
El libro V es el más provocador de la República de Platón pues desarrolla temas polémicos como la eugenesia y el comunismo. Las medidas que Platón propone para la ciudad ideal le hacen parecer un nazi sin escrúpulos: sorteo amañado para emparejar a los mejores, eliminación de los peores o defectuosos, secuestrar a los recién nacidos y sacarlos fuera del país…
Sócrates está a punto de explicar las cuatro clases corruptas de Estado cuando Adimanto, a sugerencia de Polemarco, le interrumpe pidiéndole detalles sobre la ciudad ideal. Más específicamente, sobre asuntos importantes que han quedado sin aclarar como que las mujeres y los niños de los guardianes son comunes, cómo se administrará la procreación, cómo será la educación… Trasímaco y Glaucón se suman a la protesta de Adimanto. Sócrates se excusa argumentando que al hablar de estos temas podría cometer errores acerca de cómo han de ser las instituciones «nobles, buenas y justas» y considera esto un gran perjuicio para quien lo oiga, peor que un asesinato. Glaucón, echándose a reír, lo absuelve de este crimen imaginario y le incita a hablar con confianza.
¿Cuál habrá de ser el papel de las mujeres en el Estado ideal? En el capítulo anterior se comparaba a los guardianes con perros pastores del rebaño. Es evidente que las hembras de los perros pastores vigilan y cazan igual que los machos así que en la ciudad ideal hombres y mujeres están capacitados para cumplir las mismas funciones siempre y cuando se les de la misma educación. Por tanto, a las mujeres también se las educará mediante la música y la gimnasia. Sócrates admite que esto tiene consecuencias ridículas como que las jóvenes se ejercitarán desnudas en los gimnasios o, mucho peor, también las viejas, feas y arrugadas. A pesar de todo, Sócrates ruega a los graciosos que dejen a un lado sus bromas y relativicen un poco las costumbres sociales: hasta hace poco, dice, era vergonzoso que los hombres hiciesen gimnasia desnudos.
Sócrates vuelve a preguntarse si hombres y mujeres pueden desempeñar las mismas tareas teniendo en cuenta que tienen naturalezas tan diferentes. Este argumento, en apariencia tan sólido, no es para Sócrates sino una muestra de erística, de sofística, es decir, de disputa en torno a palabras y no sobre la verdadera naturaleza de las cosas. Lo desarma con una reducción al absurdo, argumentando que siendo diferentes las naturalezas de calvos y peludos no podrán tampoco desempeñar las mismas funciones. Un médico y una médica tienen ambos alma de médico y, por tanto, la misma naturaleza. Hay que preguntarse, por tanto, respecto de qué funciones dentro del Estado tienen distinta naturaleza hombres y mujeres. En general, el hombre es superior en todo a la mujer, excepto en «el tejido y el cuidado de los pasteles». Pero, aún así, las aptitudes naturales para la gimnasia, la sabiduría y la guerra están repartidas igualitariamente entre ambos sexos, aunque son más débiles en las mujeres. Por lo tanto mujeres y hombres podrán participar en la guerra y las tareas de vigilancia del Estado, aunque se encargará a las mujeres las más livianas.
Entre los guardianes, las mujeres y los hijos serán comunes. Examinemos, en primer lugar, si sería útil y, en segundo lugar, si sería posible. Una vez seleccionados los mejores para ser educados como guardianes vivirán y comerán en común entremezclados hombres y mujeres. Por necesidad natural serán conducidos a la unión sexual pero, por analogía con el cuidado de los rebaños, no permitiremos que todos procreen por igual sino que, igual que hacemos con los caballos y el ganado, favorecemos que procreen más los mejores. Para que esto pueda hacerse entre humanos habrá que hacer uso de la mentira: un gran festival con un sorteo de modo que el mediocre culpe al azar de su pareja para copular. Al que tenga mucho éxito en el frente de batalla se le ofrecerá plena libertad para acostarse con las mujeres que desse y de ese modo deje la mayor cantidad posible de descendencia. Los niños pasarán a ser educados por los magistrados de la ciudad encargados específicamente de dicha tarea. Los mejores serán llevados a una guardería en una parte separada del país. Los peores y los defectuosos «serán escondidos en un lugar no mencionado ni manifiesto» (460c). Las mujeres guardianes podrán visitar a los niños de la guardería para darles el pecho pero cuidándose bien de que no reconozcan al suyo. La edad ideal para la procreación será de los veinte a los cuarenta en la mujer y de los treinta a los cincuenta y cinco en los hombres pues es el momento del florecimiento tanto respecto al cuerpo como la inteligencia. Los hijos que nazcan fuera de estas franjas de edad habrán nacido en «la oscuridad y tras una terrible incontinencia» y no serán celebrados como el resto. Una vez que los guardianes han pasado la edad de la procreación se les permitirá unirse con quien quieran evitando, eso sí, que se produzca ningún tipo de incesto y que nada de lo concebido «vea la luz».
Sócrates pasa a continuación a demostrar que estas normas son útiles para la organización del Estado. Es evidente que aquellas costumbres que «despedazan y convierten en múltiple» al Estado son las peores. Serán las mejores aquellas que favorezcan una comunidad de placer y dolor, es decir, cuando todos se feliciten o se entristezcan por lo mismo. Esto no ocurre cuando los miembros del Estado pueden decir «mío», «no mío». Sin embargo, si todo es de todos, todos padecerán alivio y dolor por las mismas causas al mismo tiempo. En otros Estados, los miembros de la clase superior podrán tratarse como extraños pero no ocurre lo mismo entre los guardianes de la ciudad ideal. Entre ellos hay una verdadera comunidad de placeres y dolores. Y la causa de esto es la comunidad de mujeres y niños. Tampoco existirá la propiedad privada entre los guardianes por los mismos motivos. No habrá luchas intestinas pues los jóvenes no se atraverán a levantarse contra sus padres. También se evitarán cosas vergonzosas como el pedir préstamos, adular a los ricos y cosas semejantes. Esta será una vida más dichosa que la de los campeones olímpicos pues estos son felices en virtud de una corona y dinero, mientras que la victoria de los guardianes consiste en la salvación del Estado y nadie está por encima de ellos en honor y «digno entierro».
Dado que la ocupación principal de los guardianes será la guerra habrá que enseñarles desde niños la crueldad del frente de batalla. Quien abandone su puesto será convertido en artesano o labrador y el que sea apresado por el enemigo será ofrecido a sus captores para que hagán con su presa lo que quieran. El más valiente, por el contrario, será coronado, besará a todos, tendrá más mujeres y engendrará más, se le compondrán himnos y cuando muera recibirá sepultura sagrada.
Uno de los botines principales de la guerra son los enemigos convertidos en esclavos. Sócrates prohíbe que si los vencidos son griegos se les convierta en esclavos. Tampoco autoriza que se despoje a los muertos excepto de las armas, se incendien campos y ciudades o se extermine a mujeres y niños de modo que en el futuro sea posible la reconciliación entre los pueblos.
Ahora bien, ¿es posible organizar una sociedad de ese tipo? Sócrates responde si un paradigma o una Idea no existe, como este modelo de Estado, eso no le resta perfección alguna. Reproducir un Estado semejante en el mundo real es imposible pero podría crearse uno parecido a condición de que gobiernen los filósofos o los reyes se vuelvan filósofos. Glaucón le advierte de que antes de ser asesinado por sus palabras, como realmente lo fue, Sócrates explique su teoría del rey-filósofo. ¿Qué características habrá de tener este filósofo apto para gobernar? Ante todo, filósofo es el que ama la sabiduría íntegramente, el que ama aprender de todo en cualquier momento. Pero dentro de este grupo están también los parecidos a filósofos, «los que aman las audiciones y los espectáculos deleitándose con sonidos bellos o con colores y figuras bellas», pero incapaces de divisar la naturaleza de lo Bello en sí. Estos viven como dormidos mientras que el capaz de contemplar las Ideas en sí mismas es quien vive realmente despierto. Expresándose en términos parmenídeos, Sócrates explica que al filósofo le corresponde el conocimiento científico, conocimiento de lo que es, opuesto a la ignorancia, que sería el conocimiento de lo que no es. La opinión correspondería a esos parecidos a filósofos y se ocuparía de un territorio intermedio entre el ser y el no ser, de su mezcla. A estos se les llamará «amantes de la opinión» y no filósofos.
Cuestionario
- La argumentación de Platón para defender la igualdad de derechos y obligaciones de las mujeres incurre claramente en la falacia naturalista. Puede usarse una argumentación muy parecida para justificar lo contrario. ¿Se te ocurre cómo?
- ¿Cómo compaginar el relativismo cultural de Platón respecto a los gimnasios, por ejemplo, con el objetivismo moral de la Idea del Bien?
- La insistencia de Platón en la debilidad de las mujeres contrasta un poco con su defensa de igualdad. Opina sobre ello y razona tu respuesta.
- Platón considera que médicos y políticos están autorizados a usar la mentira para beneficio de los pacientes y el pueblo, respectivamente. Sócrates aplica esta idea al sorteo para que se apareen los mejores con los mejores: una mentira útil. ¿Qué opinas? Busca ejemplos actuales de mentiras de Estado para beneficiar a la población y opina al respecto.
- La procreación entre hermanos está bien si es autorizada por la Pitia. Busca ejemplos históricos en los que los matrimonios entre hermanos fueron habituales entre la clase superior. Opina al respecto.
- Busca ejemplos históricos de gobernantes que hayan tenido relación con la filosofía ¿Cuáles han sido los resultados de su gestión?
- ¿Cuál es la influencia directa de Parménides en el libro V de República?
Textos para comentar
1. Igualdad de sexos.
…¿creemos que las hembras de los perros-guardianes deben participar en la vigilancia junto con los machos, y cazar y hacer todo lo demás junto con éstos, o bien ellas quedarse en casa, como si estuvieran incapacitadas por obra del parto y crianza de los cachorros, mientras ellos cargan con todo el trabajo y todo el cuidado del rebaño? (451d)
— Ahora bien, ¿conoces alguna de las actividades que practican los seres humanos donde el sexo masculino no sobresalga en todo sentido sobre el femenino? ¿O nos extenderemos hablando del tejido y del cuidado de los pasteles y pucheros, cosas en las cuales el sexo femenino parece significar algo y en la que el ser superado sería lo más ridículo de todo?
— Dices verdad —contestó Glaucón—, pues podría decirse que un sexo es completamente aventajado por el otro en todo. Claro que muchas mujeres son mejores que muchos hombres en muchas cosas; pero en general es como tú dices.
—Por consiguiente, querido mío, no hay ninguna ocupación entre las concernientes al gobierno del Estado que sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto hombre, sino que las dotes naturales están similarmente distribuidas entre ambos seres vivos, por lo cual la mujer participa, por naturaleza, de todas las e ocupaciones, lo mismo que el hombre; sólo que en todas la mujer es más débil que el hombre. (455d)
2. Objeciones graciosas a la igualdad de sexos
Pero ¿qué es lo más ridículo que ves en ellas? ¿No es obviamente el hecho de que las mujeres hagan gimnasia desnudas en la palestra junto a los hombres, y no sólo las jóvenes sino también las más ancianas, como esos viejos que se ejercitan en los gimnasios cuando están ya arrugados, y gustan de la gimnasia, aunque presenten un aspecto desagradable?(452 b)
3. Comunidad de mujeres e hijos entre los guardianes.
— Que todas estas mujeres deben ser comunes a todos estos hombres, ninguna cohabitará en privado con ningún hombre; los hijos, a su vez, serán comunes, y ni el padre conocerá a su hijo ni el hijo al padre. (457d)
4. Eugenesia y mentira de Estado.
— Respecto de esto: parece que los gobernantes deben hacer uso de la mentira y el engaño en buena cantidad d para beneficio de los gobernados; en algún momento dijimos que todas las cosas de esa índole son útiles en concepto de remedios.
—Y era correcto lo que dijimos.
— Pues entonces en los matrimonios y en las procreaciones esto que es correcto no será insignificante.
— ¿Cómo?
—En vista de lo que ha sido convenido, es necesario que los mejores hombres se unan sexualmente a las mejores mujeres la mayor parte de las veces; y lo contrario, los más malos con las más malas; y hay que criar a los hijos de los primeros, no a los de los segundos, si el rebaño ha de ser sobresaliente. Y siempre que e sucedan estas cosas permanecerán ocultas excepto a los gobernantes mismos, si, a su vez, la manada de los guardianes ha de estar, lo más posible, libre de disensiones.
—Es muy correcto.
— Por lo tanto, instituiremos festivales en los cuales acoplaremos a las novias con los novios, así como sacrificios, y nuestros poetas deberán componer himnos adecuados a las bodas que se llevan a cabo. En cuanto al número de matrimonios, lo encomendaremos a los gobernantes, para que preserven al máximo posible la misma cantidad de hombres, habida cuenta de las guerras, enfermedades y todas las cosas de esa índole, de modo que, en cuanto sea posible, nuestro Estado no se agrande ni se achique.
— Bien.
—Deberán hacerse ingeniosos sorteos, para que el mediocre culpe al azar de cada cópula, y no a los gobernantes.
(457e-458c)
5. Remedio para evitar el incesto.
…pero desde el día en que se convirtió en novio, a toda criatura que nazca en el décimo mes o en el séptimo después la llamará ‘hijo’ si es macho, ‘hija’ si es hembra, y éstas a aquél ‘padre’; del mismo modo los hijos de éstos serán llamados ‘nietos’, y éstos los llamarán ‘abuelo’ y ‘abuela’; y los nacidos en aquel tiempo en que sus madres y sus padres procrearon se llamarán unos a otros ‘hermanos’ y ‘hermanas’, por lo cual, como acabo de decir, no se tocarán entre sí. Pero la ley permitirá que hermanos y hermanas cohabiten, si el sorteo así lo decide y la Pitia lo aprueba. (461e)
6. Guerra y «disputa intestina»: Racismo
—Mira ahora si es apropiado lo que sigue. Afirmo, en efecto que la raza griega es familiar y congénere respecto de sí misma, ajena y extranjera respecto de la raza bárbara.
—Muy apropiado.
—Entonces, si los griegos combaten contra Ios bárbaros y los bárbaros contra los griegos, diremos que por naturaleza son enemigos, y a esa hostilidad la llamaremos ‘guerra’. En cambio, cuando combaten griegos contra griegos, habrá que decir que por naturaleza son amigos y que Grecia en este caso está enferma y con disensiones internas, y a esa hostilidad la denominaremos ‘disputa intestina’.
7. Gobernantes filósofos.
—A menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado, y que coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía, y que se prohíba rigurosamente que marchen separadamente por cada uno de estos dos caminos las múltiples naturalezas que actualmente hacen así, no habrá, querido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco, creo, para el género humano; tampoco antes de eso se producirá, en la medida de lo posible, ni verá la luz del sol, la organización política que ahora acabamos de describir verbalmente. Esto es lo que desde hace rato titubeo en decir, porque veía que era un modo de hablar paradójico; y es difícil advertir que no hay otra manera de ser feliz, tanto en la vida privada como en la pública.(473d)
Bibliografía.
Platón: Diálogos IV. República. Eggers Lan, C. (trad.) Madrid: Editorial Gredos, 1986.
