Naomi Klein: No logo

Naomi Klein

Naomi Klein: No logo. Barcelona: Paidós, 2007.

Publicado originalmente en 2000 y traducido por Paidós en 2002 aparece ahora la edición en bolsillo de este éxito de ventas contra la globalización.

Naomi Klein es canadiense, periodista y debe andar por los cuarenta. Su mensaje es claro, directo y de dominio público: las grandes marcas (Nike, Shell, McDonald’s) han construido su éxito económico explotando salvajemente a miles de muchachas indefensas en el tercer mundo (China, India, Indonesia, Filipinas, Vietnam, Sri Lanka, Birmania) y convirtiendo en occidente el empleo fijo en vergonzante empleo temporal. A lo largo del libro la autora va revelando datos escandalosos sobre las bochornosas prácticas de las empresas transnacionales. Están por encima de la ley, gozan de absoluta impunidad y dominan de tal modo la publicidad que son capaces de absorber hasta las más feroces críticas. No les resulta difícil hacer un anuncio publicitario defendiendo el medio ambiente y, al mismo tiempo, arrasar la selva amazónica, defender los derechos humanos y, seguidamente, contratar sicarios para eliminar a dirigentes sindicales en los países pobres. Pero, argumenta Klein, la gente empieza a hartarse. Las grandes marcas están empezando a ser objeto de desprecio en lugar de admiración. Sin embargo, como bien advierte la autora, esto es sólo el principio. Es necesario ir más allá y atacar no a marcas concretas sino al sistema mismo en el que se fundamentan.

Vaya lo anterior por delante: mi acuerdo total con la generalidad de las tesis de la autora. Pero, no puedo ocultar que el libro es francamente malo. Carece de estructura: consiste en la adición anárquica de trabajos de investigación de muy desigual calidad. Esto conlleva innumerables altos y bajos así como abundantes repeticiones y un aspecto farragoso que sólo se supera por la simpatía hacia el movimiento antiglobalización. Capítulos excelentes como el dedicado al «año de la explotación» o el «año de la lucha contra las marcas» alternan con análisis idílicos y propuestas de patio de colegio. Por ejemplo, Klein atribuye a lo que llama «contrapublicidad», parodiar con spray las grandes vallas publicitarias, una función revolucionaria. O también, cuando relata que una alumna en una charla en un instituto le preguntó por un alternativa, «si no compro mi ropa en centros comerciales ¿dónde la compro?», a lo que Klein responde que se informe a través de internet de aquellas marcas que respetan los derechos humanos y medioambientales. Tampoco es posible hallar en las 650 páginas del libro una sola crítica a los sindicatos cuando, por ejemplo, son indirectamente responsables de que en España el liberalismo salvaje haya debilitado enormemente el empleo estable y el servicio público.

Mi experiencia como docente me proporciona fundamentos para ser muy pesimista al respecto de la valoración que hace Klein de un ligero cambio de actitud en los hábitos de consumo de la población. A la mayoría de la gente de por aquí le da lo mismo que en Birmania paguen la hora de trabajo a 13 céntimos de dolar e incluso, si les despertase algo de compasión, no existe ninguna alternativa viable a la dictadura del centro comercial. Es más, si dejasen de comprar a Nike sería Adidas, una marca igual de funesta, la que se llevaría el gato al agua. Y esto es por ahora lo que hay, jaque mate de las grandes marcas en la economía mundial y en las mentes de las nuevas generaciones. Son los modernos jinetes del Apocalipsis, que han estado puliendo su modelo suicida de negocio desde antes de la segunda guerra mundial.

El problema de fondo es la destrucción del sector público que la nueva economía globalizadora ha llevado a cabo en todo el mundo. No podemos hacer frente a las grandes compañías transnacionales porque los Estados han sido saqueados y debilitados de modo que ahora son sólo títeres con una capacidad de maniobra extraordinariamente reducida.

En el epílogo, de 2002, Klein ataca la ideología fascista de Bush, que tras los atentados del 11/S ha equiparado cualquier crítica al libre mercado con una crítica al modo de vida occidental y a su propio gobierno: «Si no estás conmigo, estás contra mí». Klein le responde que se puede estar en contra del terrorismo islámico y no ser un halcón del Pentágono a sueldo de la Shell, que existen más opciones aparte de soldado de la libertad y terrorista suicida. Klein reclama para el movimiento antiglobalización ese camino intermedio que en Estados Unidos resulta tan duro defender.

 

4 comentarios en “Naomi Klein: No logo

  1. Hola: Estoy leyendo el libro NO LOGO, es mas lo compre en un lugar donde lo venden «trucho» o sea copiado para asi no incentivar a las grandes editoriales a que lo posean y pongan el precio que quieran. Pero bueno… encontre algo que me parece una tonteria pero quiero compartirla con ustedes. La autora se llama Naomi «Klein» y suena a la marca «Calvin Klein» y el esposo es Avi Lewis masomenos parecido al nombre del jean (pantalones) marca «Levi´s». jajajaj que coincidencia ¿NO?

  2. He leído con gran interés tus dos artículos sobre Naomi Klein, de la que no sé demasiado. Vaya una cosa por delante: todas las reseñas que he leído hasta ahora sobre No Logo y The Shock Doctrine no difieren demasiado de lo que has expuesto, a saber: que la mirada de esta autora es más sutil que su escritura. Mala señal, porque en realidad buena mirada tienen muchos. Mucho más difícil es convencer y seducir.Creo que el grosor de sus libros y ese aire entre mesiánico y New Age es lo que me sigue alejando de ella. De todos modos, me doy por bien servido con lo que he aprendido gracias a estas dos reseñas. Ah, y muchas gracias por tus visitas a mi blog y por el vídeo que me has recomendado. Tengo que reconocer que no creo ciegamente en la ilustración, ni en la bondad de la naturaleza humana, ni siquiera en el altruismo. Y no obstante, sigo pensando que el capitalismo es una de las peores y más devastadoras distopías que ha fabricado la mente humana. De ahí mi oposición…

  3. Coincido contigo en tu observación sobre el capitalismo. La mentira más venenosa que se propaga actualmente a través de los mass media es la identificación de libertad y libre mercado. Todo lo que se haga por desmantelar esta farsa es bienvenido y Naomi Klein aporta su granito de arena. Ese es su mérito. Pero, insisto, debería pulir mucho más sus libros.

  4. Francisco, el impetu por conocer lo oculto siempre ha sido virtud de los valientes, pero debo comentarte que los apellidos Klein y Lewis, además de poseer un origen Judío, son muy comunes y no necesariamente dan cuenta de un vínculo entre las marcas y los apellidos de Melanie o su familia. saludos

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