Erice, El Sur

El Sur: una invitación a la filosofía

I. Sinopsis

En una localidad indeterminada del norte de España, en una mañana fría de invierno, se despierta Estrella, la protagonista. Debajo de la almohada encuentra el péndulo que su padre utilizaba para «profetizar». En ese momento se da cuenta de que nunca más lo volverá a ver.

Iciar Bollain
Iciar Bollaín

Se inicia entonces un extenso flash-back que abarca casi toda la película. Estrella recuerda su infancia: cómo llegaron desde el sur hace muchísimo tiempo, cómo su padre Agustín poseía las habilidades del zahorí, cómo su madre Julia le habló por primera vez del sur y de la guerra civil, cómo fueron desvelados algunos misterios gracias a la visita de dos curiosas mujeres, su abuela y Milagros, cómo pasó el día más feliz de su infancia bailando con su padre en la fiesta de la primera comunión, cómo supo que su padre tenía una amante y cómo fueron separándose irremediablemente cada vez más.

Una elipsis de diez años nos sitúa en la adolescencia de Estrella: su novio el Carioco, la última conversación con su padre y el suicidio. Estrella cae enferma y, para que se recupere, deciden enviarla, por fin, al sur. Mientras Estrella hace su maleta, llena de curiosidad y esperanza, termina la película con la música de Granados.

Un detalle técnico que cabe hacer notar es la fotografía excepcional de José Luis Alcaine, habitual de Almodóvar.

II. El Sur : una invitación a la filosofía.

Cuando Alain Finkielkraut publicó La derrota del pensamiento (Gallimard, 1987) describió una enfermedad del espíritu que no ha hecho sino agravarse con el tiempo. El diagnóstico de Finkielkraut mostraba cómo el fenómeno de la cultura de masas unido a la transformación del valor de cambio en «cosa-en-sí» había borrado para siempre la distinción entre arte y mercancía. El mercado ha terminado por igualar todos los productos culturales, distinguiéndose unos de otros sólo por su mayor o menor capacidad para «matar el tiempo». El individuo se ha convertido en sujeto pasivo, consumidor-espectador, de subproductos fabricados específicamente para mantenerlo en estado de hibernación.

Omero Antonutti
Omero Antonutti

A pesar de todo, la literatura, el cine, el arte, siguen siendo el mejor modo para sobreponerse a este nihilismo cultural y abrir paso al pensamiento. La verdad filosófica fundamental es el dogma idealista: el pensamiento tiene el poder de proyectar la realidad. Empezar a filosofar es constatar que nuestra mente construye y da sentido al mundo. Todo lo dado, lo aprendido, no son más que prejuicios, sombras ilusorias que nos aprisionan en el fondo de la caverna platónica. Sólo es real lo que imaginamos.

Cuando el crítico de arte Clement Greenberg tuvo que defender los indefendibles murales del comunista-borracho-suicida de Pollock argumentó del mismo modo que en el párrafo anterior. El arte que imita la realidad es arte hecho por esclavos y para esclavos, es kitsch. El verdadero arte es luz que ilumina, cuchillo que abre el mundo, matriz de posibilidades.

La película de Víctor Erice ejemplifica las ideas anteriores tanto en la historia que cuenta como en la forma en que la cuenta. Es sobre esta asombrosa e inextricable unión de significante y significado sobre lo que quiero llamar la atención. Vemos la historia a través de los ojos de Estrella. La suya es una mirada necesariamente incompleta, obligada a imaginar buena parte de la realidad: el sur, Irene Ríos, el abuelo, la guerra civil… Estrella construye su mundo a partir de pistas leves y borrosas. Así también, todos y cada uno de nosotros. Erice cuenta la historia del mismo modo. Es una película construida sobre ausencias y elipsis, donde muchas veces lo importante ocurre justo fuera del plano que vemos. Del mismo modo que en el primer plano de la película el amanecer arranca la historia de la oscuridad así Estrella busca conocerse avanzando entre las sombras del pasado de su padre.

Estrella inventa su realidad a partir de oscuridades y susurros. El espectador también es obligado por Erice a reconstruir la historia de Estrella a partir de lo que no ve. Estrella, en una suerte de anámnesis, termina viajando hacia el origen, hacia el sur, hacia la luz que ha de desvelar todos los misterios. Es una invitación a buscar el sur de cada uno.

A mi entender, esa es la razón del cine, del arte y, al mismo tiempo, el primer paso del pensamiento.

Fotograma de El sur

Ficha técnica

  1. Director: Víctor Erice
  2. Guión: Víctor Erice, sobre la novela homónima de Adelaida García Morales
  3. Intérpretes: Omero Antonutti (Agustín Arenas), Sonsoles Aranguren (Estrella, 8 años), Icíar Bollaín (Estrella, 15 años), Lola Cardona (Julia, esposa de Agustín), Rafaela Aparicio (Milagros)
  4. Fotografía: José Luis Alcaine
  5. Producción: Elías Querejeta
  6. Montaje: Pablo G. del Amo
  7. Duración: 95 min
  8. Banda sonora: Maurice Ravel (Cuarteto de cuerda en fa mayor), Franz Schubert (Quinteto en do mayor), Enrique Granados (Danzas españolas), «La puerta del sagrario», «Yo tengo dentro de mí», «En er mundo», «La cumparsita»
  9. Año: 1983
  10. Premios: Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Mejor Película en el Festival de Sao Paulo, Miami y Chicago. Fotogramas de Plata a la mejor película española.
  11. Filmografía de Víctor Erice: El espíritu de la colmena (1973), El Sur (1983), El sol del membrillo (1992).

5 comentarios en “Erice, El Sur

  1. Hola Eugenio. Con tu permiso, enlazo tu artículo en mi cuaderno con el argumento: «como dice un amigo: esta película tiene algo de Platón».
    Muchas gracias.

  2. Hola, soy Javier Hernández, un mequetrefe comparado con vosotros. Disculpad. ¿Qué potencia intelectual tiene la desolación de Erice ante Querejeta?, ¿sabéis por qué no hubo segunda parte?, ¿Hasta qué punto participa un mecenas del genio de un creador? Coincido con vosotros, es una película genial, sentimental, intelectual, vital, triste, alegre. Autenticamente filosófica. A mi me duele mucho verla.

    1. Hola Javier Hernández. Soy alumno de Aula de Filosofía desde hace años. Creo que el que siente todo eso, como haces tú, al ver el largometraje El Sur (1983), dista mucho de ser un mequetrefe. Voy a dar mi opinión sobre el distanciamiento entre Querejeta y Erice, creo que cuando una obra está en su embrión todos los que aportan su esfuerzo, tiempo y dinero (en el caso de Querejeta) tienen dudas y hasta distintos pareceres sobre lo que puede funcionar, así hay un encuentro de egos enorme (proporcional al talento de los que integran ese grupo), normalmente al guionista le pasan por encima con facilidad, pero entre el director y el productor la cosa es más peliaguda. Querejeta, a pesar de esto, era un hombre con una gran sensibilidad artística, cosa poco común entre los productores al uso. Aún así, conservo las mismas dudas que tú sobre un tema tan humano como este de la relación entre mecenas y creador, sobre todo cuando los dos tienen algo de creador.
      Saludos y ánimos para seguir viendo buen cine.
      El documental es muy revelador. Gracias, Eugenio.

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