios. Ella no me retendrá
dice, ella no me pasará factura. Los milagros se escurren sin darnos cuenta. Los
clips
están eternamente alineados. ¡La misericordia de Dios! Cuánto tiempo
la sentiré
arder, dijo la niña intentando ser
amable.]
Decreación continúa con un ensayo sobre los sueños inspirado en una teoría muy sugerente pero radicalmente en desuso. Carson toma de Asclepio y Lacan la idea de que existe una permeabilidad entre el sueño y la realidad de modo que la curación lograda en el sueño podría tener su correlato en el mundo físico. Esta ósmosis entre realidad y sueño es la clave para profundizar, por ejemplo, en los personajes clave de la Odisea de Homero. Así, Carson diserta sobre cómo Ulises prefiere no dormir porque durante el sueño se bajan las defensas y acecha el peligro, mientras que Penélope usa con maestría la magia del sueño para seducir a su marido. La dialéctica entre sueño y realidad es también evidente en el Critón de Platón donde a Sócrates se le informa de su destino mientras duerme.
A continuación Carson introduce un ensayo sobre lo sublime en Longino, un neoplatónico experto en retórica al que puede situarse en los siglos I-III d. C. Al igual que en Kant, lo sublime en Longino tiene que ver con el desbordamiento. Lo sublime es aquello que excede nuestra capacidad de representación. Aparece, por ejemplo, en los arrebatos de violencia, y para mostrarlos hay que romper la sintaxis como hacía Demóstenes. Algo parecido hizo Michelangelo Antonioni antes de rodar la trágica escena final de Crónica de un amor (1950). Al ver que la actriz, Lucía Bosé, estaba siempre demasiado feliz, se acercó a ella para abofetearla.
Al contrario que la belleza, siempre sometida a unas reglas o un canon, la experiencia estética de lo sublime amenaza con desorientar por completo el alma del espectador, con hundirla o derrotarla. Los escenarios preferidos de lo sublime son los fenómenos extremos: los volcanes, los océanos, el éxtasis, la muerte… Sin embargo, lo sublime no es sólo una amenaza de peligro sino también de salvación. Pero antes de empezar a elaborar esta idea Carson imita a Longino e interrumpe bruscamente su reflexión. Se aleja patinando.
Siguen una serie de poemas bajo el título «Sublimes«. En ellos se entrelazan de forma extraña Safo, Longino, Kant,Antonioni, Vitti, Godard y Seberg. En ‘Kant’s Question About Monica Vitti’ Carson introduce a Kant como el pretendiente rechazado por Monica Vitti al comienzo de L’Eclisse (M. Antonioni, 1962). Vitti interpreta la búsqueda desesperada del tipo de amor que desborda –The Thing In Itself-, mientras que su amante, en este caso Kant, sólo aspira a hacerla feliz.
Kant’s Question About Monica Vitti (pp. 106-107)
It was hidden in her and it gave Kant pleasure.
L’Eclisse begins with a wind blowing Monica Vitti’s hair. She is inside a room.
Kant’s was a partly negative pleasure. Where is that wind from?
Kant took pleasure in what he called Thing in Itself. She is prowling the room with her eyes down, observed deeply by a man in an armchair.
Thing in Itself was unattainable, insurmountable. She keeps trying to leave the room.
Nor could Thing in Itself be represented. Curtains are drawn, the room is full of objects, lamps are burning here and there, who knows what hour of the night it may be? Her hair blows slowly.
Yet through the very failure of its representation, Thing in Itself might be
inscribed within phenomena. She lifts a piece of paper, puts it down.
(…)
[Pregunta de Kant sobre Monica Vitti
Estaba oculta en ella y a Kant le producía un gran placer.
L’Eclisse empieza con el viento agitando el cabello de Monica Vitti. Ella está en un cuarto.
El placer de Kant era en parte negativo. ¿De dónde viene ese viento?
Kant se complacía en lo que él llamaba la Cosa en sí.
Ella va y viene por el cuarto mirando el suelo, mientras es observada fijamente por un hombre en un sillón.
La Cosa en sí era inalcanzable, infranqueable. Ella sigue intentando dejar el cuarto.
Ni podía representarse la Cosa en sí. Las cortinas están corridas, el cuarto está lleno de objetos, las lámparas alumbran aquí y allá ¿quién puede decirme qué hora de la noche es? Su cabello se agita suavemente.
A pesar de la imposibilidad de su representación, la Cosa en sí podría
quedar inscrita dentro de los fenómenos. Ella levanta un trozo de papel, lo baja.
(…)]
Michelangelo Antonioni: L’Eclisse (1962)
Sigue otro breve poemario titulado «Gnosticismos«. Ese es el nombre que se les da a todas las variantes del cristianismo que prometían la salvación, no a través de las obras, sino de un conocimiento directo o intuitivo. Son sólo seis poemas plenos de reminiscencias literarias (Gertrude Stein, Homero, Wordsworth), fluir de conciencia, versos indescifrables, fragmentos autobiográficos… Me quedo con la descripción del rostro de Coetzee: «his face a glass that has shattered but not yet fallen» [Su cara un cristal astillado, aún sin desprenderse]. Así me imagino al autor de Desgracia.
Decreación continúa con una sucesión de aforismos que sirven de comentario a la obra de Betty Goodwin ‘Seated Figure with Red Angle’ (1988). De nuevo múltiples alusiones culturales (Artaud, Nabokov, Pascal, Freud) en este pequeño tratado de Estética. ‘If artists tell you art is before thought’.
Betty Goodwin: Seated Figure With Red Angle (1988)
En las páginas que siguen Carson se escapa definitivamente de lo que se espera de un libro de poesía. «Lots of Guns» es un oratorio para cinco voces en homenaje a Gertrude Stein. Se estrenó en Nueva York en marzo de 2003. El humor paradójico y los peculiares juegos de lenguaje de Stein están presentes desde el inicio:
Who are you?
A stranger.
Why are you here?
To take your life and stuff it in a box.
You have no right.
My gun gives me the right.
I veto your gun.
Your veto is unreasonable.
Your reason is a mystery.
Your mystery is a way of lying.
This concept is no longer in use.
You mean lying?
The concept of lying, yes, is no longer in use.
What do you do when you want to avoid telling the truth?
I use a microwave oven.
How does that work?
Has 600 watts and 5 power levels.
Isn’t it hard on your gun?
I never put my gun in the microwave—there is no need. Guns do not lie. (p. 162)
Carson lleva a cabo una crítica, en tono parmenídeo, de la proliferación de armas en Estados Unidos y a nivel mundial, «esférico».
Parmenides named his gun The Hot Power of the Stars. His gun was one, uncreated, imperishable, timeless, changeless, perfect, spherical. Spherical was the problem. (p. 168)
Al ensayo central: «Decreación: De cómo dicen Dios mujeres como Safo, Marguerite Porete y Simone Weil» le preceden tres textos breves:
«Quad«, una versión irónica del teatro de Beckett,
«H & A Screenplay«, un guión televisivo de corte beckettiano en el que Eloísa está bastante harta de ser la coartada romántica del gran filósofo y profesor universitario.
«Totalidad«, tres páginas sobre la aventura lésbica de la virginal Virginia Woolf con Vita Sackeville.
El ensayo «Decreación«, de cuatro partes, encuentra afinidades entre el misticismo de la poetisa griega Safo (s. VII-VI a. C.), la hereje Marguerite Porete, quemada en 1310 en París por su libro El espejo, y la filósofa Simone Weil, autora de La gravedad y la gracia.
Dice Safo contemplando a su amada con otro que «huyen de mí las palabras», «un frágil fuego se propaga bajo mi piel», «mis ojos nada ven», «un estruendo invade mis oídos», «un frío sudor me envuelve», «me lleno toda de un temblor» y «más verde que la hierba soy». Parece una escena convencional de celos pero Carson se atreve con una interpretación mística tomada directamente de Weil. Para Weil la relación con Dios sólo es posible si destruimos a esa criatura que denominamos «Yo», porque el «yo» es el culpable de que Dios no entre en contacto con «todas estas cosas que veo, escucho, respiro, toco…». Aplicado al triángulo sáfico, la voz de la poetisa ha de morir para que dios y su creación se entiendan. En mi opinión, el análisis de Carson no hace ningún favor literario a Safo. En el caso de Marguerite Porete, Carson identifica y relaciona la mística del abandono de Weil y los celos de Safo en una interpretación muy forzada.
Sea como sea, en la cuarta parte que cierra «Decreación«, Carson pone de manifiesto la contradicción entre la mística del silencio de Safo, Porete y Weil, y el narcisismo de haber dejado por escrito su testimonio. En cierto modo, dice Carson, es necesario bailar con la «falsedad» de la escritura y la supervivencia si se quiere abrir un camino hacia la paradoja de una verdad absoluta.
Termina Carson con un libreto de ópera también titulado «Decreación» y un guión de una página para un documental titulado «Anhelo«.
Hola Eugenio. Ahora le tocaría el turno a la tercera Anne, Anne Waldman (supongo que el apellido es importante, o no), y algunos de sus poemas como “En el día de tu cumpleaños viejo Walt Whitman” o “Vísperas de una noche de brujas”, o aquel otro, “Pratitya samutpada”, del que te escribo un trocito: “¿Conoces, amigo, esta expresión/que habla del común origen e interconexión/ de todo lo vivo?/si le haces esto a eso, pasa esto/o eso a eso, pasa aquello/o esto a esto a eso a esto a eso a eso/(…)
Podría mencionar otras poetas, hay muchísimas, alguna me gusta especialmente, pero hablar de mujeres poetas, es algo así como hablar de los poetas negros, un grupo variopinto y multicolor bajo la negrura. Me emocionan siempre los poemas pero me interesa especialmente de tu entrada esa alusión que haces a la contradicción entre “silencio místico” y “testimonio narcisista”.
Quería ponerte también algo en la entrada de Rohmer, pero escribes tantas cosas interesantes que hay que decir “¡eh! Despacio”.
Un abrazo,
Marisa
Hola Marisa, qué alegría ver tu comentario y tu recomendación. La verdad es que no tenía ni idea de Anne Waldman. De la generación beat siempre se habló de hombres. Ahora mismo prefiero leer poesía escrita por mujeres. No sé por qué, es una especie de magnetismo.
Por fin, ya empiezo a leer de nuevo y a recuperar la capacidad para sentir. Han sido un par de meses muy duros pero si puedo leer y escribir alguna reseña es que estoy mejor.
Veo como enlaza la cita de Waldman con las teorías de Lynn Margulis. Pero háblame de mujeres poetas, son todas bienvenidas. Ahora empezaré con Bishop y luego Blandiana y así. Me sientan bien. No me interesan los ensayos ni las novelas ni la poesía de ideas… Quiero versos como los de Anne Sexton. Quiero vivir, por lo menos en los libros. 🙂
La verdad es que el ensayo de Carson sobre Safo, Porete y Weil no es bueno, pero esa parte final en la que se aparta con ironía del suicidio de Weil (de llevar la decreación hasta el límite de no comer y morirte de una neumonía a los 34) me gustó. La vida es corta. No hace falta hacerla más corta todavía. Pero es un tema complicado y no quiero frivolizar.
Cuando les digo a los alumnos que la pornografía ha devenido «lengua universal» y que el imperativo categórico kantiano lo han sustituido por el imperativo «sexy baby» todos se ríen y están de acuerdo. Supongo que Eric Rohmer también sería capaz de hacer buenas películas con este material en lugar de los juicios sintéticos a priori.
¡Sí, Margulis y la otra Carson! Eugenio, me alegra muchísimo que te encuentres mejor y que quieras sentir, y la filosofía y la poesía se hacen más profundas y necesarias en situaciones vitales difíciles…
De la generación beat está también ruth weiss (con “minúsculas”. Y si pusiéramos sólo el apellido muchos pensarían en Peter), puedo citar algunos versos como “(…)existe un punto/donde el rescate último/del amor es posible(…). Hay una antología sobre mujeres poetas de esa generación, digamos que le da un espacio propio a los personajes secundarios.
En un estilo distinto, más vitalista (no lo digo en el sentido del “élan vital” sino de celebración trágica. Lo aclaro porque en la era de la neurona, muchos filósofos que critican el vitalismo, la confrontación manida Vitalismo-Positivismo, deberían haberse dedicado a alguna ingeniería, a fin de cuentas la filosofía no es necesaria porque no nos diferenciamos del plástico. ¡Je!), estaría Gioconda Belli. Pero me encanta A. Pizarnik, y seguro que de ella tú sí sabrás mucho, más que yo.
Por cierto, si tuviera que poner una peli en clase de E Rohmer, sería Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle, hasta en la inocencia hay diferentes actitudes.
Veña adiante. Unha aperta.
Marisa
He visto la antología, «Beat Attitude» en editorial Bartleby. Me gusta esa editorial porque me encantó su edición de la poesía completa de Carver. De Pizarnik sólo conozco algunos versos pero necesito estar en un estado de ánimo especial para leerla. De Gioconda Belli no sabía nada. Así que tendré que ponerme las pilas. A mí siempre me gustó «El rayo verde». No la pondría jamás en clase. A veces los chicos pueden ser un poco crueles.
ojalá pudiese ofrecerte una opinión seria sobre Dickens pero, siento decepcionarte, todo lo que sé de Dickens lo aprendí en el cine. Oliver Twist (David Lean, 1948), Scrooged (la versión de Richard Donner de A Christmas Carol, 1988), Oliver (musical de Carol Reed, 1968), A Christmas Carol por Robert Zemeckis en 2009, Great Expectations (David Lean, 1946)…
No sé por qué pero cada vez que abría un libro de Dickens me parecía que iba a perder el tiempo con algo ya sabido. Prefería devorar a Jack London o Edgar Alan Poe.
Veo el sitio web http://www.auladefilosofia.net y es impresionante. Me pregunto si el contenido o las opciones de publicidad de banners disponibles en su sitio.
¿Cuál será el precio si nos gustaría poner un artículo en su sitio?
Nota: el artículo no debe ser ningún texto como patrocinado o publicitado o así
Hola Eugenio. Ahora le tocaría el turno a la tercera Anne, Anne Waldman (supongo que el apellido es importante, o no), y algunos de sus poemas como “En el día de tu cumpleaños viejo Walt Whitman” o “Vísperas de una noche de brujas”, o aquel otro, “Pratitya samutpada”, del que te escribo un trocito: “¿Conoces, amigo, esta expresión/que habla del común origen e interconexión/ de todo lo vivo?/si le haces esto a eso, pasa esto/o eso a eso, pasa aquello/o esto a esto a eso a esto a eso a eso/(…)
Podría mencionar otras poetas, hay muchísimas, alguna me gusta especialmente, pero hablar de mujeres poetas, es algo así como hablar de los poetas negros, un grupo variopinto y multicolor bajo la negrura. Me emocionan siempre los poemas pero me interesa especialmente de tu entrada esa alusión que haces a la contradicción entre “silencio místico” y “testimonio narcisista”.
Quería ponerte también algo en la entrada de Rohmer, pero escribes tantas cosas interesantes que hay que decir “¡eh! Despacio”.
Un abrazo,
Marisa
Hola Marisa, qué alegría ver tu comentario y tu recomendación. La verdad es que no tenía ni idea de Anne Waldman. De la generación beat siempre se habló de hombres. Ahora mismo prefiero leer poesía escrita por mujeres. No sé por qué, es una especie de magnetismo.
Por fin, ya empiezo a leer de nuevo y a recuperar la capacidad para sentir. Han sido un par de meses muy duros pero si puedo leer y escribir alguna reseña es que estoy mejor.
Veo como enlaza la cita de Waldman con las teorías de Lynn Margulis. Pero háblame de mujeres poetas, son todas bienvenidas. Ahora empezaré con Bishop y luego Blandiana y así. Me sientan bien. No me interesan los ensayos ni las novelas ni la poesía de ideas… Quiero versos como los de Anne Sexton. Quiero vivir, por lo menos en los libros. 🙂
La verdad es que el ensayo de Carson sobre Safo, Porete y Weil no es bueno, pero esa parte final en la que se aparta con ironía del suicidio de Weil (de llevar la decreación hasta el límite de no comer y morirte de una neumonía a los 34) me gustó. La vida es corta. No hace falta hacerla más corta todavía. Pero es un tema complicado y no quiero frivolizar.
Cuando les digo a los alumnos que la pornografía ha devenido «lengua universal» y que el imperativo categórico kantiano lo han sustituido por el imperativo «sexy baby» todos se ríen y están de acuerdo. Supongo que Eric Rohmer también sería capaz de hacer buenas películas con este material en lugar de los juicios sintéticos a priori.
Abrazos
Eugenio.
¡Sí, Margulis y la otra Carson! Eugenio, me alegra muchísimo que te encuentres mejor y que quieras sentir, y la filosofía y la poesía se hacen más profundas y necesarias en situaciones vitales difíciles…
De la generación beat está también ruth weiss (con “minúsculas”. Y si pusiéramos sólo el apellido muchos pensarían en Peter), puedo citar algunos versos como “(…)existe un punto/donde el rescate último/del amor es posible(…). Hay una antología sobre mujeres poetas de esa generación, digamos que le da un espacio propio a los personajes secundarios.
En un estilo distinto, más vitalista (no lo digo en el sentido del “élan vital” sino de celebración trágica. Lo aclaro porque en la era de la neurona, muchos filósofos que critican el vitalismo, la confrontación manida Vitalismo-Positivismo, deberían haberse dedicado a alguna ingeniería, a fin de cuentas la filosofía no es necesaria porque no nos diferenciamos del plástico. ¡Je!), estaría Gioconda Belli. Pero me encanta A. Pizarnik, y seguro que de ella tú sí sabrás mucho, más que yo.
Por cierto, si tuviera que poner una peli en clase de E Rohmer, sería Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle, hasta en la inocencia hay diferentes actitudes.
Veña adiante. Unha aperta.
Marisa
He visto la antología, «Beat Attitude» en editorial Bartleby. Me gusta esa editorial porque me encantó su edición de la poesía completa de Carver. De Pizarnik sólo conozco algunos versos pero necesito estar en un estado de ánimo especial para leerla. De Gioconda Belli no sabía nada. Así que tendré que ponerme las pilas. A mí siempre me gustó «El rayo verde». No la pondría jamás en clase. A veces los chicos pueden ser un poco crueles.
Un abrazo.
Qué opinión le merece la obra de Dickens? Cual es su obra favorita?
Un saludo.
Hola Anónimo,
ojalá pudiese ofrecerte una opinión seria sobre Dickens pero, siento decepcionarte, todo lo que sé de Dickens lo aprendí en el cine. Oliver Twist (David Lean, 1948), Scrooged (la versión de Richard Donner de A Christmas Carol, 1988), Oliver (musical de Carol Reed, 1968), A Christmas Carol por Robert Zemeckis en 2009, Great Expectations (David Lean, 1946)…
No sé por qué pero cada vez que abría un libro de Dickens me parecía que iba a perder el tiempo con algo ya sabido. Prefería devorar a Jack London o Edgar Alan Poe.
Saludos.
Oye ,
Veo el sitio web http://www.auladefilosofia.net y es impresionante. Me pregunto si el contenido o las opciones de publicidad de banners disponibles en su sitio.
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Eugenio.