
Thomas Bernhard: Corrección. Miguel Sáenz (tr.) Madrid: Alianza, 2006.
Ayer, 20 de abril, tuvo lugar la tercera ponencia de las VII Jornadas Filosóficas «Paradoxa» organizadas por la Asociación de Filósofos Extremeños (AFEx). Fue impartida por la profesora de Filosofía de la Universidad de Extremadura Carla Carmona bajo el título «Problemas estéticos de la contemporaneidad». Es autora de los libros La idea pictórica de Egon Schiele (Geneuve Ediciones, 2012) y En la cuerda floja de lo eterno. Sobre la gramática alucinada de Egon Schiele (Editorial Acantilado, 2013) y también ha participado en el volumen colectivo Wittgenstein. Arte y Filosofía (Plaza y Valdés, 2013).
La profesora Carmona aplica algunas de las tesis del Tractatus a la Estética. La forma lógica de una proposición no puede decirse, sólo mostrarse. La lógica es el andamiaje de las proposiciones o, lo que es lo mismo, la lógica es trascendental. La lógica muestra los límites del lenguaje y, por tanto, del mundo. Sin embargo, «Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico.» (6.522). Y concluye, «De lo que no se puede hablar hay que callar» (7)
Aplicadas a la Estética estas ideas de Wittgenstein tienen relación con las teorías del crítico de arte Clement Greenberg. En la obra de arte no puede separarse representación y contenido. Lo místico se muestra en la obra pero no puede parafrasearse o ser traducido al lenguaje. Cuando al arte se le imponen desde fuera contenidos ajenos a la forma (ya sean éticos o políticos) se está poniendo en peligro su integridad. En el caso de Schiele, afirma la profesora Carmona, su arte se devalúa cuando se vuelve procaz (pone en escena aquello de lo hay que callar, lo místico, el sexo) o contestatario (tras pasar unos días en la cárcel acusado de pornografía). Su arte alcanza sus cotas más altas en los paisajes inspirados en Van Gogh.


Otro ejemplo artístico que muestra la identificación exacta de forma y contenido es la casa que Wittgenstein diseñó para su hermana Margaret. entre 1926 y 1928. No hay ornamentos de ningún tipo. Es tan minimalista como las proposiciones del Tractatus. Se trata de diseñar una casa sub specie aeterni, totalmente ajena a los gustos y las modas de cualquier época. Sólo simetría y armonía. El resultado es, en algún sentido, «monstruoso»:



Inmediatamente pensé en la novela de Bernhard, Corrección. Publicado el original en 1975 por Suhrkamp, fue traducida por Miguel Sáenz para Alianza en 1983. La leí hace muchos años, en 1986, pero muchos párrafos quedaron para siempre en mi memoria.
Al genio Bernhard le gustaba mirarse o buscar inspiración en el espejo del genio Wittgenstein, comentaba Unseld, el dueño de Suhrkamp. Así, Corrección es la versión de Bernhard del diseño de la Kundmanngasse por Wittgenstein. Un narrador anónimo, que permanece dentro de las fronteras del lenguaje, tiene que hacerse cargo del legado de su amigo Roithamer. Este se ha suicidado tras seis años dedicado a planificar la residencia perfecta para su hermana: un Cono invertido en el centro del bosque de Kobernauss. No es posible acceder a lo místico y permanecer en el mundo. El camino hacia lo místico es una senda de autodestrucción.
Que en Altensam ahora, después de la muerte de la hermana de nuestro amigo Roithamer y de su propia muerte, todo se había vuelto muy tranquilo, opiné, nada más que persianas bajadas, dije, puertas cerradas, todo daba la impresión de una casa mortuoria, el valle entero, bajo la impresión de la muerte de los hermanos Roithamer, estaba aún más sombrío, dije, a dondequiera que se fuese, por todas partes ese silencio, esa actitud expectante y muda de todas las gentes que, sencillamente, tenía que estar relacionada con la muerte de los dos Roithamer, era de prever, y de hecho a partir de un momento determinado, dije, y de pronto todos estuvieron más atentos aún que antes, que la hermana de Roithamer perecería, esa criatura espléndida, dije, que simplemente no había podido soportar el hecho del Cono, de que su hermano hubiera hecho realidad su idea de construirle el Cono y, de hecho, sólo para ella y sólo en el centro del bosque de Kobernauss, y para Roithamer, cuando, después de terminar el Cono y de entregar el Cono a su hermana, había vuelto a Inglaterra, había sido completamente evidente que la terminación del Cono no podía ser realmente, como había creído, como había podido creer, la felicidad suprema, incluso la más suprema, sino que realmente significaba la muerte de su hermana, porque no había ninguna duda de que la hermana de Roithamer había perecido por la realización y terminación del Cono para ella, y desde el instante de la terminación del Cono, al serle entregado, así les decía yo a los Höller, recapitulando, había sido de repente distinta de como había sido hasta entonces, afectada por una enfermedad mortal que la había acometido instantáneamente en el momento de la entrega del Cono, de la que todavía no se sabe hoy de qué enfermedad mortal se trataba, seres como la hermana de Roithamer, de repente y súbitamente, en relación con un momento determinado de sus vidas y precisamente en un instante favorable para una enfermedad mortal así, empiezan a cambiar, y se podía ver, dije, cómo, lentamente, enfermaban cada vez más profundamente y desarrollaban una singularidad patológica, mientras poco a poco, y de forma totalmente concorde con su ser, iban pereciendo con esa y de esa enfermedad, porque, en verdad, así les dije a los Hóller, la hermana de Roithamer nunca había creído que su hermano podría hacer realidad la idea de construir el Cono para ella, siempre había considerado esa idea una idea demencial e irrealizable, pero al mismo tiempo había subestimado las capacidades y las energías y la tenacidad de su hermano, al que quería más que a cualquier otro ser y, por eso, se había engañado con respecto a su propio hermano, el que le estaba más próximo. (pp. 107-108)
Me gustaría resaltar que lo que el estilo peculiar de la prosa de Bernhard muestra no puede ser dicho, no puede traducirse ni parafrasearse ni comentarse. Está ahí, con la simplicidad de una roca.
En todos estos años no fui capaz de imaginar que el Cono, la «felicidad suprema», era un símbolo de la relación incestuosa entre Roithamer y su hermana. Mi visión del libro es ahora mucho más completa, razón por la cual quería agradecer a la profesora Carmona su excelente charla de ayer con esta breve reseña .
Hola, buenos días. Me gustaría introducirme en el mundo de Bernhard, leer 2-3 obras suyas a ver si me convence. Por donde debo empezar? Muchas gracias.
Trastorno, Sí, El origen, Maestros antiguos, Tala.
El orden es indiferente.
Yo empecé por El sótano (autobiografía de su adolescencia) y me ha ido bien, sin embargo, tengo que admitir que me quedan muchas por leer. Lo más importante es no tomarle a la ligera, es un pensador.
Hola Nedal, El sótano es para mucha gente el tomo decisivo de los cinco que conforman su autobiografía. La escritura nace del contacto con la cruda realidad.
Saludos.
He empezado con Trastorno y me he topado con una prosa austera que alumbra un mundo frío, cortante, implacable, fatal, cosa que le echa en cara a Coetzee en «Infancia». ¿Por qué no aguantas a Coetzee y en cambio le atrae tanto Bernhard? Muchas gracias. Igual debería haber empezado por «El imitador de voces» que he visto que son micorrelatos, no sé…
Igual es que mi corta edad (22) me impida disfrutar y conectar con su sensibilidad (y su prosa…)
Un saludo muy fuerte. No le conozco personalmente pero me ayuda mucho con su blog y con sus respuestas..y me siento en deuda con usted. Un abrazo!
Encantado de conversar un poco sobre literatura. Hay conexión entre Coetzee y Bernhard. El trasfondo es Schopenhauer. Prefiero a Bernhard por referencias filosófico-musicales. Coetzee es como un misil, es verdad. 🙂 Si Trastorno se te ha puesto cuesta arriba prueba con Maestros antiguos.
Un abrazo.
Eugenio.