Don DeLillo: Los nombres. Gian Castelli (tr.). Barcelona: Seix Barral, (epub) 2011.
τα ονόματα es una extensa reflexión sobre la relación entre el lenguaje y el mundo. La lógica del capital, que sólo habla ya consigo mismo, ha infectado a las palabras, que ya no significan, no nos vinculan con lo real.
El mundo se ha convertido en algo autorreferente. Lo sabes. Es algo que ha empapado la propia textura del mundo. Durante miles de años, el mundo representaba nuestra forma de escape, nuestro refugio. Los hombres se escondían de sí mismos en el mundo. Nos ocultábamos de Dios o de la muerte. El mundo era donde vivíamos, y nuestro propio yo era donde enloquecíamos y moríamos. Pero ahora el mundo ha adquirido un yo propio. ¿Por qué? ¿Cómo? Eso es algo que da lo mismo. ¿Qué ocurre con nosotros ahora que el mundo tiene un yo? ¿Cómo nos las arreglamos para decir la cosa más simple sin caer en una trampa? ¿Adónde vamos, cómo vivimos, a quién creemos? Esa es mi imagen, la de un mundo autorreferente, un mundo del que no existe vía posible de escape. Location 5297
DeLillo sugiere que existen dos usos principales del lenguaje: uno, para abrir nuevas posibilidades al mundo y, otro, para dominarlo.
El primero es el de la conversación repetida durante milenios, el de la poesía o el de la religión. Emana del reconocimiento de que el curso de lo real se escapa de nuestras manos. «El río de la lengua ser Dios».
El segundo es el de la ciencia o la búsqueda de leyes o patrones regulares. Esta variante del lenguaje es la propia de una secta extraña que busca restos de alfabetos de lenguas extinguidas. Una vez los encuentra elige una víctima cuyas iniciales coincidan con las del lugar del descubrimiento. También es la lengua de los negocios, de las inversiones en futuros o derivados financieros, del análisis de riesgos, de los complejos modelos estadísticos… Concluye en el vacío o la nada.
Los ejecutivos en tránsito formábamos una subcultura que envejecía en aeroplanos y aeropuertos. Enfrentados de modo cotidiano a fulgurantes formas de muerte, sabíamos todo lo que había que saber acerca de porcentajes y niveles de seguridad. Sabíamos qué compañía aérea nos haría vomitar con su comida, qué rutas nos conectarían mejor con nuestro destino. Conocíamos los distintos modelos de aeronaves y sus configuraciones interiores, y comparábamos aquellos datos con las distancias a las que debíamos trasladarnos. Location 93
El tiempo se pierde. No lo recordamos. No conservamos impresiones sensoriales, ni voces, ni vestigios del estruendo ventoso de la aeronave sobre la pista, ni del blanco rumor del vuelo, ni de las horas de espera. Nada sino el humo que reposa sobre nuestro cabello y nuestra ropa. Se trata de un tiempo muerto. Nunca ha sucedido, hasta el momento en que vuelva a suceder. Y, entonces, no habrá ocurrido nunca. Location 112.
Novela compleja, densa, difícil, lenta, que encierra varios de los temas que DeLillo desarrollará después en Cosmópolis (tiempo y capital) o Ruido de fondo (tiempo y muerte).
Recuerdo un título esencial en la búsqueda del por qué del autismo infantil: «La fortaleza vacía». Quizá hemos desarrollado un «lenguaje-discursivo» para todo lo interpretable e incluso en la «maravillosa ficción». Si nos dejamos atrapar por el lenguaje creo que fue en esa búsqueda de la interpretación de la realidad (jamás única). La tragedia actual ahonda en lo que el autor desarrolla como apertura de la conciencia a la «realidad del presente contínuo: aquí y ahora». No podremos escapar nunca del lenguaje ni de sus variaciones. Nos condiciona en los sueños, en el silencio/ausente, en la búsqueda de ese futuro trazado a golpe de «vacío existencial». Un libro extraordinario, de lectura obligada, casi por necesidad. Me permito citar unos versos de Luís Rosales:
«Mi palabra será como un golpe de arado..
Yo digo
la moral del amor, pero tened en cuenta
que un minuto no puede llenarse con un nombre.»
Un saludo.