Raoul Vaneigem: Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones

Raoul Vaneigem: Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones. Javier Urcanibia (tr.) Barcelona: Anagrama, 2008.

Texto clásico de Raoul Vaneigem, uno de los padres de la Internacional Situacionista junto a Guy Debord. Publicado por primera vez en 1967, su estilo, más accesible que el de Debord, inspiró en parte las revueltas de mayo del 68.

De entrada, sorprende agradablemente en la introducción el tono platónico, el sabor místico a reminiscencia. Los conocimientos están ya ahí: Lautréamont es insuperable. Fallan los hombres, pobres de espíritu. El mundo ha de convertirse en lo que ya es, pero no en el sentido del aburrido materialismo histórico, sino en el modo surrealista: es necesario zambullir la vida cotidiana en el sueño. No estamos obligados a elegir entre un mundo en el que se muere de hambre y otro en el que se muere de aburrimiento. Quienes encuentren deficientes las tesis de Vaneigem, busquen en sí mismos el problema, en cuanto lectores y, más aún, en cuanto hombres.

Nunca he pretendido revelar algo nuevo, lanzar cosas inéditas al mercado de la cultura… Desde que existen los hombres, y leen a Lautréamont, todo está dicho y, en cambio, son pocos quienes han llegado a sacar provecho. Ya que nuestros conocimientos son en sí banales, sólo pueden resultar provechosos a espíritus que no lo sean.

El mundo moderno debe aprender lo que ya sabe, convertirse en lo que ya es, a través de una inmensa conjuración de obstáculos, por la práctica. Sólo se escapa a la banalidad manipulándola, dominándola, zambulléndola en el sueño, entregándola al placer de la subjetividad…

No queremos un mundo en el que la garantía de no morir de hambre equivalga al riesgo de morir de aburrimiento…

Lo que hay de deficiente en la escritura refleja también una deficiencia en el lector en cuanto lector y más aún en cuanto hombre…

(pp. 18-19)

La introducción es breve, brillante y accesible. De lo mejor que he leído últimamente.

La primera parte del libro, «La perspectiva del poder«, desarrolla la crítica situacionista a la alienación en las sociedades de consumo. Y también la crítica a una izquierda cobarde e insuficiente:

Los que hablan de revolución y de lucha de clases sin referirse explícitamente a la vida cotidiana, sin comprender lo que hay de subversivo en el amor y de positivo en el rechazo de las obligaciones, tienen un cadáver en la boca. (p. 29)

El amor del trabajo bien hecho y el gusto de la promoción en el trabajo son hoy la marca indeleble de la debilidad y de la más estúpida sumisión. (p. 65)

¿Algún día veremos a los huelguistas, que reivindican la automatización y la semana de diez horas, escoger, de una vez por todas, hacer el amor en las fábricas, en las oficinas y en las casas de cultura? (p. 68)

1. El capitalismo se las ha arreglado para convertirnos a todos en esclavos sin amos. Lo más preocupante es que, según Vaneigem, el plazo para poder llevar a cabo un cambio hace tiempo que expiró:

Trabajar para sobrevivir, sobrevivir consumiendo y para consumir, se cierra el círculo infernal. Bajo el reino del economicismo, sobrevivir es a la vez necesario y suficiente. Quedan una treintena de años para impedir que la era transitoria de los esclavos sin amos dure dos siglos.(p. 84)

2. A quienes se conforman con el Estado del Bienestar habrá que recordarles el aforismo de Saint-Just:

«Quienes hacen a medias la revolución no hacen más que cavarse la tumba»(p. 88)

3. Creo que el error fatal de Vaneigem reside en su menosprecio del poder de la técnica para asegurar el control e impedir la transformación de la sociedad. Vaneigem no puede evitar confiar en una dialéctica ingenua: cuánto más perfecto sea el control en las sociedades cibernéticas mayor será la perfección de su rechazo.

Echando las bases del poder perfecto,los cibernéticos van a promover la emulación y la perfección del rechazo. Su programación de técnicas nuevas se romperá contra esas mismas técnicas, desviadas por otra organización. Una organización revolucionaria.(p. 101)

4. En las sociedades de consumo reina lo cuantitativo. Esto puede aplicarse no sólo a la evidente equivalencia de felicidad y dinero sino también a cuestiones más abstractas como la ideología.

De hecho la ideología extrae su esencia de la cantidad; no es más que una idea reproducida muchísimas veces en el tiempo (el condicionamiento pavloviano) y en el espacio (su adopción por los consumidores). La ideología, la información, la cultura tiende cada vez más a perder su contenido para convertirse en mera cantidad. Cuanto menos importancia tiene una información, más repetida es y mejor aleja a la gente de sus verdaderos problemas.(pp. 106-107)

5. Frente al poder, cada vez más eficiente gracias a la cibernética, los consumidores se han convertido en esclavos: viven exclusivamente para la supervivencia. Una de las armas para desvincularse del poder y renovar el mundo es el lenguaje que debe aventurarse en el terreno de la poesía, el diálogo abierto y el «lenguaje sensual«, «límpido espejo de nuestros sentidos», como decía Böhme. Este nuevo lenguaje, enraizado en la revolución Dadá, será el lenguaje del nuevo hombre total.

6. Revolución y sacrificio son antagónicos. De nada valen la militancia, la sumisión y el sacrificio porque niegan la libertad que es precisamente la esencia de la revolución.

7. Vaneigem observa acertadamente una de las consecuencias más preocupantes de la sociedad del espectáculo respecto al arte. Lo subversivo en el arte queda anulado por museos y libros de texto, santuarios de la historia del espíritu burgués.

Las antologías están llenas de textos de agitación; los museos de llamamientos a la insurrección; la historia los conserva tan bien en el jugo de su duración que nos olvidamos de verlos o de oírlos. Y es justamente ahí donde la sociedad de consumo actúa frecuentemente como un disolvente saludable. En nuestra época el arte ya no erige otra cosa que catedrales de plástico. Ya no hay estética que, bajo la dictadura de lo consumible, no desaparezca antes de haber conocido sus obras maestras.(pp. 135-136)

8. Una escapatoria posible tiene su origen en el surrealismo: la reivindicación del presente. El sacrificio del presente ha mutilado al hombre desde sus orígenes. «Actúa como si jamás tuviera que existir futuro.» (p. 140)

El desencadenamiento del placer sin restricciones es el camino más seguro hacia la revolución de la vida cotidiana, hacia la construcción del hombre total. (p. 147)

9. La burguesía, que inventó la revolución y deshizo el orden teocrático feudal, no podrá detener el cambio social que ha iniciado. O dicho de un modo más dramático:

la revolución, es la más bella invención de la burguesía, el nudo corredizo gracias al cual ella se balanceará sobre la nada. (p. 149)

10. La herramienta esencial de la sociedad del espectáculo para arruinar la vida del individuo es la imposición de roles. Estos lo mantienen permanentemente alejado de su verdadero ser. Aceptar un rol es asumir algo de poder. El rol te sitúa en la sociedad del espectáculo. No hay poder si no es al precio de una sumisión y no hay sumisión que no conlleve ejercer algo de poder. Esta es la tentación de la que la mayoría es incapaz de escapar. Sin embargo, sólo aquellos que rechacen los roles serán capaces de reinventar la vida, de crear una poesía de lo vivido. La sociedad condena a quienes rechazan los roles: los encierra en psiquiátricos, asilos, prisiones… Pero lo cierto es que vivir sólo roles impuestos es la verdadera locura. Las personas sabias son las que sabotean sus roles: «pasar por irresponsable es la mejor manera de ser responsable ante sí» (p. 168). El especialista, producto de la sociedad tecnocrática, está tan absorbido por su rol que es meramente un zombie. La obra de De Chirico es la que mejor ha captado la inhumanidad, la vaciedad del hombre sometido a su rol.

…sus personajes con la cabeza vacía ejemplifican bien el balance acusador de la inhumanidad. Las plazas desiertas, la decoración petrificada muestran al hombre deshumanizado por las cosas que ha creado y que, fijadas en un urbanismo en el que se condensa la fuerza opresiva de las ideologías, lo vacían de su sustancia, lo vampirizan. (pp. 174-175)

De Chirico: Misterio y melancolía de una calle, 1914

11. Las vanguardias artísticas, especialmente el surrealismo en el período 1910-1920, han sido el único movimiento capaz de enfrentar con dignidad la descomposición nihilista de la sociedad del espectáculo al tender un puente entre arte y vida. Dadá, Malevich, Ulises o De Chirico anuncian el proyecto de un hombre total. Al imperio de lo cuantitativo, a la era del cálculo, común al capitalismo y el estalinismo habrá de sucederle la era del juego. Sin embargo, el arte de vanguardia, tabla de salvación para Vaneigem, fue fácilmente absorbido por la sociedad del espectáculo y se halla hoy diseminado en la música para el cine, la publicidad, la televisión…12. Los individuos no están enfermos. Pero sí existe un orden de cosas enfermizo. Al hombre oprimido se le intenta anestesiar mediante ideología y gadgets de confort pero el momento en que se produzca un rechazo de este vivir inauténtico está próximo. La mayoría viven como sonámbulos con miedo a despertar, envejecidos prematuramente por obra y gracia de la sociedad de consumo.

Quien consume se consume como inauténtico; alimenta la apariencia en provecho del espectáculo y a expensas de la verdadera vida. Muere donde se agarra porque se agarra a cosas muertas; a mercancías, a roles. Todo lo que posees te posee a tu vez. Todo lo que te convierte en propietario, te adapta a la naturaleza de las cosas; te envejece. El tiempo que fluye es el que llena el espacio vacío dejado por la ausencia del yo. Si corres tras el tiempo, el tiempo corre aún más deprisa: es la ley de lo consumible. ¿Quieres retenerlo? Te deja sin aliento y te envejece más. Hay que cogerle in fraganti, en el presente; pero el presente está por construir. (p. 185)

12. La vida ha sido reducida a imperativos económicos, a consumir y sobrevivir. En el universo creado por la era técnica los individuos se apergaminan, viven y mueren mediocremente. Es el instinto de muerte descubierto por Freud y Reich. Los enemigos de este nihilismo autodestructivo han sido las vanguardias como el Dadá o los herejes Hermanos del Libre Espíritu en el s. XIII.

¿qué he añadido yo en el siglo XX a lo que los Hermanos del Libre Espíritu declaraban en el XIII: «Se puede estar unido a Dios hasta tal punto que, hágase lo que se haga, sea imposible pecar. Pertenezco a la libertad de la Naturaleza y satisfago todos los deseos de mi naturaleza. El hombre libre tiene toda la razón haciendo cuanto le procura placer. Que el mundo entero sea destruido y perezca por completo antes que un hombre libre se abstenga de realizar una acción que su naturaleza le incite a realizar»? Y ¿cómo no saludar a Johann Hartmann: «El hombre auténticamente libre es rey y señor de todas las criaturas. Todas las cosas le pertenecen y tiene derecho a servirse de las que le plazcan. Si alguien se lo impide, el hombre libre tiene derecho a matar y tomar sus bienes»? ¿O a un Jean de Brünn que al manifestar: «Todas las cosas que Dios ha creado son comunes a todos los hombres. Lo que el ojo ve y desea, que lo tome la mano», se justificaba de haber practicado el engaño, el bandidaje y el robo a mano armada? ¿O los Pifies d’Arnold, puros hasta el punto de que hicieran lo que hicieran no podían pecar (1157)? Estos diamantes del cristianismo siempre han brillado con un resplandor demasiado vivo a los ojos legañosos de los cristianos. Cuando el anarquista Pauwels coloca, el 15 de marzo de 1894, una bomba en la iglesia de la Madeleine, cuando el joven Robert Burger estrangula a un cura el 11 de agosto de 1963, es la gran tradición herética la que, pobre pero dignamente, se perpetúa en su gesto. (pp. 200-201)

13. El socialismo, en cambio, no es solución. Se limita a sacar a salvaguardar al liberalismo de su autodestrucción. El socialismo es incapaz de apuntar al hombre total. Ni la URSS, ni China ni Cuba tienen nada que ver con la construcción del hombre total. Se han limitado a repartir la misma miseria economicista que el capitalismo.
14. Había que apostar, dice Vaneigem, por los herederos del Dadá, los blousons noirs, antecesores del movimiento punk.

La segunda parte del libro, La inversión de la perspectiva, contiene la parte positiva del discurso de Vaneigem.

1. El hombre total es aquel del que emanan creatividad, espontaneidad y poesía.

Sólo es espontáneo lo que no emana de una obligación interiorizada hasta en el subconsciente, y que, además, escapa al dominio de la abstracción alienante, a la recuperación espectacular. Se entiende que la espontaneidad es una conquista más que algo dado. La reestructuración del individuo debe pasar por una reestructuración del inconsciente (p. 231)

2. La creatividad está repartida por igual en todos los individuos pero sólo se expresa espontáneamente en algunos momentos privilegiados. Por ejemplo, en 1848, el mundo intelectual de Marx y el mundo obrero coincidieron sin mediaciones, inmediatamente, a través del Manifiesto. Fue un momento de creatividad compartida.

3. «La poesía es la organización de la espontaneidad creadora». No tiene que ver con la lectura ni con la contemplación pasivas sino con el POIEN, «hacer». Las obras de arte convencionales se traicionan a sí mismas cuando se exponen para su sola contemplación. El arte debe ser actuante, debe funcionar. La obra de arte debe estar fuera de los museos, en la calle, en el acontecimiento. «La obra de arte del porvenir es la construcción de una vida apasionante«. (p. 240)

4. Es necesario superar la dialéctica del amo y el esclavo, ascender a la condición de amos sin esclavos dando vía libre a la subjetividad. En este camino a la libertad hay que mencionar no sólo a las masas revolucionarias sino también a Sade. En cualquier caso, al sadismo de la explotación capitalista le habrá de seguir la frialdad letal de la organización social cibernética. En comparación con esta, las matanzas de Auschwitz tienen cierto «lirismo» (p. 249). El orden cibernético, paradigma de inhumanidad, es el paso previo al nuevo orden de amos sin esclavos, un mundo sin jerarquías donde se libera el juego del niño, del que hablaban Heráclito y Nietzsche.
 
A modo de conclusión:

  1. El análisis que lleva a cabo Vaneigem de la alienación en las sociedades de consumo o del espectáculo sigue vigente.
  2. La revolución a través del arte y la mística o el proyecto del hombre total son estrategias muy poéticas pero poco «prácticas o realistas».
  3. El tiempo ha revelado la ingenuidad de Vaneigem al confiar en que el capitalismo podía estar amenazado por conceptos filosóficos como la dialéctica o el arte de vanguardia. La capacidad del capitalismo para absorber la crítica, la negatividad, sobrepasó con creces la imaginación del autor.
  4. Una lectura recomendable para comprender el pensamiento de la Internacional Situacionista y las ideas que subyacían a las revueltas de mayo del 68.

6 comentarios en “Raoul Vaneigem: Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones

  1. Gracias por publicar esta información. Vale la pena cuestionarse aquello que dices en cuanto a que las ideas de estos situacionistas son poco prácticas y realistas …¿en donde está lo que llamamos realidad? ¿qué sería más práctico para la vida? Creo que lo más práctico para la vida es tratar de volver a ella misma

  2. Hola Kyn, me alegra que el artículo te haya sido útil y te agradezco mucho el comentario.

    A pesar de mis simpatías hacia la mística y la utopía presentes en Vaneigem también puede decirse que es poco realista.

    Poco realista o práctico significa que Vaneigem no admite medias tintas. Es necesario superar por completo la sociedad del espectáculo. Esto requiere un nuevo lenguaje, ¡un nuevo inconsciente!, un salto a ciegas a la manera de Nietzsche. Quizás es demasiado para el último hombre.

    Quizás no.

    Un saludo.

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