Rafael Reig: Autobiografía de Marilyn Monroe. 1ª ed. 1992. Madrid: Punto de Lectura, 2006.
No es Marilyn Monroe mi diva preferida del cine. Le objeto demasiadas curvas, demasiado rubia. Más que vivir su vida fue arrollada por ella. Incapacitada para tomar las riendas, siquiera para atisbar algo de su significado. Demasiada inseguridad, demasiado necesitada de afecto y de miradas. Devorada, vaciada por las cámaras. Demasiadas películas malas y unos cuantos matrimonios y aventuras que parecen ideados por un «genio maligno» que se hubiese propuesto volverla loca antes de los cuarenta. Da la impresión de que a Marilyn Monroe la habían jodido bien antes de poder empezar. O como repite varias veces en la novela: «No me han querido. No he vivido»
Sin embargo, Rafael Reig deshace los tópicos sobre la inercia y la estupidez de Marilyn Monroe y la convierte en una heterodoxa «vida ejemplar». A partir de una serie de monólogos que la protagonista pronuncia frente a su psicoanalista, descubrimos paulatinamente no sólo sus aspectos biográficos más conocidos sino también y, lo que es más importante, sus opiniones sobre la identidad personal, el amor, Dios o la religión. Hay una fuerte presencia soterrada de Nietzsche en sus pensamientos: Marilyn reivindica la vida en sus aspectos dionisíacos (la ebriedad, el sexo, la pérdida del yo) frente al puritanismo religioso. Este está representado en la novela por las cartas alucinadas que la madre de Marilyn le envía desde el manicomio pidiéndole que se humille y se arrepienta por sus pecados de fulana. El núcleo heroico de la Marilyn de Reig reside en esa lucha a muerte entre la voluntad de Marilyn que afirma la vida sin condiciones y el resentimiento suicida del puritanismo religioso. Marilyn es una heroína nietzscheana, encarnación de lo dionisíaco, dice sí a la vida, un sí inevitablemente trágico.
Marilyn es consciente de que para llegar a ser quien es ha tenido que dejar en la cuneta otras muchas vidas posibles. La identidad personal se forja en nuestras relaciones con los demás. Relaciones tanto más determinantes cuanto más fundadas en el tacto, en la piel, en el cuerpo y menos en la palabra. La sucesión de novios, maridos y amantes implica muchas vidas posibles a las que se renuncia y terminan en la cuneta. Pero son el precio imprescindible para alcanzar el sueño de ser actriz, que significa serlo todo. Y nada.
Lo más opuesto al sueño de Marilyn fueron los matrimonios con hombres celosos, posesivos, religiosos, como su primer marido o Joe Di Maggio. Ambos fueron incapaces de admitir que el matrimonio fuese otra cosa que un calabozo con una única prisionera. El matrimonio, así entendido, impide el cambio, el movimiento, la transformación de la identidad. El matrimonio es ajeno a la belleza, es la muerte en vida.
Marilyn afirma que la belleza está en el movimiento, que no es cosa de medidas perfectas ni armonías, sino de cambio. Bello es lo que no podemos apresar porque está en perpetuo movimiento. Así es como se manifiesta también el amor, el amor es la destrucción de nuestra identidad y nuestra historia pasada. Cada nuevo amante nos transfigura y, por tanto, nos hace sentir diferentes, bellos, únicos. Marilyn era adicta al amor, a la vida y la belleza.
Para terminar, es un libro que se lee de un tirón con auténtico placer. Sugiere una nueva Marilyn, un icono heroico y trágico.
Estoy sumergido en la lectura de «La fórmula omega». No me ponga Ud. los dientes largos con otra de las novelas de. Sr. Reig, ¡qué me pierdo!
Me alegro de ponerle los dientes largos. De eso se trata. De que haya motivos para tenerlos largos. Que si no, vivir… <>La fórmula omega<> y <>Autobiografía de Marilyn<> son novelas completamente diferentes. Excepto por algunas cuestiones (aquellas relacionadas con el sexo y Dios) parece increíble que sean del mismo autor. Creo que eso es un buen síntoma. >Mi próxima lectura será <>Sangre a borbotones.<>
estoy deseando leerlo!>me apunto tu blog, me encanta!>saludos
Bienvenida goulue. Gracias por tu comentario. Anoto también tu blog. Un saludo.