
Pues bien, te contaré (y tú, tras oír mi relato, trasládalo) las únicas vías de investigación pensables. La primera, que es y no es No-ser, es el camino de la persuasión (pues acompaña a la Verdad); la otra, que no es y es necesariamente No-ser, ésta, te lo aseguro, es una vía totalmente impracticable. Pues no podrías conocer lo No-ente (es imposible) ni expresarlo; pues lo mismo es el pensar y el ser.
Un solo discurso como vía queda: es; en éste hay muchos signos de que lo ente es ingénito e imperecedero, pues es completo, inmóvil y sin fin. No fue en el pasado, ni lo será, pues es ahora todo a la vez, uno, continuo. Pues ¿qué nacimiento le buscarías? ¿Cómo, de dónde habría nacido? Ni voy a permitir que digas o pienses «de lo no-ente»; pues no es decible ni pensable que no es. Pues ¿qué necesidad le habría impulsado a nacer después más bien que antes, si procediera de la nada? De modo que es necesario que sea absolutamente o no.
Ni está dividido, pues es todo igual; ni hay más aquí, esto impediría que fuese continuo, ni menos allí, sino que está todo lleno de ente. Por tanto, es todo continuo, pues lo ente toca a lo ente.
Por otra parte, inmóvil en los límites de poderosas cadenas, está sin comienzo ni fin, puesto que el nacimiento y la destrucción han sido apartados muy lejos, ya que la verdadera creencia los rechazó. Permaneciendo lo mismo en el mismo lugar, yace por sí mismo y así se queda firme donde está; pues la firme Necesidad lo tiene dentro de las cadenas del límite que por ambas partes lo aprisiona, porque no es lícito que lo Ente sea ilimitado; pues no es indigente de nada, y si lo fuera, carecería de todo.
Pero, puesto que su límite es el último, es completo por doquier, semejante a la masa de una esfera bien redonda…
Por tanto, todas las cosas son meros nombres que los mortales pusieron convencidos de que son verdaderos nacer y morir, ser y no-ser, cambio de lugar y variación del color resplandeciente.
Fragmentos del poema de Parménides citados en Kirk G. S., Raven, J. E.: Los filósofos presocráticos, Jesús García Hernández (tr.), Madrid: Gredos, 1981, pp. 377-388.
