Leonardo Sciascia: Los apuñaladores

Leonardo Sciascia: Los apuñaladores. Barcelona: Tusquets, 2006.

Leonardo Sciascia, autor del que ya hemos hablado en otro artículo de este blog, cultivó con maestría no sólo el género policiaco (El caballero y la muerte, Barcelona: Tusquets, 1989) sino también la reconstrucción novelada de hechos históricos reales. Así, La bruja y el capitán (Barcelona: Tusquets, 1987) o el libro que nos ocupa, Los apuñaladores.

En ambos casos, Sciascia utiliza este subgénero para poner de manifiesto un hecho curioso: en Italia, y, especialmente en Sicilia, el orden social, el Estado y la justicia, son, desde hace siglos, una farsa o un simulacro que, en su extrema debilidad, tienen la capacidad de perpetuarse. En esta novela Sciascia relata las dificultades de un honrado fiscal piamontés ante un extraño complot, el apuñalamiento de trece personas a la misma hora y en la misma ciudad. A pesar de los hechos y todo su esfuerzo, los crímenes se saldan con la horca y la cárcel para los sospechosos, e impunidad para el seguro cerebro de la conspiración política, el príncipe de Sant’Elia. Sciascia no denuncia la injusticia desde la posición de un narrador omnisciente sino que, apoyándose en los testimonios del fiscal Guido Giacosa, reconstruye el lento, complejo y ciego peregrinar de la justicia hacia el fracaso.

El estilo de Sciascia es el arma esencial con el cual nos comunica su teoría de la justicia. Su prosa nos arrastra como un alud o una riada, del mismo modo que al fiscal lo arrastran los acontecimientos. Su prosa es como una nevada mientras conducimos, así de confusa es la relación que existe entre la justicia y los hechos: lo que para el sentido común debiera ser mera transparencia («lo hizo o no lo hizo») deviene montañas de palabras, informes, contactos, hipótesis, influencias y corrupción.

Baudrillard dice en Cool Memories que las peculiares características de la política en Italia (una farsa, un espectáculo de títeres) la convierten en el mejor laboratorio para el estudio de la política en las sociedades posmodernas, sociedades democráticas donde la política ya no interesa a nadie sino como mero espectáculo. Así lo expresa Baudrillard de un modo brillante:

Estados Unidos tiene una fantástica capacidad de absorción de la violencia. Italia tiene idéntica capacidad de absorción del escarnio. Es una cualidad que proviene de su historia. La Mafia: sangriento escarnio del poder oficial, puesta en escena ritual de su liquidación: ópera popular. ¿Se desplomará el poder befado? En absoluto. Sigue balanceándose en la cuerda floja, de derecha a izquierda, como un elástico viejo. Sobrevive por la compasión que inspira. Nadie (salvo las B. R.) tiene ganas de darle muerte. ¡Qué sensatez luminosa! Porque la verdad de nuestras sociedades es que ya no pueden suprimir el mal y deben absorberlo. Ya no se puede encerrar la locura, hay que asimilarla. Hay que hacer trabajar las enzimas, no los revulsivos. Disolver, disolver, disuadir. En Italia, el poder se disuelve a sí mismo en los escándalos, en el estupro, en los compromisos históricos, pero con cierta cortesía, ofreciendo el espectáculo de su decadencia y de su recuperación. Pocas sociedades hay tan adelantadas. Jean Baudrillard : Cool Memories, p. 151

Hay en las novelas de Sciascia, incluida esta, curiosas coincidencias con las hipótesis de Baudrillard: la desaparición de lo político acompañado de la política como simulacro sobreviviéndose a sí misma. Como el espectro del padre de Hamlet. La enseñanza de Baudrillard es que mejor no le hagamos caso e intentemos vengarla, si no queremos que todo acabe en tragedia.

2 comentarios en “Leonardo Sciascia: Los apuñaladores

Deja tu comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s