Adolfo Bioy Casares: Borges


Adolfo Bioy Casares: Borges. Daniel Martino (ed.)1ª ed. Barcelona: Destino, 2006. 1663 páginas.

Adolfo Bioy Casares, escritor argentino nacido en Buenos Aires en 1914, fue amigo y discípulo del gran maestro Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986). Bioy Casares, autor de clásicos como La invención de Morel o La Trama Celeste, ejerce en este caso de biógrafo íntimo de Borges. El resultado es, en el fondo, únicamente «fascinante cotilleo», pero para quienes idolatramos los relatos de Borges como si fuesen los de un homero contemporáneo estos diarios de Bioy son una lectura apasionante. Frente al Borges inapelable, consagrado y supraterrenal del imaginario colectivo, Bioy retrata a un Borges humano, demasiado humano, repleto de luces y sombras: aficionado a los poemas lascivos y los juegos de palabras obscenos, defensor del golpe militar del 55 frente al populismo peronista, vencido por un Edipo humillante, aparentemente ajeno al sexo, adorador de Conrad y Stevenson, anglófilo acomplejado, ciego como homero, ciego como los reptiles de Sábato, malvado con sus enemigos literarios y políticos, deseoso de irse a vivir a la Biblioteca Nacional cuando los militares le nombran Director General…

Continuará…

Es extraño oír hablar a Borges de «Madre» y a Bioy de «Mi padre». Hay verdadera reverencia en sus palabras. Freud estaría orgulloso de ellos.

La cuestión política es crucial en el examen de la vida de Borges. Entre el cercano peligro del fascismo peronista y el ogro soviético del comunismo Borges optó por el gobierno de los militares. Había sufrido la tiranía del peronismo e imaginaba la amenaza soviética, disfrazada de utopía, instalando un orden totalitario que condenase a los de su clase social a trabajar, por ejemplo, en la construcción. Vio la violencia a la derecha y le aterraba tanto la sublevacion de las masas por la izquierda que pensó que la Junta militar prepararía el camino a un «justo» orden constitucional.

Borges era un aristócrata en el peor sentido de la palabra: racismo, servicio doméstico, privilegios, nula conciencia social, heráldicas, estupidez política…

Sustituyó a su madre por otro carcelero: María Kodama.

Borges y Bioy deberían haber sido amantes. El caso es que no tuvieron el valor para ello. Y nos encontramos con una relación turbia y perversa que salpica a todas las mujeres que les rodearon con el estigma de «no estás a la altura». Dado el caso, las críticas de Borges a Lorca parecen una formación reactiva de libro.

Es algo patético ver cómo a Borges se le cae la baba con el inglés Robert Graves al que presenta como señor feudal de Mallorca.

Continuará…

Existe un abismo entre Borges el escritor y Borges el individuo. Borges escritor es una máscara que dista mucho de la vida real. Dos ejemplos:

  • Borges admiraba a Spinoza; además de su conocidísimo soneto, pensó incluso dedicarle un libro. Spinoza defendía que un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte. Esa sabiduría era completamente extraña al escritor, siempre lloriqueando y siempre acobardado ante cualquier enfermedad.
  • Borges admiraba a Schopenhauer. Una de las enseñanzas más esenciales de El mundo como voluntad y representación es que el yo es una ficción efímera que debemos sustituir por la certeza de la esencial unidad de todos los seres humanos. El héroe moral de Schopenhauer es un héroe de la compasión capaz de identificarse con todo el dolor de la existencia humana. Borges, el hombre, era megalómano y narcisista: conversar con Borges era escuchar a Borges; él seguía y seguía perorando en medio de sus tinieblas mientras los demás se dejaban dormir.

Como dice Bioy, no tenemos idea de lo sinvergüenza que puede llegar a ser un autor.

Borges es implacable con sus enemigos políticos: Cortázar o Sábato son sistemáticamente golpeados utilizando argumentos sumamente arbitrarios. El túnel es descalificado como obrilla y Casa tomada como un cuento fracasado.

Otro error político: no dudó en hacer apología de la guerra de Vietnam. Si viviese hoy habría defendido la indefendible invasión de Iraq.

Continuará…

7 comentarios en “Adolfo Bioy Casares: Borges

  1. ¿Por qué no disfrutás de su maravillosa literatura? ¿Qué pretendés de Borges en el contexto socio cultural en el que nació? ¿Que fuera el Che Guevara? ¿Quién sabe si hubiera avalado la invasión a Irak? ¿Te parece tan importante su trasfondo moral, sus valoraciones personales, su ideología? Porque entonces no te va a quedar casi ningún autor sin fusilar, salvo Teresa de Calcuta, aunque -creo- es mucho mas aburrida de leer que Celine o Russeau (tipos despreciables para tus cánones de evaluación).
    Saludos
    Martín

  2. Estoy de acuerdo contigo en que, durante la lectura, las opiniones morales o políticas de un autor deben ponerse entre paréntesis. Los libros deberían publicarse como El guardián entre el centeno de Salinger, sin contraportada.

    Sin embargo, lo anterior no me impide informarme para hacerme una opinión personal sobre los autores que me gustan.

  3. Es muy divertida tu postura, porque criticas a Borges de lo mismo que vos haces con él, con la diferencia que no le llegas ni a la mugre de los zapatos…

  4. Lo he leído hace poco, y no he podido resistirme.

    Para empezar, es un libro impagable: literalmente. Es bastante caro.

    Segundo: ninguno de los comentarios me parece relevante. Para empezar, mencionar que es único en castellano, casi universal: sólo la vida de Johnson se le puede comparar.
    Tercero: está escrito, para decirlo claramente, como Dios. Escrito como Bioy Casares, bastante mejor prosista que el propio Borges y entre los mejores de la historia del castellano, uno no puede dejar de maravillarse con las soluciones que encuentra en la adjetivación, la carencia de subordinadas ridículas, el uso de los dos puntos para razonamientos inductivos, las digresiones perfectamente articuladas con punton y seguido… todo tan ordenado que casi no parece escito en un idioma romance vulgar y corriente, parece latín de César, de Gelio o incluso de Cicerón.
    Cuarto: se demuestra, finalmente, que Borges fue una persona básicamente literaria. Todo el libro son juicios literarios jugosísimos. Para empezar, Borges no lee novelas. Hay menciones a Flaubert o Dostoievski, pero nada más. Y ni siquiera para elogiarlos. Borges prefiere anécdotas sobre las que escribiría páginas y páginas, por que para el la historia humana es, en general, una historieta contada en el café.
    Quinto: juicios literarios. De todo tipo, y, sobretodo, contra todos. Odia a Victor Hugo, y le da con todo lo que tiene. Desprecia a Rabelais. Incluso a los que ama incondicionalmente como Cervantes y Shakespeare, los golpea sin piedad. Un día mateando con Bioy comenta que Shakespeare es un amateur de la literatura, un divine amateur. Relee el Quijote cada año, entero, y ve en él todos los fallos que conocemos, y lo adora como si fuera un totem. Lo mismo de Shakespeare, que se menciona en, literalmente, todas las conversaciones. Cita autores chinos y árabes como si hablase de estrellas de la literatura contemporánea.
    Sexto: para Borges, en la vida, todo es literatura, carece de importancia. Y, sin embargo, es un arrivista y un trepa que llega a darle vergüenza a Bioy. También, obsesivo hasta lo enfermizo, se olvida del mundo real y, por ejemplo, cuando el padre de Bioy se está muriendo, se olvida de decirle nada a su mejor amigo. A él le pareció penoso.

    Por supuesto, insultos a Sábato, Mallea, pero sobretodo a Sábato, al que odia con pasión. A Bioy esto le sorprende y le molesta. Yo lo entiendo: Sábato es todo lo que Borges no es, es el escritor superestrella de Argentina: héroe nacional, político, opinólogo en general, y encima como escritor no le llega a Borges ni a la planta de los pies.

    Y, por encima de todo, anécdotas impagables, por que Borges convierte todas sus conversaciones en relatos: una mujer se quema durante un incendio en plaza de Mayo y luego lo niega, por que según ella «se salvó con su psiquismo» ; Borges comenta: ¿Te das cuenta? Es invulnerable a la realidad.
    Borges va un día en el tren y un chico hace un juego de palabras, durante el cual se da cuenta de que palabras que se parecen dicen lo mismo o palabras que suenan parecidas dicen cosas distintas; Borges comenta: «Tuve que ponerme al lado suyo y reírme con él, por que sus padres estaban ocupados discutiendo. Estaba descubriendo la filosofía, la literatura, y nadie le hacía caso.»

    Es una biblia, un libro para guardar, citar, todo. En las primeras páginas hay una conferencia de Borges sobre obras nacionales que es impagable, una anécdota criolla, poemas, cotilleos, viajes a Francia de Bioy y anédcdotas de las señoras de Buenos Aires. Y así todo el libro.

    Se me fue un poco la extensión del comentario, sorry.
    Saludos

    1. Hola Matías, muchísmmias gracias por un comentario tan minucioso. Sábato y Borges no están a la misma altura pero quien hace al texto es el lector y, en ese sentido, Sábato puede tocar la fibra sensible igual que Borges.
      Saludos.

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