Platón: Filebo o del placer

En cualquier momento en clase de Filosofía es posible que se inicie el debate sobre si es preferible una vida dedicada al placer o al saber. Filebo es un diálogo muy útil para encauzar ese tipo de discusión por lo que puede usarse como un generoso recurso didáctico.

Los protagonistas del diálogo son Sócrates, ejerciendo de defensor de la vida dedicada al intelecto, Filebo, defensor del placer como sumo bien y Protarco, afín a las tesis de Filebo. Cuando el diálogo se inicia Filebo ya está harto de discutir con Sócrates que probablemente haya hecho gala de su habitual impertinencia, así que Protarco se presta a continuar la conversación. El tono de las respuestas de Protarco a Sócrates es irónico y desenfadado. Parece admitir desde el inicio que, frente a Sócrates, ha perdido cualquier oportunidad en el combate dialéctico. A pesar de ello, sigue los razonamientos de Sócrates con buen humor y sano escepticismo. La sensación que desprende Filebo es la de un diálogo entre amigos, coloquial y próximo, en el que no importa demostrar quién es el mejor orador sino acercarse un poco a la verdad del asunto sobre el que se discute.

Desde el principio Filebo se ha enrocado en la opinión de que el placer es el único bien y que, cuantos más placeres, mejor. Sócrates, por su parte, defiende que son la inteligencia y la prudencia los bienes que un verdadero hombre ha de perseguir. El objetivo de la discusión es descubrir qué estado o disposición del alma dará a cualquier persona una vida feliz.

Como más tarde dirá Aristóteles, Sócrates afirma que el bien supremo que todos hemos de perseguir ha de ser perfecto, deseable por sí mismo y no por otra cosa, y suficiente, es decir, independiente de cualquier otro bien. La objeción principal de Sócrates a una vida entregada al placer es que no resulta suficiente, pues si no se le añaden la memoria y la opinión verdadera (facultades asociadas a su contrario, la inteligencia) no sabrías siquiera si estás gozando. Tendrías la vida satisfecha de un mejillón.

Sócrates, por su parte, admite que una vida dedicada exclusivamente a la inteligencia, ajena al placer y al dolor, no es propia de hombres sino de dioses. Y se está discutiendo sobre lo que es mejor para el hombre común, para un hombre cualquiera. Así que Sócrates se decanta por una vida mixta, por la mezcla de placer e inteligencia.

Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones de esa mezcla? ¿qué ingredientes admite y de qué modo han de mezclarse? En primer lugar, Sócrates tiene claro que es el intelecto el ingrediente principal. Su argumentación, inspirada en el pitagorismo, se apoya en que el mundo material y sensible en el que vivimos sería un caos ilimitado si no existiese un principio superior que impusiera orden, límite y armonía. Del mismo modo, la vida humana aunque necesita del placer, ilimitado y caótico por naturaleza, ha de someterse a los límites que le impongan la inteligencia y la prudencia.

Aunque el discurso de Platón en Filebo respecto al placer es más tolerante que la República, pues lo admite como parte de una vida feliz, sus opiniones pitagóricas respecto al placer sensual, material, no han variado un ápice. Para saber qué placeres pueden admitirse en esa vida ideal que mezcla placer e inteligencia, Sócrates establece una analogía entre opiniones, verdaderas y falsas, y placeres, verdaderos y falsos. Del mismo modo que en Teeteto se buscaba con insistencia en qué consiste la opinión verdadera para vencer al sofista, en Filebo se busca cuáles son los placeres verdaderos y cuáles los falsos, para distanciarse del materialismo grosero y vulgar, de los amantes del cuerpo y la bebida. Es en este punto donde las críticas de Michel Onfray al platonismo adquieren todo su sentido.

Los placeres que Sócrates admite en la vida mixta son aquellos que no tienen mezcla de dolor. Tanto en la tragedia y la comedia como en la vida diaria, son habituales los sentimientos que implican mezcla de placer y dolor: el amor, la ira, la venganza, el miedo, la envidia… Estos placeres quedan fuera de la mezcla. Sólo admite como placeres verdaderos aquellos más próximos a la belleza, la verdad y la medida. Placeres verdaderos serán, por tanto, los relacionados con el razonamiento matemático o la contemplación artística. Si nos ponemos un poco groseros diríamos que Platón preferiría una buena partida de ajedrez a un vulgar combate sexual.

¿Cómo hacer la mezcla de inteligencia y placer? Platón acepta todas las ciencias, incluidas las técnicas, como parte de la vida del intelecto, pero excluye los placeres de las bestias, alejados de la belleza, la verdad y la medida. En el fondo, el cambio respecto a la República es prácticamente imperceptible o se limita, como mucho, a un mero juego de palabras. Así termina el Filebo:

Los placeres, en cambio, y en particular los mayores —cuando vemos a alguien gozando de ellos— al percatarnos de su carácter ridículo o de la extrema indecencia que los acompaña, sentimos vergüenza nosotros mismos y, tratando de hacerlos desaparecer, los ocultamos lo más posible, entregando todo eso a la noche como si la luz no debiera verlo.[…]

…aunque todos los bueyes y los caballos y todas las demás bestias lo concedan a la persecución del gozo; pues bien, confiando en ellas como los adivinos en los pájaros, la masa estima que los placeres son lo más importante para nuestro bien vivir y creen que los amores de las bestias son testimonios más poderosos que los de los discursos emitidos en cada caso en el oráculo de la musa filosófica.

Cuestionario

  1. Sócrates duda de que el placer del disoluto y el insensato sean del mismo tipo que el del moderado y el prudente. Protarco afirma que cómo puede un placer ser diferente de sí mismo. ¿Cómo le responde Sócrates? ¿Qué diferencias hay entre su actual tesis y la expresada en Protágoras?
  2. Sócrates compara los placeres con las ciencias para demostrarle a Protarco que unos son diferentes de otros y que si nos empeñamos en afirmar que todas las ciencias y todos los placeres son iguales vamos a estar perdiendo el tiempo. ¿Qué opinas de este tipo de argumentación?
  3. Las paradojas acerca de lo uno y lo múltiple son infantiles y un estorbo en la conversación. ¿Qué relación puedes establecer entre esta afirmación de Platón y el Parménides? 14d yss
  4. En 15b Sócrates resume los argumentos del Parménides contra las paradojas que suscita el mundo de las ideas. ¿Cuáles son?
  5. ¿Cuál es la descripción que hace Platón del método dialéctico en 16 c-d?
  6. En 17 d-e Platón compara el conocimiento de las Ideas con el conocimiento de la música pues tienen en común las matemáticas. Explica esta idea.
  7. ¿Cuál es el papel de Theuth en el Fedro y en Filebo? 18b y ss
  8. ¿Qué objeciones pone Platón a una vida entregada exclusivamente al placer? 21b-d
  9. ¿En la vía mixta de placer e intelecto cuál de ellos le parece a Sócrates más relevante?
  10. ¿Cuáles son los cuatro grandes géneros según Sócrates en este diálogo?27b
  11. Cómo respondía Anaxágoras a esta pregunta de Sócrates: «¿Afirmamos, Protarco, que a todas las cosas y a esto que llamamos universo los rige el poder de lo irracional, el azar y lo que salga, o, por el contrario, como decían nuestros predecesores, lo gobiernan el intelecto y tina admirable prudencia que lo ordena?»
  12. ¿Cómo argumenta Sócrates que el universo en su totalidad forma como cada ser vivo un cuerpo? 29e
  13. ¿En qué otro diálogo define Platón el Cosmos como una ser vivo dotado de alma?
  14. ¿Cuál es el origen del dolor según Sócrates? ¿Qué ejemplos da de dolor y placer? 31e y ss
  15. ¿Cómo demuestra Sócrates que el principio de todo ser vivo reside en el alma?35d
  16. ¿Por qué afirma Sócrates que el humano y los demás animales pueden sufrir y gozar a la vez? 36b
  17. ¿A qué llama Platón placeres falsos? 41e y ss
  18. ¿Qué tres géneros de vida distingue Platón? 43c
  19. ¿Es posible llamar placentera a una vida que consista en la ausencia de dolor? 43d ¿Qué escuela helenística está en desacuerdo con Platón?
  20. ¿Por qué dice Platón que para investigar en qué consisten los mayores placeres hay que buscar más en la enfermedad que en la salud? 45 y ss
  21. Tanto el cuerpo como el alma pueden sufrir mezcla de dolor y placer. Explica cómo. 46b y ss
  22. ¿Cuál es la naturaleza de lo ridículo? 48c y ss
  23. ¿Qué placeres son verdaderos y sin mezcla para Sócrates? 51c y ss
  24. Dentro del ámbito de los conocimientos cuáles son mejores por ser más puros. 56b y ss
  25. ¿Cuál es la relación de los placeres sexuales con los tres grandes criterios: belleza, medida y verdad? 65e-66
  26. ¿Cuál es la jerarquía de bienes que Platón establece a partir de 66a?

Textos para comentar

1. Crítica de la autocrítica del Parménides.

Sóc. — Decimos en algún modo que la identidad de lo uno y lo múltiple que resulta de los razonamientos es recurrente por todas partes para cada una de las afirmaciones que se formulen siempre, antes o ahora. Y esto ni hay posibilidad de que vaya a concluir alguna vez, ni se ha iniciado ahora, sino que tal accidente de los discursos, según me parece a mí, es entre nosotros algo inmortal y no envejece; mas, de los jóvenes, el que por primera vez lo prueba, admirado como si hubiera encontrado un tesoro e de sabiduría, queda traspuesto de placer y, gozoso, sacude todo el discurso, unas veces globalizándolo y concentrandolo en un punto, y otras veces, al contrario, desarrollándolo y separando las partes, lanzando a la aporía ante todo y sobre todo a él mismo y después a aquél con el que vaya topando, tanto si es más joven como si es mayor o si 16 resulta ser de su edad, sin exceptuar ni a padre ni a madre ni a ninguno de los que tienen capacidad de oír, ni casi a los animales, y no sólo a los hombres, puesto que no excusaría siquiera a un bárbaro, con tal de disponer de un intérprete. 15c

2. La vida feliz del mejillón

SOc. — Sin tener intelecto ni recuerdo, ciencia ni opinión verdadera, en primer lugar, ¿no es, ciertamente, forzoso que ignores eso mismo, si estás gozando o no, puesto que estás vacío de toda prudencia?PRO. — Es forzoso.

SOc. E igualmente, al no tener memoria es ciertamente forzoso que tampoco recuerdes que gozaste en otro tiempo, y que no quede tampoco recuerdo alguno del placer que te embarga en el momento actual; asimismo, al no tener opinión verdadera no puedes estimar que gozas cuando estás gozando, y privado de razonamiento tampoco eres capaz de estimar que gozarás en el futuro: vives no una vida humana, sino la de un pulmón marino o la de alguno de cuantos animales marinos viven en conchas. ¿Es así o podemos, al margen de ello, discurrir de otro modo?

PRO. —¿Y cómo?

SOc. —¿Debemos, entonces, escoger esa clase de vida?

PRO. — Este argumento, Sócrates, me ha reducido ahora a una completa incapacidad de hablar.

SOc. — No nos relajemos, sin embargo; cambiemos y veamos, a su vez, la vida del intelecto.

PRO. —¿A qué clase de vida te refieres?

SOc. — Si alguno de nosotros aceptara vivir con prudencia, intelecto, ciencia y pleno recuerdo de todo, pero sin e participar de placer ni mucho ni poco, ni tampoco de dolor, sino totalmente insensible a todas esas cosas.

PRO. — Ninguna de estas dos vidas, Sócrates, sería, para mí al menos, elegible, ni tampoco, creo yo, le podría parecer nunca a otro.

SOc. —¿Y la que participa de ambas, Protarco, resultado común de la mezcla de las dos?

PRO. —¿Dices una vida de placer y también de intelecto y prudencia?

SOc. — Sí; así la planteo yo.

PRO. — En verdad todo el mundo la preferirá a cualquiera de aquéllas, y añadida a aquéllas, todos sin excepción.

SOc. —¿Comprendemos entonces qué es lo que nos ocurre en los argumentos presentes?

PRO. — Por supuesto: han sido propuestas tres vidas, ni una ni otra de las dos primeras era suficiente ni elegible b para ningún humano ni ser vivo.

SOc. —¿Entonces, no resulta ya evidente al respecto que ninguna de esas dos contenía el bien? pues hubiera sido suficiente, perfecta y elegible por todas las plantas y los animales que tuvieran posibilidad de vivir así constantemente a lo largo de su vida. Y si alguno de nosotros prefiriera otras cosas, escogería contra la naturaleza de lo verdaderamente elegible, contra su voluntad, por ignorancia o por alguna otra desafortunada necesidad. 21c y ss

3. El Cosmos es un cuerpo vivo dotado de alma

SOc. — Por ejemplo, el fuego está en nosotros y también está en el universo.Pro.—¿Y bien?

Sóc. — El que hay en nosotros es pequeño, débil y pobre; el que hay en el universo, en cambio, es admirable por su cantidad, belleza y por su plena capacidad ígnea.

Pro. — Gran verdad es lo que dices.

Sóc. — ¿Y qué? ¿El fuego del universo se alimenta, nace de y es regido por el que hay en nosotros, o, al revés, el mío y el tuyo y el de los demás seres vivos tienen todo esto por obra de aquél?

Pro. — Tu pregunta no merece respuesta.

Sóc. — Bien. Lo mismo dirás, creo yo, acerca de la tierra de aquí que entra en la composición de los seres vivos y de la que hay en el universo y de todos los demás elementos por los que hace un momento te preguntaba. ¿Contestas igual?

PRO. — Dando otra respuesta ¿quién podría parecer en su sano juicio?

Sóc. — Casi nadie; pero atiende a la consecuencia. ¿No llamamos nosotros cuerpo a todas las cosas recién citadas cuando vemos que se congregan en una unidad?

Pro.—¿Y qué?

Sóc. — Acepta también lo mismo para esa unidad que e llamamos cosmos; por la misma razón será un cuerpo, puesto que está compuesto por los mismos elementos. 29b y ss

4. Reminiscencias de Anaxágoras

…podemos decir mejor lo que muchas veces hemos reiterado: que hay en el universo gran cantidad de ilimitado y suficiente límite y además de ellos una causa no mediocre que ordena y regula años, estaciones y meses, llamada con toda justicia sabiduría e intelecto.30b

5. Ejemplo de argumento circular

Por regla general los malos gozan con placeres falsos y los hombres buenos con verdaderos.

6. Críticas al placer

¿Cómo no iba a ser absurdo que no hubiera nada bueno ni digno de mérito ni en los cuerpos ni en todo lo demás, más que en el alma y en ella sólo en cuanto que placer, y que no hubiera valentía o templanza o intelecto o ninguno de los demás bienes que alcanza el alma, que no hubiera nada de eso? ¿Y además, de eso, que incluso se vea uno obligado a decir que el que no goza, sino que sufre, es malo aunque fuera el mejor de los hombres y que, por su parte, el que goza, en la medida en que mas goces, mientras esté gozando, en esa medida sobresale en perfección?
PRO. — Los placeres, en cambio, y en particular los mayores —cuando vemos a alguien gozando de ellos— al percatarnos de su carácter ridículo o de la extrema indecencia que los acompaña, sentimos vergüenza nosotros mismos y, tratando de hacerlos desaparecer, los ocultamos lo más posible, entregando todo eso a la noche como si la luz no debiera verlo.Sóc. — Entonces, Protarco, en todas partes has de proclamar, a lo lejos comunicándolo por medio de tus mensajeros, y a los presentes por ti mismo, que el placer no es ni el primer bien ni el segundo, sino que hay que pensar que cualquiera escogería con mayor agrado lo relativo a la medida, lo mesurado y oportuno y todo lo semejante. 65e-66a
Y no en primero, aunque todos los bueyes y los caballos y todas las demás bestias lo concedan a la persecución del gozo; pues bien, confiando en ellas como los adivinos en los pájaros, la masa estima que los placeres son lo más importante para nuestro bien vivir y creen que los amores de las bestias son testimonios más poderosos que los de los discursos emitidos en cada caso en el oráculo de la musa filosófica.

Bibliografía

  1. Platón: Diálogos VI. Filebo, Timeo, Critias. Ángeles Durán, Mª (tr. Filebo) Madrid: Editorial Gredos, 1992.
  2. El pintor de Shuvalov en Wikipedia
  3. La jarra de vino decorada por el pintor de Shuvalov en Wikipedia.
  4. Michel Onfray en Diario de Lecturas

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