
David Foster Wallace: La niña del pelo raro. Javier Calvo (tr.) Barceloa: Debolsillo, 2003.
La prosa de Foster Wallace es extraordinariamente barroca. El núcleo argumental de estos diez cuentos probablemente pueda resumirse en una frase, pero en el universo de Foster Wallace lo más simple es siempre exageradamente complejo. El mejor cuento es, en mi opinión, el que da título al libro, La niña del pelo raro. La anécdota es trivial: un grupo de punkies con un severo trastorno antisocial, liderados por un joven psicópata, abogado y republicano, asisten, felices y lisérgicos, a un concierto del pianista de jazz Keith Jarret. En la fila de delante una niña de pelo raro duerme en el hombro de su papá. Y estas son las ideas que tan tierna visión sugiere a nuestra simpática pandilla (para entender bien el texto resulta conveniente saber que el joven republicano sólo se excita si puede quemar con su mechero las piernas de las jovencitas que le practican rápidas y relajantes felaciones):
Anoche en el Irvine Concert Hall, Grope se acarició la zona intermedia y dijo que Keith Jarrett le estaba lanzando formas eléctricas desde la zona exterior de su peinado afro de Negro y se puso como loco. Gimlet ya no lloraba pero se mostró todavía mucho más interesada y fascinada por el pelo rubio y rizado de la niña sentada junto a un hombre mayor vestido con una bonita americana sport dos filas de asientos por debajo de nuestros seis asientos. Gimlet afirmó que el pelo raro de la niña representaba el poder mágico contra la inmolación que tienen los desechos químicos radiactivos y que si Gimlet podía cortarlo y colocárselo en la vagina bajo el porche de la casa de su padrastro en Deming, Nuevo México, podrían quemarla una y otra vez sin sentir dolor ni ninguna molestia. Estaba llorando y peleándose contra llamas ficticias y acto seguido intentó incorporarse y lanzarse desordenadamente hacia el pelo de la chica saltando por encima de los asientos, pero Mr. Wonderful retuvo a Gimlet y le aseguró que intentaría conseguirle algunos ejemplares de aquel pelo raro durante el intermedio, y colocó algo en la boca de Gimlet por cortesía de Big. (pp. 83-84)
Una crítica profunda y feroz contra el ideal republicano estadounidense, estúpido y amoral.
