Platón: Fedón, en Platón: Diálogos volumen III. Banquete, Fedón y Fedro. Carlos García Gual (trad. de Fedón). Madrid: Editorial Gredos, 1997.
Cuestionario para Filosofía II
- ¿Por qué afirma Sócrates que el filósofo estará mejor después de la muerte que en vida?
- Resume la prueba de la inmortalidad del alma basada en la compensación de los contrarios.
- Resume la prueba de la inmortalidad del alma basada en el argumento de la reminiscencia.
- Resume la prueba de la inmortalidad del alma basada en la afinidad del alma con las Ideas.
- ¿Cuál es, según los misterios órficos, el destino de las almas que hayan permanecido en vida demasiado apegadas al cuerpo y los placeres?
- ¿Cuál es el más grave y extremo de los males que debe afrontar el alma?
- Resume las objeciones de Simmias y Cebes a los argumentos en favor de la inmortalidad del alma.
- ¿Por qué razón, según Sócrates, algunos se vuelven misólogos?
- Resume la refutación que hace Sócrates de la objeción de Simmias.
- ¿Por qué Sócrates rechaza como insuficiente el mecanicismo de Anaxágoras?
- ¿En qué consiste la «segunda navegación» o «singladura» que propone Sócrates?
- Resume la argumentación de Sócrates a favor de la inmortalidad del alma basada en la exclusión de los contrarios entre sí.
- ¿Qué le ocurre a las almas de los criminales en su tránsito por el Hades?
- ¿Qué destino les espera a las almas cultivadas en la filosofía tras su muerte?
- ¿Qué detalle te ha llamado más la atención de los momentos finales de Sócrates?
Textos para comentar
- Introducción
- Discurso de Sócrates
- Argumentos a favor de la inmortalidad del alma: a) compensación de los procesos contrarios; b) argumento de la reminiscencia; c) afinidad del alma con las Ideas; d) el modo de vida condiciona el destino futuro del alma. (69e-84b.)
- Discusión de los argumentos precedentes: a) objeciones de Simmias y Cebes; b) misología
- Nueva argumentación: a) Refutación de Simmias b) Refutación de Cebes c) nueva argumentación, basada en la exclusión mutua de los contrarios en sí, y en que la idea del alma excluye la idea de muerte. (102a-107b).
- El mito escatológico (107c-115a). a) El viaje al Más Allá, b) la fabulosa geografía del otro mundo c) El destino de las almas tras el juicio
- Los últimos gestos de Sócrates.
1. Introducción
Equécrates y Fedón se encuentran en Fliunte, pequeña ciudad del Peloponeso, al suroeste de Corinto. Equécrates pregunta a Fedón si conoce las circunstancias de la muerte de Sócrates y éste le responde que estuvo presente en el momento de su ejecución y que puede hacerle un relato detallado. Así se inicia el diálogo.
De entrada Fedón le advierte que no sintió compasión por Sócrates sino que le pareció en todo momento un hombre afortunado.
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Equécrates pregunta quiénes estuvieron presentes en la muerte de Sócrates. Fedón responde que «Apolodoro, y Critobulo y su padre, y además Hermógenes, Epígenes, Esquines y Antístenes. También estaba Ctesipo el de Peania, y Menéxeno y algunos más de sus paisanos. Platón estaba enfermo, creo» Es curioso observar cómo Platón se cita a sí mismo. Entre los ausentes se halla Cleómbroto que tras leer el Fedón se suicidó convencido de los argumentos de Platón en favor de la inmortalidad del alma. Antes de comenzar su discurso Sócrates, incómodo por los lloros de Jantipa, su esposa, dice a Critón que busque a alguien que se la lleve a casa.
2. Discurso de Sócrates
Sócrates, tras desprenderse de los grilletes, reflexiona sobre la necesidad con que se suceden los contrarios: primero el dolor de los miembros agarrotados por donde vuelve circular la sangre y luego el placer del miembro restablecido. Cebes le pregunta por qué se ha dedicado a componer fábulas y Sócrates se justifica refieriéndose a un sueño que ha tenido donde se le incita a purificarse componiendo música. En principio, se conformó con saber que cultivando la filosofía, cultivaba la más alta música pero, dado el ocio de que disponía por el retraso de la ejecución, decidió componer auténticos poemas. Y como se sabe inexperto en mitos decide versificar las fábulas de Esopo.
Eveno, poeta conocido de Cebes que temía la competencia de Sócrates, quería que Cebes le informase del por qué de esa vocación poética de Sócrates. Sócrates, como hemos visto, explica sus motivos y pide a Cebes que le diga a Eveno que le siga lo antes posible, aunque sin quitarse la vida, porque eso no está permitido. Cebes y Simmias dudan de que Eveno vaya a hacer caso a Sócrates así que Sócrates pregunta si Eveno es filósofo y, si lo es, dice que está seguro de que preferirá la muerte a la vida. Simmias y Cebes le preguntan la razón de ese querencia de la muerte en el filósofo. Aquí comienza Sócrates un discurso acerca de la actitud del verdadero filósofo ante la muerte que incluye la exposición de los motivos que tenemos para la confianza en la inmortalidad del alma. Este discurso, explica Sócrates, será como una segunda apología pero no ante los jueces sino ante los amigos.
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Continúa argumentando Sócrates que el filósofo se caracteriza principalmente por apartarse del cuerpo en vida y dirigir su atención hacia «lo que es«. Actuando así los filósofos se caracterizan por su valentía, al no temer morir, y templanza, al apartarse de los placeres del cuerpo, de modo que cuando llegan al Hades están preparadas para habitar entre los mejores.
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3. Argumentos a favor de la inmortalidad del alma
a) Compensación de los procesos contrarios
Del mismo modo que lo caliente surge de lo frío y lo rápido de lo lento, así la vida ha de tener su origen en la muerte, pues de lo contrario el universo entero se estancaría.
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b) Argumento de la reminiscencia
Sócrates se pregunta cómo podemos decir de dos cosas que son iguales si la percepción de un individuo de que dos maderos son iguales puede diferir de la opinión de otro. A pesar de que en el mundo sensible el concepto de igual se de de manera imperfecta somos capaces de imaginar lo igual en sí mismo. ¿De dónde hemos sacado ese conocimiento? Tenemos que haberlo recordado a partir de las imperfectas imitaciones sensibles de lo igual, y para haberlo recordado eso significa que nuestra alma ha presenciado lo que verdaderamente es antes de unirse a nuestro cuerpo. Este argumento puede afecta no sólo a los conceptos matemáticos como igual, mayor, menor sino también a la belleza, la justicia…
Por tanto, ¿reconocemos que, cuando uno al ver algo piensa: lo que ahora yo veo pretende ser como algún otro de los objetos reales, pero carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, 74e necesariamente el que piensa esto tuvo que haber logrado ver antes aquello a lo que dice que esto se asemeja, y que le resulta inferior?ibid,p. 61Así que si, habiéndolo adquirido antes de nacer, nacimos teniéndolo, ¿sabíamos ya antes de nacer y apenas nacidos no sólo lo igual, lo mayor, y lo menor, y todo lo de esa clase? Pues el razonamiento nuestro de ahora no es en algo más sobre lo igual en sí que sobre lo bello en sí, d y lo bueno en sí, y lo justo y lo santo, y, a lo que precisamente me refiero, sobre todo aquello que etiquetamos con «eso lo que es», tanto al preguntar en nuestras preguntas como al responder en nuestras respuestas. De modo que nos es necesario haber adquirido los conocimientos de todo eso antes de nacer.ibid, p. 62
Si existen las cosas de que siempre hablamos, lo bello y lo bueno y toda la realidad de esa clase, y a ella referimos todos los datos de nuestros sentidos, e y hallamos que es una realidad nuestra subsistente de antes, y estas cosas las imaginamos de acuerdo con ella, es necesario que, así como esas cosas existen, también exista nuestra alma antes de que nosotros estemos en vida. Pero si no existen, este razonamiento que hemos dicho sería en vano. ¿Acaso es así, y hay una idéntica necesidad de que existan esas cosas y nuestras almas antes de que nosotros hayamos nacido, y si no existen las unas, tampoco las otras?
bid, p. 64-65
c) Afinidad del alma con las Ideas
Cebes objeta a Sócrates que si bien está claro que el alma existe previamente al nacimiento cómo sabemos que perdurará tras la muerte. Sócrates, irónico, se compadece se su miedo.
Sin embargo, me parece que tanto tú como Simmias tenéis ganas de que tratemos en detalle, aún más, este argumento, y que estáis atemorizados como los niños de que en realidad el viento, al salir ella del cuerpo, 77e la disperse y la disuelva, sobre todo cuando en el momento de la muerte uno se encuentre no con la calma sino en medio de un fuerte ventarrón.
Entonces Cebes, sonriendo, le contestó:
-Como si estuviéramos atemorizados, Sócrates, intenta convencernos. O mejor, no es que estemos temerosos, sino que probablemente hay en nosotros un niño que se atemoriza ante esas cosas. Intenta, pues, persuadirlo de que no tema a la muerte como al coco.
ibid, p. 66
Para aliviar el miedo de Simmias y Cebes Sócrates elabora otra prueba basada en la afinidad del alma con las Ideas. El punto de partida es la existencia de dos mundos, uno visible y cambiante y otro inteligible e inmutable. El primero lo conocemos oscuramente mediante los sentidos:
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Sócrates concluye que mientras que el cuerpo humano pertenece al mundo visible y está condenado a descomponerse el alma es semejante en todo a lo inteligible y, por tanto, habrá de perdurar. Si en Egipto consiguen que tras la muerte el cuerpo se conserve durante años, qué duración no obtendrá el alma para marchar al Hades y vivir con los mejores.
e) El modo de vida condiciona el destino futuro del alma.
Sin embargo, no todas las almas hacen el tránsito de igual modo. Las almas que hayan cultivado la filosofía y, por tanto, se hayan ido separando en vida del cuerpo para volverse hacia lo que es, se separarán sin dificultad, mientras que aquellas que vivieron siempre apegadas a las pasiones terrenales permanecerán vagando por los cementerios como «malos espíritus»
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Llegará el momento en que hayan de unirse de nuevo a un cuerpo. En ese momento las glotonas y lujuriosas se encarnarán en asnos, las propias de tiranos en lobos o halcones, las que hayan practicado la virtud política en abejas o avispas. A la estirpe de los dioses sólo tendrán acceso los amantes del saber pues ellos se han apartado del cuerpo y han reconocido «el más grande y extremo de los males»
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4. Discusión de los argumentos precedentes
a) Objeciones de Simmias y Cebes
Simmias y Cebes dudan de hacer objeciones a los razonamientos de Sócrates dado lo delicado de la situación. Pero Sócrates los anima argumentando que si no es capaz de convencerlos a ellos que son amigos no podrá convencer a nadie. Además, dice que están colocando su talante adivinatorio por debajo del de los cisnes. Estos, que son de Apolo, entonan sus más bellos cantos al morir pues saben las venturas que van a disfrutar. Pues lo mismo, dice Sócrates, ocurre con él.
Así que Simmias plantea su objeción: Según la medicina de la época el alma es como la armonía que emana de una lira, el cuerpo. Una vez que desaparece la lira desaparece también la armonía y, por tanto, el alma.
La objeción de Cebes consiste en que, aún admitiendo que el alma es previa al nacimiento y que puede sobrevivir a la muerte, es posible que tras un número de nacimientos se extinga para siempre. ¿Cómo demostrar que el alma, además de sobrevivir a la muerte, es indestructible?
En este momento vuelven a intervenir Equécrates y Fedón. Este comenta cómo Sócrates enfrenta con dignidad los razonamientos de Cebes y Simmias. Es literariamente insuperable el detalle de Sócrates jugando con el pelo de Fedón.
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b) Comentario de Sócrates sobre el escepticismo originado en una confianza precipitada e insegura.
Sócrates advierte que no es correcto desconfiar de la razón, volvernos misólogos, porque haya fallado un razonamiento. A veces ocurre que personas con poca pericia en asuntos humanos confían a la primera en otras para darse cuenta luego del error. Lo mismo ocurre con los argumentos filosóficos. Algunos, sin la debida formación, dan por válidos argumentos que luego se tornan falsos, lo cual provoca una desconfianza general en la razón. Pero esta desconfianza no se debe a las posibilidades de la razón sino a la falta de preparación de aquellos.
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5. Nueva argumentación
Sócrates decide hacer frente con valentía a las objeciones de Simmias y Cebes:
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a) Refutación de Simmias: el alma como armonía.
En primer lugar, Sócrates obliga a Simmias a elegir entre el argumento de la reminiscencia y, por tanto, la preexistencia del alma respecto al cuerpo, o la idea del alma como armonía, cuyo origen es el equilibrio de los «humores» corporales. En pocas palabras Sócrates obliga a Simmias, de un modo algo violento, a elegir entre la teoría de las ideas y el materialismo.
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Una vez que Simmias acepta la verdad de la teoría de las ideas y la reminiscencia Sócrates desarrolla tres objeciones a la idea del alma como armonía:
- Lo que dicen que el alma es armonía ¿qué dirán que es la virtud o la maldad en el alma? ¿Una armonía o inarmonía dentro de la armonía?
- «Ningún alma participará de la maldad si es una armonía»
- Si el alma es una armonía reflejo del estado del cuerpo ¿cómo podrá el alma ordenar al propio cuerpo como de hecho lo hace?
b) Refutación de Cebes: la «segunda navegación»
A Sócrates le preocupa la objeción de Cebes pues le obliga a tratar en profundidad el tema de las causas de la generación y corrupción de las cosas, es decir, temas de «física». Para refutar a Cebes Sócrates le propone relatarle su experiencia personal respecto a la «investigación de la naturaleza», el conocimiento de las causas de las cosas.
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Pronto Sócrates se verá confundido pues ni siquiera llega a tener claro cuál es la naturaleza de la Unidad o la Dualidad. Es extraño como Sócrates ataca las posibilidades de la Física recurriendo a «juegos de palabras» relacionados con las matemáticas.
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En cualquier caso, Sócrates se mostró esperanzado cuando oyó hablar del Nous que Anaxágoras había propuesto como causa última de los seres, «la mente lo que lo ordena todo y es la causa de todo». Sin embargo, quedó decepcionado al leer el libro de Anaxágoras pues este se centra principalmente en la «causa eficiente» dejando de lado otras como la «causa final». Es decir, Anaxágoras explica las causas del «caminar» recurriendo a la acción de músculos y tendones mientras que Sócrates clama que eso no explica en el fondo nada pues es su convicción de respetar las leyes la que le obliga a permanecer en prisión y no sus músculos y tendones. Si extrapolamos este ejemplo al terreno cosmológico, Sócrates ve absurdo investigar las causas del universo recurriendo a torbellinos y despreciando la idea del Bien.
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Tras esta decepción Sócrates decide emprender una «segunda navegación» que consiste prácticamente en la elaboración de un nuevo método filosófico. En primer lugar, el método requiere el abandono de los sentidos como instrumento del conocimiento pues dañan la inteligencia como les ocurre alos ojos de «los que observan el sol durante un eclipse». En segundo lugar, el método busca como apoyo firme las ideas, «lo que es en sí mismo»: «lo bello en sí, y lo bueno y lo grande, y todo lo demás de esa clase». A continuación, Sócrates expone los fundamentos de la teoría de las ideas: algo es bello, pequeño o grande porque participa de las ideas correspondientes: «Conque, si alguien afirma que cualquier cosa es bella, o porque tiene un color atractivo o una forma o cualquier cosa de ese estilo, mando a paseo todas las explicaciones -pues me confundo con todas las demás- y me atengo sencilla, simple y, quizás, ingenuamente a mi parecer: que no la hace bella ninguna otra cosa, sino la presencia o la comunicación o la presentación en ella en cualquier modo de aquello que es lo bello en sí.» (p. 110)
Aplicado a las matemáticas diríamos que algo es uno o dos no por adición o división sino por participar de la Unidad o la Dualidad. Además, no cabe la confusión de que una Idea albergue en sí misma términos contrarios. Por ejemplo, no es posible que la Idea de Grandeza incluya también la de Pequeñez. Puede ocurrir que yo sea pequeño respecto a un jugador de baloncesto y alto respecto a un bebé pero, sin embargo, esto no le ocurre a las Ideas de Grandeza y de Pequeñez pues los «contrarios en sí» se excluyen.
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c) Nueva argumentación: basada en la exclusión mutua de los contrarios en sí, y en que la idea del alma excluye la idea de muerte.
Una vez aclarada la cuestión de cómo los contrarios en sí se excluyen mutuamente Platón construye la última prueba de la inmortalidad del alma. Del mismo modo que la nieve o el tres no pueden seguir siendo lo que son si admiten lo caliente o lo par, Sócrates afirma que el alma no puede admitir la muerte. Por ello,
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Puede observarse en este texto un evidente antecesor del argumento ontológico.
6. El mito escatológico
Dado que el alma es inmortal tenemos que prestarle suma atención durante este tiempo que llamamos vivir pues el peligro de despreocuparnos de ella es tremendo. Mucha suerte tendrían los malos si el alma fuese mortal, pues no tendrían que pagar por sus injusticias.
a) El viaje al Más Allá
Una vez llega la muerte el alma viaja al más allá. En su viaje necesita guías pues el camino a través del Hades es arduo y difícil. Las almas de los criminales no hallarán quien las acompañe mientras que las que han vivido «pura y moderadamente» harán su camino fácilmente y bien acompañadas.
b) La fabulosa geografía del otro mundo
La Tierra esférica se sostiene en el centro del Universo. Nosotros habitamos en una de sus grutas o cavernas. Lo que llamamos cielo es lo mismo que para los peces el mar. El verdadero cielo está más allá de nuestras posibilidades y está formado por el maravilloso éter. Esta Tierra, contemplada desde el cielo, es como una «pelota con doce franjas de cuero» y coloreada: púrpura, dorado, blanca. Nada hay en ella corrupto o que pueda corromperse y las piedras preciosas están por doquier. Otros seres la habitan, aventajándonos en todo.
La Tierra está atravesada por simas muy profundas. La más profunda es conocida como el Tártaro desde Homero. Hacia allí confluyen todos los ríos y desde él parten. Cuatro son las corrientes principales: Océano, Aqueronte (que lleva a la laguna Aquerusíade donde permanecen las almas de los difuntos, más o menos tiempo, antes de volver al mundo de los vivos), Piriflegetonte (un río de fuego que desemboca en la parte más profunda del Tártaro) y el río Cocito, el río del lamento.
c) El destino de las almas tras el juicio
Quienes hayan vivido moderadamente permanecerán algún tiempo en el Aqueronte purificándose. Los criminales irremediables serán arrojados al Tártaro de donde nunca saldrán. Los que hayan cometido pecados grandes pero todavía puedan recuperarse caerán al Tártaro de donde saldrán arrastrados por el Cocito, si fueron criminales, y por Piriflegetonte si maltrataron al padre o la madre. Cuando estos ríos llegan a la laguna Aquerusíade las almas gritan para que aquellos a quienes ofendieron y que están en la orilla los rescaten. Si no los rescatan vuelven al Tártaro. Los que se han dedicado a la Filosofía tienen el destino más feliz.
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Aunque no haya que tomar demasiado en serio estos relatos sí tienen la función de encantamiento o conjuro que nos ayuda a enfrentar la muerte con valor.
7. Los últimos gestos de Sócrates.
Sócrates decide bañarse antes de tomar el veneno para que luego las mujeres no tengan que lavar el cadáver. Critón le pregunta si tiene algún encargo para ellos. Sócrates les pide que perseveren en la filosofía. Critón le pregunta qué como quiere que le entierren, entero o sólo las cenizas. Sócrates protesta de que Critón le salga con esas después de llevar un buen rato hablando de la inmortalidad y pide a los demás que lo convenzan de que se dirige a un destino feliz. Tras lavarse y despedir a sus hijos y las mujeres de su familia vuelve a sentarse entre ellos. El encargado del veneno llega con la cicuta y alaba a Sócrates como el «hombre más noble, más amable y mejor» de los que habían pasado por allí. Sócrates decide a tomar el veneno y Critón le pide que lo retrase pero Sócrates insiste en que de nada sirve apegarse al vivir cuando lo que está por venir es mejor. Tras una libación a los dioses toma la copa y todos rompen a llorar. Sócrates se queja: «Ciertamente por ese motivo despedí a las mujeres, para que no desentonaran.» Antes de morir Sócrates pronuncia la enigmática frase: «Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides».
«Éste fue el fin, Equécrates, que tuvo nuestro amigo, el mejor hombre, podemos decir nosotros, de los que entonces conocimos, y, en modo muy destacado, el más inteligente y más justo.» (ibid, p. 142)
Muy bien estructurado no solo me gusta me encanta. Pude comprender en totalidad el Fedón gracias.
Gracias a ti por el elogio, un saludo.
Muy buen aporte, me sirvió demasiado, es clara la estructura argumentativa. Gracias.
Me alegra que te haya sido útil. Un saludo.
Excelente aporte, solo una cosa no me quedo clara, la argumetación de Cebes y la consiguiente refutación de Sócrates