Slavoj Žižek: El frágil absoluto


Slavoj Žižek: El frágil absoluto o ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano? Antonio Gimeno Cuspinera. Valencia: Pre-textos, 2009.

A poco que se conozca a Žižek el título del libro parece de lo más extraño. ¿Qué hace un «materialista beligerante» dándole vueltas a la inasible fantasía idealista del absoluto? El subtítulo es peor. Invita incluso a dejar el libro en las estanterías ¿Es que después de Marx, Nietzsche, Freud y Ratzinger con su cohorte de pederastas, todavía hay que rescatar algo del cristianismo?

Como suele ser habitual en el pensamiento de Žižek las respuestas son polémicas e inesperadas.
En primer lugar, el absoluto del título es frágil porque no se trata del todopoderoso espíritu hegeliano sino de la nada abisal y atemporal de Schelling, capaz de engendrar misteriosamente la temporalidad o historicidad. El absoluto no es la Providencia que otorga significado a la historia humana, sino que la historia humana es el único lugar donde el absoluto se convierte en un dios vivo real.

En segundo lugar, el legado cristiano que Žižek considera necesario revivir es el del Evangelio de San Lucas: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío» (14, 26). El amor que Cristo predica es aquel que nos obliga a renunciar a cualquier sustancia étnica o posición en el orden social y simbólico. San Pablo llevará al límite esta doctrina describiendo el amor (ágape) como el lugar donde no existen ni hombres, ni mujeres, ni judíos, ni griegos, ni gentiles (Corintios, I, 13). Esta desconexión e igualitarismo radical conecta perfectamente con el universalismo revolucionario del Manifiesto comunista así como se opone a la vuelta a las raíces típica del fascismo o la hipócrita tolerancia o respeto del Otro propio del multiculturalismo.

El absoluto no es otro que el sujeto que encuentra su fundamento en el momento en que renuncia a lo más preciado, a lo más amado: su mujer, sus hijos, su propia vida. Es Cristo crucificado, Abraham que levanta el cuchillo, Keyser Soeze en The usual suspects (Singer, Sospechosos habituales, 1995) o la propia Medea. Descargando el golpe sobre sí mismo es como se autoconstituye el sujeto. Más adelante, en otros libros que giran alrededor del mismo tema su ejemplo preferido es la escena de Fight Club (Fincher, El club de la lucha, 1999) en que Edward Norton se autolesiona delante de su jefe. A partir de ahí, lo ha perdido todo y, al mismo tiempo, lo ha ganado todo: es libre.

La posición radical de Žižek tiene como contrincantes las veleidades de la posmodernidad y la espiritualidad pagana típica de la new age:

  1. En el primer caso, Žižek insiste en que la solución al racismo que se extiende por Europa no es la tolerancia y el respeto al Otro sino «más odio, pero un odio político real: odio dirigido al enemigo político común» (p. 20) Detrás de las polémicas raciales para Žižek se esconde siempre la lucha de clases. Un buen ejemplo es el modo en que la palabra inmigrante ha suplantado al término trabajador. De ahí, la actualidad del Manifiesto comunista. Pero, el principal error de este texto clásico es afirmar la posibilidad del comunismo, un orden social superior al capitalismo. Según Žižek el comunismo, o bien se transforma en un capitalismo disfrazado donde se mantiene la productividad permanentemente autoincrementada, o bien, se convierte en la fantasía ecologista del regreso a una sociedad pre-moderna y autolimitada. Es necesario repensar a Marx actualizando su potencial crítico y liberándose de la carga de la imposible utopía comunista (p. 30)
  2. La característica fundamental de la posmodernidad es la «producción de montañas de desechos inútiles» (p. 58), tal y como prevé Tarkovsky en Stalker (1979). Cuando se afirma que la causa de esta catástrofe imparable es la lógica del capital, el posmoderno rechaza la noción por «demasiado esencialista». Las consecuencias políticas de esta hipocresía son paradojas como el despliegue humanitario-pacifista de la OTAN en Kosovo. La OTAN aceptó liberar a los albano-kosovares del demonio serbio siempre y cuando renunciasen al Ejército de Liberación de Kosovo, es decir, a «la resistencia armada de los propios albaneses». Es decir, la OTAN protege a las víctimas siempre y cuando continúen siendo víctimas. Esta es una ideología que se adapta perfectamente al capitalismo global de hoy día.
  3. Frente a la espiritualidad pagana, fundada en el equilibrio cósmico y la pertenencia a un orden social claramente jerarquizado, como ocurre en la cosmología hinduista, Žižek opone el universalismo cristiano. Cualquiera tiene acceso inmediato a la divinidad. Existe una esencia común a todos los hombres en la que se fundamenta el amor (ágape) de San Pablo. Cuando la new age critica al cristianismo por no reconocer el equilibrio del uno-todo primordial se equivoca: ese equilibrio es la legitimación de un orden de clases que debe ser trastornado, desquiciado. Es el papel de Anakin en La amenaza fantasma (George Lucas, 1999)

Este es, en definitiva, el típico libro de Žižek. Aparentemente desordenado y confuso pero, en realidad, revelador e hipnótico.

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