
Marta Sanz: Vintage. Bartleby editores: Madrid, 2013.
No sé nada de Marta Sanz.
A veces uno compra libros por motivos arbitrarios. Bartleby siempre me cayó bien, me gusta la portada, hace un par de años leí en el blog de Mal-herido una reseña elogiosa que olvidé enseguida.
A veces uno termina leyendo esos libros que parecen destinados a perderse en las estanterías. Contra todo pronóstico en esta tarde de julio, Vintage me atrae por su lenguaje preciso y afilado como navaja de Fontana, porque dice que ni el sexo, ni la poesía, ni la memoria nos salvarán de nada, que los aviones se caen y sí, a veces son cuarenta sesiones de radioterapia y «la doctora es casi una niña». Son poemas sobre límites, debilidades y pequeñas catástrofes.
Cito algunos versos:
El poema es un espacio.
Mide cinco por tres centímetros.
Es un piso de protección oficial. (p. 14)
La memoria
es
un hilo
frío.
El borde
de una hoja
de papel
que me rasga
las yemas
de los dedos (p. 17)
TENEMOS
ya más
de cuarenta años
y podríamos
decir
una vulgaridad
portentosa:
aún ignoramos
quién
nos espera
al fondo del espejo. (p. 25)
Y estos, que también gustaron a Alberto Olmos.
CIERTOS hombres de mi vida
tienen un día de suerte
que siempre coincide
con mi gusto
por hacerme daño. (p. 46)
Hola Eugenio,
Esta reseña es perfecta al modo en que decía Oscar Wilde, es exquisita y deja insatisfecho. Lo anotaré a la espera de que no sea uno de esos libros destinados a perderse en las estanterías. Por otro lado debo decir que estoy impaciente por leer tu reseña sobre ‘Contraluz’ de Thomas Pynchon. Lo leí hace unos años y aún no he tenido el placer de hablar sobre él con alguien cercano.
Un abrazo.
Kevin.
Hola Kevin, me gustó Vintage. Es para leer varias veces y eso no es poco.
Por fin he encontrado continuidad en el tiempo para leer a Pynchon. Dice algunas cosas sobre el «gran sueño americano» que nadie más se atreve a decir. Si dijese esas mismas cosas desde la posición del «intelectual», del «filósofo», del «ensayista», lo habrían apartado como a Chomsky. Pero habla desde el mismo no-lugar que ocupa el gato de Cheshire. Sólo le vemos la sonrisa. En Contraluz, por ejemplo, los párrafos sobre las relaciones entre política y dinamita son muy difíciles de encontrar después del 11/S.
Por cierto, me gustó Al límite. Muy pesimista, muy irónica. Al hablar de la decadencia de Occidente hay una diferencia esencial entre escuchar a alguien que lo hace como Pynchon y otro que lo hace al estilo del fundamentalismo islámico o marxista. Prefiero a Pynchon.
Te gusta Taranta Project de Einaudi?. A mí me ha sorprendido mucho.
Ahora que tengo algo más de tiempo escucho «Qua», la caja de 37 CD’s minimalistas de Wim Mertens.
Un abrazo.
A veces uno compra libros por motivos concretos, por ejemplo, porque te los recomienda alguien cuyo criterio te inspira confianza, alguien con quien pareces tener claras afinidades, aunque no lo conozcas personalmente siquiera…
Tomo nota, Eugenio.
PD: he terminado estos días «Hierba mora» y me ha encantado. Espero que estés pasando un estupendísimo verano. Muchas gracias.
Buen verano para ti también.
Saludos.