José Luis Molinuevo: Posfascismo posmoderno (2013)

POSFASCISMO POSMODERNO-001José Luis Molinuevo: Posfascismo posmoderno. Salamanca: Archipiélagos, 2013.

En este libro, dedicado al análisis de la serie Homeland, Molinuevo estudia el tránsito del fascismo moderno, que intuitivamente asociamos al nacionalsocialismo, al posfascismo moderno, surgido a partir de las distopías digitales de los noventa y cuyo máximo representante es el Neo de Matrix, y, de ahí, al posfascismo posmoderno, que ha acaparado toda la iconografía posterior al 11/S. La característica principal del posfascismo posmoderno es que deja a un lado a héroes y líderes salvadores y se coloca en la posición de víctima para ejercer un control mucho más efectivo.

Obamas - fascist world government

Una vez convencidos de que Occidente es la víctima, es fácil manipular emocionalmente a la multitud para que ejerza su derecho a defenderse: es el «buenismo» de  la guerra digital, de las bombas inteligentes, de los drones, de la tortura legítima de Guantánamo.

La democracia es la más incansable consumidora ciudadana de imágenes totalitarias en forma de fragmentos, de aquellas destinadas a provocar directa o indirectamente una respuesta de identificación, de asentimiento, de adhesión. ¿La razón? El fascismo gusta estéticamente en sus formas, aunque se rechacen conceptualmente sus contenidos. Esto, difícilmente admisible, tiene su raíz en el déficit existente de una cultura de la imagen que vaya más allá de la tradición platónico cristiana, de un humanismo idealista, y de una concepción primaria del gusto, es decir, de primates, que es la predominante en la gente de «buenos sentimientos». Estos son los más vulnerables, ya que lo propio del posfascismo posmoderno, apropiado del moderno, es ser una estrategia de manipulación emocional. Y los primeros que caen son las «almas bellas», las personas equilibradas», los ciudadanos «responsables», las personas «comprometidas» .(p. 5)

Homeland es la serie favorita del presidente Obama y es un buen ejemplo del fascismo fascinante que Susan Sontag analizó en un artículo publicado el 6 de febrero de 1978 en The New York Review of Books. En el punto de mira de Sontag está Leni Riefenstahl. Lo que permanece del fascismo se puede percibir en su trayectoria artística. Pasó de filmar congresos del partido nazi a fotografiar a una tribu africana, los nuba. En todos sus trabajos se revela un componente esencial del fascismo: la apología de la belleza. Aquí resuena Platón.

Leni Riefenstahl: Africa, Taschen. (http://www.taschen.com/pages/en/catalogue/photography/all/02605/facts.leni_riefenstahl_africa.htm)
Leni Riefenstahl: Africa, Taschen.

Los imaginarios estéticos del fascismo moderno quedaron obsoletos hace tiempo. Ahora sólo están de moda en Corea del Norte.

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El Estadio de Nuremberg, Leni Riefenstahl, El triunfo de la voluntad.

En  los noventa, la bomba Internet, dio alas a quienes argumentaban que las redes sociales podrían dar lugar a una democracia mejor, una democracia directa, donde los ciudadanos podrían hacer frente a las multinacionales, al «sistema», al «mundo totalmente administrado» que denunciaba Horkheimer en los sesenta. El fascismo moderno había  mutado en fascismo posmoderno. Las distopías digitales legitimaban el surgimiento de un líder, de un «elegido». Es la argumentación de Neo en el monólogo final de The Matrix (Wachowski, 1999)

A partir de los atentados del 11/S el fascismo tuvo que mutar de nuevo. Para justificar el control político y económico de las élites ya no era necesario recurrir a líderes salvadores de uno u otro tipo, sino, dado el nuevo papel de víctima que asumía Occidente, era suficiente pedir la «colaboración ciudadana». Lograr que un país entero se sienta tan amenazado como para apoyar el recorte de derechos y libertades que supone el Patriot Act es un logro del posfascismo posmoderno, que continúa utilizando lo bello como arma de manipulación.

El posfascismo posmoderno es un fascismo amable, no admirable, no se apoya en la estética de lo sublime tradicional, del colosalismo y la desmesura que apabullan al individuo. El posfascismo posmoderno nace de dentro, no viene de fuera. Lo piden los individuos y es esencialmente democrático, porque busca su legitimación en los individuos y no en instancias superiores e ignotas. (p. 21)

La narrativa del fascismo posmoderno consiste en imaginar un desastre que legitime la llegada de un Mesías. Sin embargo, el discurso del posfascismo posmoderno se centra en prevenir el desastre. Para ello, renuncia a la bochornosa estrategia de Bush de las armas de destrucción masiva para justificar la invasión de Irak. Prefiere, en cambio, resaltar la permanente amenaza terrorista y la inseguridad que se cierne sobre los individuos. Acepta que la Guerra de Irak fue un error pero «lo hecho, hecho está». La amenaza es real, la «vivimos» a través de la protagonista de Homeland, y excepciones como la tortura están más que justificadas. Al espectador se le hace llegar una sensación de confusión total para que renuncie a conocer y a decidir. Es la nueva versión de la caverna platónica.

Los americanos no son ya los “buenos” atacados por el “eje del mal”. La antítesis con los planteamientos de Bush es evidente. Incluso se reconoce que la guerra de Irak fue un error. Pero, y esto es lo importante, sigue la firme convicción de que algo hay que hacer si se presenta una amenaza terrorista inminente. Estas amenazas se previenen porque se crean y se crean porque se previenen. Y esta es la situación límite en la que se mueve la serie: la creación del contexto adecuado para la excepción (…) Ese espectador intelectualmente despistado puede ser ya encauzado emocionalmente. Porque los productores y guionistas no se han esforzado en hacer una serie creíble, de hecho no lo es por múltiples detalles sueltos, pero sí emotiva y que “guste”, que suscite, si no la identificación, sí la empatía, el “comprender” emocional. Es a este último punto al que se quiere llegar en definitiva, a la aceptación de lo irremediable para el individuo en una sociedad compleja, por más que todo el mundo sepa detalles, pero la totalidad le supera y le abruma. Y, en definitiva, tampoco quiera conocerla. (pp. 34-36)

Es necesario, por tanto, estar permanentemente vigilantes. El enemigo está en todas partes: en el extranjero y en el interior. Lo siniestro acecha por doquier. En esta pintura de Giorgio de Chirico el espectador se ve envuelto en una situación semejante: la niña está amenazada por la sombra al final de la calle pero no percibe el peligro. La diferencia con Homeland es que la serie no busca crear tensión en el espectador sino hacerle ver que es impotente frente a la amenaza terrorista, que debe delegar en otros.  

Chirico. Misterio y melancolía de una calle. 1914
Chirico. Misterio y melancolía de una calle. 1914

Esa amenaza confusa de lo siniestro, la inseguridad permanente sirve a la perfección como apología de la violencia. «Los imaginarios estéticos del desorden siempre los producen gente de orden.» La serie Homeland busca contraprogramar al espectador, en principio reacio a la violencia. Lo lleva a cabo del mismo modo en que se realizan los interrogatorios en la serie. En primer lugar, tiene que existir una conexión emocional entre el terrorista y el «ciudadano posmoderno de buenos sentimientos». Así, Carrie, agente de la CIA, busca comprender los motivos de Brody, el ex-marine que se ha pasado al fundamentalismo islámico. En el camino se identifica con él, se enamora de él pero, finalmente, no tiene más remedio que «destripar a ese hijo de puta” porque existe en el mundo un odio irracional, injustificado, «ontológico» hacia Estados Unidos. La descripción del camino que va desde los «buenos sentimientos» hasta la violencia sin escrúpulos es el logro de  Homeland y la nota distintiva del posfascismo posmoderno.

El posfascista posmoderno trabaja con un espectador culturalmente conservador, que políticamente no quiere que le saquen de sus dudas, sino que le confirmen en ellas. La Gran Conspiración es paranoia, pero una conspiración dentro de otra, una mentira dentro de otra, una manipulación dentro de otra, tienen el atractivo de lo siniestro en lo cotidiano, y consiguen el mismo efecto de (de) formación ciudadana a través de una serie de “culto”. No hay una lluvia conceptual sino una gota malaya emocional. (p. 79)

Una lectura apasionante. Está disponible para descarga directa en el blog del autor: pensamiento en imágenes.

4 comentarios en “José Luis Molinuevo: Posfascismo posmoderno (2013)

    1. Hola Tristam, me miras con muy buenos ojos, pero bueno, otro compañero del trabajo también me dice que tengo que poner negro sobre blanco lo que pienso. Ahora mismo estoy safisfecho con el blog para expresar mis ideas. Pero una cosa no quita la otra 🙂

      Un abrazo. Buena película Dante’s inferno…

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