José Luis Brea: Marx y las redes de «trueque digital»

Decía Karl Marx que el capitalismo era el modo de producción responsable de un avance de las fuerzas productivas como nunca antes había conocido la humanidad. Este desarrollo tecnológico, cuyo objetivo explícito es simplemente la acumulación de capital, tiene como consecuencia indirecta la producción de un excedente masivo que termina por destruir los fundamentos del capitalismo y dar paso a un nuevo modo de producción, el comunista. Como sabemos, la predicción de Marx nunca se cumplió.

José Luis Brea

Sin embargo, en el siglo XXI Internet y  las redes p2p han puesto contra las cuerdas al capitalismo cultural, que es el propio de las sociedades postindustriales o del conocimiento. A pesar de las legislaciones conservadoras que la Unión Europea (Ley Hadopi o Sinde)  importa de Estados Unidos, la realidad no hace más que contradecirlas una y otra vez.

José Luis Brea (1957-2010) fue profesor de Estética en la Universidad Carlos III de Madrid. Su libro cultura_ RAM, publicado en 2007 y VI premio de Ensayo Eusebi Colomer de la Fundación Epson, contiene un elogio contundente del sentido profundo y las posibilidades futuras de las redes de trueque digital.

Escenarios del campo de batalla

Escenarios sucesivos de la revuelta, de la confrontación revolucionaria: aquellos mismos alrededor de los que se constituye la violencia metafísica de la propiedad. Bajo un régimen de producción agraria: la lucha por la posesión de la tierra. Bajo otro de producción industrial: la lucha por la del capital. Para el actual, y en tanto cada vez más la generación de riqueza se basa en la gestión del conocimiento, del saber como fuerza productiva por excelencia, el nuevo campo expandido que se constituye en escenario del conflicto principal va a serlo, si no lo es ya, el de la propiedad intelectual(…) Pienso en el que ha enfrentado a los milones de enfermos de sida habitantes de los países del Tercer Mundo contra las multinacionales farmacéuticas propietarias de los medicamentos que ayudan a sobrellevar la enfermedad. (José Luis Brea: cultura_RAM. mutaciones de la cultura en la era de su distribución electrónica. Barcelona: Gedisa, 2007, p. 44)

Redes de trueque digital

La verdadera amenaza para las industrias discográficas nunca fue Napster —puesto que su finalidad última nunca fue otra que una igualmente lucrativa, el control de un nuevo escenario de mercado- ni lo será nunca ningún aparato «pirata» de explotación ilícita de los derechos de autor. La verdadera amenaza es la propia espontaneidad con que la experiencia estética produce sentimiento de gregariedad, se expande y enriquece al ser comunicada, compartida. Es ahí —en el deseado intercambio directo y libre entre los usuarios— donde las nuevas industrias del conocimiento que desarrollan sus producciones en formatos digitales, inherentemente reproducibles por tanto, tienen su damocles. El trueque digital con carácter no oneroso, sin que en ninguno de sus puntos se produzca intercambio lucrativo alguno —ésa es la verdadera amenaza-.(…)

Inesperada irrupción de economías colaborativas —del préstamo y el libre compartir, del trueque digital- en el escenario hiperregulado de las nuevas economías. Muy probablemente, en el retraso cada vez más escandaloso de la puesta en marcha a pleno rendimiento de todas las tecnologías de la digitalización cultural —la banda ancha (seria), el e-Book, la voz ip, el wi-free, la net.tv— se hace visible la necesidad que todas las industrias del sector experimentan de tomarse un tiempo muerto de cautelas y precauciones ante su dificultad para controlar la aparición intempestiva de esos escenarios multiplicados de la microcomunicación -y su capacidad para constelarse en redes expansivas, rizomas de intercambio cooperativo. (ibid, p.47)

Puede que en ello se cumpla el encuentro soñado por Breton -de las revoluciones de Marx y Rimbaud-. Y el nacimiento de una nueva clase revolucionaria cuya lucha en la historia se realizaría no menos en la fábrica o en la barricada que en el sueño, la lectura, la vacación o el deseo.(ibid, p. 41)

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