
Milan Kundera: La despedida. 5ª ed. Barcelona: Tusquets, 2003.
La trayectoria novelística de Kundera está marcada por el hiato que supone la entrada de los tanques rusos en Praga en 1968. En 1975 logró emigrar a Francia y con el tiempo se pasó del checo al francés. A su etapa checa pertenecen La broma (crítica ejemplar de la estupidez de todas las tiranías, 1967), La vida está en otra parte (1969), El libro de los amores ridículos (relatos en los que ataca la dictadura comunista, 1970), La despedida (1975), El libro de la risa y el olvido (memorias por las que le fue revocada la nacionalidad checa, 1978) y La insoportable levedad del ser (1984). En francés escribe las novelas La inmortalidad (1988), La lentitud (1994), La identidad (1996) y La ignorancia (2000). Además son excepcionalmente claros e interesantes sus libros de ensayos El arte de la novela (1986), Los testamentos traicionados (1992) y El telón (2005).
Además del orden cronológico expuesto me atrevo a ordenar la obra de Kundera utilizando dos polos opuestos: su mejor novela, La broma, y la peor, La identidad. Aunque los temas de Kundera son siempre recurrentes no cabe duda de que, cuando se pasa al francés, pierde capacidad narrativa y gana en profundidad filosófica.
Dentro de esa escala cuyos extremos son La broma y La identidad yo situaría La despedida más cerca de La broma que lo contrario, aunque también tiene momentos en los que se manifiesta ya lo peor del peor Kundera: reflexiones filosóficas sin entidad en boca de unos personajes de cartón piedra.
En cualquier caso, la fuerza de La despedida reside en su tono autobiográfico. A través de su protagonista, Kundera analiza en profundidad las complejas sensaciones del exilio.
