«Inténtalo otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor»
Slavoj Žižek: Primero como tragedia, después como farsa. José María Amoroto Salido (tr.) Madrid: Akal, 2011.
18 Brumario de Luis Bonaparte es una obra publicada por Karl Marx en 1852 en la que realiza un estudio de las causas que condujeron al golpe de Estado de 1851. Imitando a su ilustre antepasado Napoleón Bonaparte, Luis disolvió la Asamblea y se coronó Emperador. La sentencia más conocida de esta obra de Marx es una matización de una idea hegeliana:
Hegel observa en alguna parte que todos los grandes acontecimientos y personajes de la historia mundial se producen, por así decirlo, dos veces. Se le olvidó añadir: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. (p. 5)
Žižek apunta que en la primera década del siglo XXI hemos vivido una situación semejante. Primero, la tragedia de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, a continuación, la crisis financiera de 2008. Para defender a la civilización occidental del fundamentalismo islámico el presidente George Bush pidió a los estadounidenses que renunciasen a derechos y libertades inalienables en la Patriot Act. Siete años después, el colapso de los mercados permitió a George Bush suspender el libre mercado y rescatar a la banca en una curiosa variante del socialismo que sólo beneficiaba a los más ricos. Y viene al caso la siguiente observación de Žižek.
Herbert Marcuse, en su introducción a una nueva edición del Dieciocho Brumario, añadió otra vuelta de tuerca: algunas veces, la repetición a modo de farsa puede ser más terrorífica que la tragedia original. (p. 7)
Las medidas para salvar la crisis financiera no estaban realmente pensadas para solucionar las debacles periódicas del capitalismo, sino para restaurar la confianza en los mercados porque, al fin y al cabo, de eso va la economía actual, de la apariencia de seguridad que el imaginario colectivo esté dispuesto a aceptar. En realidad, el rescate a los mercados resultó ser una farsa tan previsible como la pantomima de seguridad con que se encuentra el pasajero de un vuelo comercial (véase la portada del libro). Nadie cree realmente en ella, pero nos dejamos llevar por el ridículo ritual que nos ofrece una y otra vez la tripulación de cabina.
Sin embargo, Žižek está convencido de que ese cinismo postmoderno del que continuamente hacemos gala es superficial. En el fondo,
… creemos no menos, sino mucho más de lo que imaginamos que creemos. Por lo tanto, Benjamin fue muy clarividente en su observación de que «todo depende de cómo cree uno en su propia creencia». (p. 7)
Este es el punto fuerte de la filosofía de Žižek: desentrañar el modo en que creemos aquello en lo que decimos creer.
¿Qué tipo de sociedad, se pregunta Žižek, es capaz de poner en suspenso el dogma económico del libre mercado para socializar las pérdidas de la banca privada sin apenas inmutarse? La tentación popular de exteriorizar la ira en manifestaciones más o menos violentas tuvo sus correspondientes cargas policiales, atención de los mass media, indignación y olvido inmediato. El pensador esloveno propone, al contrario, «controlar nuestra furia y transformarla en una glacial determinación de pensar», es decir, seguir la máxima de Kant en ¿Qué es Ilustración?, «¡Obedece, pero piensa!».
Hay que preguntarse una y otra vez qué tipo de sociedad es capaz de admitir sin reservas el chantaje de recortar en educación o sanidad para inyectar millones en un sistema bancario corrupto hasta la médula. La única respuesta sensata es que adoramos al Capital mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir. No creemos en él, sabemos que es la Bestia que incrementa la pobreza en el Tercer Mundo, aumenta las diferencias entre ricos y pobres, conduce periódica y necesariamente a timos de tipo piramidal y no tiene reparos en alimentarse del narcotráfico o la venta de armas. A pesar de todo, la dejamos libre porque en el fondo sabemos que es a otros a quienes golpea y, en realidad, trabaja a nuestro favor. Este despliegue de hipocresía no sería posible sin la farsa socialista de las donaciones millonarias de Bill Gates o Starbucks a «causas justas» o el éxito mundial del budismo, una religión que te invita a sanear tu vida interior para dejar el mundo tal como está.
Sólo hay, dice Žižek, una alternativa a la deriva irracional del Capital que, a través de instituciones como el FMI, realiza un reparto de la energía, el agua o la comida, que lleva al caos y la guerra de forma permanente. El espectro del comunismo recorre de nuevo el mundo, es el momento de reinventarlo en nuestra situación histórica concreta.
Nuestra Tesis 11 debe ser: en nuestras sociedades, los izquierdistas críticos hasta ahora sólo han conseguido ensuciar a los que están en el poder, cuando de lo que se trata es de castrarlos… (p. 12)
Žižek, más jacobino y leninista que nunca, reclama la vuelta a los cuatro pilares revolucionarios de todas las épocas: la estricta justicia igualitaria, el terror disciplinario, el voluntarismo político y la confianza en el pueblo. Frente al capitalismo de corte asiático avalado por la socialdemocracia actual, Žižek reclama un acto de «violencia divina», «tirar del freno de mano del tren del Progreso Histórico», en lo que parece un giro hacia las teorías económicas del decrecimiento.
Sea como sea, a lo largo del texto Žižek demuestra que es, como Nietzsche, un buen «cazador de ratas»:
- Critica a quienes argumentan que el fundamentalismo islámico es de izquierdas porque se enfrenta al capitalismo. Hay que recordar que no se puede ser de izquierdas y al mismo tiempo defender un antisemitismo rampante que da por buena la propaganda nazi de los Protocolos de los Sabios de Sión.
- Recuerda el uso mágico que ha hecho el Capital de la doctrina existencialista del ser-para-sí como «nada» y «libertad» para «sostener el inacabable proceso de ‘auto-re-creación’ consumista».
- Resalta el modo en que el espíritu revolucionario del 68 fue incorporado al sistema dando a la gente permisos pero no poder. Vivimos en una sociedad muy permisiva pero poco democrática.
- Llama la atención sobre el hecho de que los prejuicios contra los emigrantes no pertenecen a la clase privilegiada sino a la clase trabajadora. La clase dominante está encantada con recibir y dar papeles a nueva mano de obra barata que explotar.
- Advierte que las temidas catástrofes ecológicas no son incompatibles que el desarrollo económico capitalista. Al contrario, podrían convertirse en una mercancía del futuro.
Como en todos los libros del filósofo esloveno también se pueden encontrar muchas excusas para no leerlo más: restos indescifrables de Lacan, juicios de valor delirantes como la apología de la figura de Nixon y la «sobresaliente» hagiografía que le dedica Oliver Stone, la celebración de la victoria de Obama como un gran paso para la humanidad, un plagio inconsciente de Baudrillard (que «Italia es en la actualidad un cierto tipo de laboratorio experimental de nuestro futuro» estaba ya escrito en Cool Memories hace casi treinta años) y otros dogmas de fe como la defensa de la dictadura del proletariado, la llamada al universalismo paulino estilo Eagleton o la conversión de los Excluidos, el Homo Sacer de Agamben, en el nuevo sujeto histórico marxista. Y, además, muchas citas inútiles, desorganización y caos.
El análisis de la conexión entre los atentados de París, la crisis de los refugiados sirios, el inmovilismo de la Unión Europea y el vacío ideológico de la izquierda hecho por Žižek, Varoufakis y Assange es muy sugerente. Sin embargo, cuando llega el momento de hacer propuestas parece que han cruzado al otro lado del espejo y viven en una realidad paralela. Varoufakis, con una ingenuidad inesperada, propone democratizar la Unión Europea emitiendo en vivo y en directo las reuniones del Eurogrupo :). Assange profetiza la llegada a Europa de una variante del cristianismo compatible con el Islam moderado 🙂 y Žižek redondea la cuestión afirmando que Comunismo y Espíritu Santo son uno y lo mismo. 🙂
Hay gente menos «desorganizada» para leer con algun provecho que este esloveno cuasi maníaco. Ademas, mucho abarca el rollizo.
Hola Hugo, alguna sugerencia?
Perdona el retraso, pero recién ahora acabo de ver tu post. Como sugerencia, El veneno de la Teoría, de Compagnon. O, yendo a lo propiamente inmortal, Memorias de Ultratumba, del grandioso Chateaubriand. Frente a tanta hojarasca postestructuralista, posmarxista, postecnológica y prebiológicaconstitutiva, algunos clásicos son un modelo de inteligencia discursiva. Insisto: el rollizo abusa de su espíritu emprendedor y de su locuacidad multiteórica. En fin, a cada uno según su necesidad etc.
Buenos libros, sin duda. Especialmente Chateaubriand. Gracias por añadirlos. Espléndidas ediciones de ambos en Acantilado.
Saludos.
Eugenio.
Hola
hace unos dia comencé a leer «en defensa de la Intolerancia» y me parece bastante acertado, aunque no de verdades absolutas.
Mas bien creo que es una opinión de respeto que es importante considerar si queremos hacer algo de este mundo.
Ese es un buen libro: breve e inteligible. Pero hay mucho en la producción de Zizek que dista de acercarse a esos dos criterios.
Aquí tienes una reseña de En defensa de la intolerancia: https://auladefilosofia.net/2009/05/16/slavoj-zizek-en-defensa-de-la-intolerancia/
Y de todos sus libros yo elegiría este: https://auladefilosofia.net/2010/07/04/slavoj-zizek-sobre-la-violencia/
Saludos.
Gracias Iván.
Ahora recordaba yo el «You can’t handle the truth!» de «Algunos hombres buenos» (1992). Esto es algo parecido a lo que tenía el dictador Franco con España, nosotros no podíamos soportar la verdad y él elegía lo que podíamos o no saber.
