Fernando San Basilio: Crónicas de la Era K-pop. Impedimenta: Madrid, 2015.
Son tres las novelas publicadas hasta la fecha por el autor: Curso de librería (2006), Mi gran novela sobre La Vaguada (2010) y El joven vendedor y el estilo de vida fluido (2012).
Crónicas de la Era K-pop supone un cambio drástico de escenario: San Basilio se desplaza de un Madrid sombrío y provinciano hasta Seúl, capital de la Corea de Samsung. Allí triunfan las franquicias occidentales de café y el incomprensible K-pop.
Más sinergias entre la nueva ola del pop coreano o K-pop y la burbuja del café: Cappuccino o el segundo single extraído del álbum Tonight—solo para Japón—, de Kim Hyun Joong, integrante de la banda SS501 y también solista. En el vídeo de Cappuccino, Kim es un barista con cazadora de cuero y ojos almendrados que además de preparar un buen café sabe cómo convertir una cafetería de mesas blancas y mucha luz natural en una auténtica fiesta. A lo largo del vídeo se nos da a entender, por medio de una serie de ventanas emergentes, que tanto el café como la máquina y los filtros que usa Kim son los mismos que se usan en los locales de la cadena The Coffee Bean 6c Tea Leaf (p. 123)
Es el apogeo de un consumo conspicuo donde el lujo es equivalente a «extranjero». Pero lo interesante es que «lo extranjero» no tiene por qué ser «verdaderamente extranjero». Es la cultura de lo inauténtico o la nadería llevada a su máxima expresión. Pero, incluso ahí, San Basilio se las arregla para escribir una novela que trasciende sobradamente la estupidez de la anécdota argumental.
La mayoría de las cadenas de cafeterías que operan en Corea son de propiedad coreana, pero su principal seña de identidad es el extranjerismo, la idea de que no estás en Corea sino en un rincón de la vieja Europa —Francia, Italia, incluso Austria— o en Estados Unidos y consumiendo una materia prima de un tercer y remoto país. Lo cual siempre es agradable, un pequeño lujo. Para mecer esta idea, explica Yoo, las cadenas de cafeterías ofrecen unos precios verdaderamente altos y por tanto siguen lo que él llama la técnica de los yogures líquidos Actimel: «Mételos en frascos pequeños, adórnalos con asociaciones de ideas acerca de la salud, las defensas y la longevidad, y pon-les un precio disparatado: solo así conseguirás que la gente valore tu producto». (p. 29-30)