Platón: Timeo

Busto de Platón
Busto de Platón

Timeo es un diálogo atípico dentro de la producción platónica pues trata principalmente de Física, del estudio de la naturaleza, una materia a la que Platón es reacio pues de ella es imposible un saber verdadero. El personaje principal confiesa en varias ocasiones que su larguísima exposición acerca del origen del mundo y el ser humano no alcanza más allá de la mera verosimilitud.  Sin embargo, a lo largo de la obra hay una constante referencia a una supuesta doctrina no escrita, que complementaría lo dicho en el diálogo. Sobre este tema la aportación más reciente y debatida es el libro de G. Reale: Por una nueva interpretación de Platón : relectura de la metafísica de los grandes diálogos a la luz de las «Doctrinas no escritas» (Barcelona: Herder: 2003).  Esa mención a la doctrina no escrita está relacionada con la fuerte influencia pitagórica: el secretismo y la capacidad de las matemáticas para interpretar el verdadero orden racional del mundo son los pilares esenciales del Timeo. A pesar de estas peculiaridades el Timeo fue un diálogo muy influyente dentro de la Academia platónica, muy criticado por Aristóteles, desarrollado hasta el delirio por gnósticos y neoplatónicos e idolatrado en la filosofía medieval y renacentista.

Sus tres grandes temas son, en primer lugar, un resumen de las teorías políticas de la República a cargo de Sócrates, el mito de la Atlántida contado por Critias y el largo discurso cosmogónico de Timeo. Veamos con más detalle estas tres partes.

Comienza Sócrates en el Timeo resumiendo las teorías políticas expuestas en la República: división de la sociedad en dos estamentos, campesinos y artesanos vigilados y defendidos por los guardianes, asignación a cada individuo de la tarea a la que está destinado, educación de los guardianes mediante la gimnasia y la música de modo que sean fieros con el enemigo y suaves aplicando la justicia a sus conciudadanos, que desprecien el dinero y aprecien un modo de vida en el que han de compartirlo todo, incluidas mujeres e hijos, educación de las mujeres de modo que puedan ocupar puestos semejantes a los de los hombres y control del proceso reproductivo mediante un sorteo manipulado que garantice que los mejores se apareen con los mejores.

Sócrates añade que le gustaría poder encajar esta ciudad ideal en el devenir histórico, verla en movimiento. Así que Critias contará primero una conocida historia sobre la antigua Atenas y a continuación Timeo, en el discurso que ocupa la mayor parte del diálogo, dará cuenta de la naturaleza del mundo fenoménico donde dicha ciudad habrá de tomar cuerpo.

Critias procede a narrar una historia que le contó su abuelo sobre antiguas hazañas de Atenas, historia que conoció a través de Solón que, a su vez, la trajo desde Egipto. Es, al fin y al cabo, «la historia de la hazaña más importante y, con justicia, la más renombrada de todas las realizadas por nuestra ciudad, pero que no llegó hasta nosotros por el tiempo transcurrido y por la desaparición de los que la llevaron a cabo» (21d) Es el mito de la Atlántida. Los sacerdotes egipcios advierten a Solón que su conocimiento de la historia es muy limitado, que los griegos, afectados una y otra vez por catástrofes naturales, desconocen gran parte de su pasado. Los griegos, le dicen, seréis siempre niños. Hace nueve mil años existió una ciudad, fundada por Atenea, diosa de la guerra y la sabiduría, justo donde ahora se encuentra Atenas. Esta ciudad se caracterizó por tener las mejores leyes (separación de trabajadores, guardianes y sacerdotes), las mejores armas para la guerra y las mejores artes para la medicina y la adivinación. En medio del Atlántico existió asimismo una civilización muy poderosa, una confederación de reyes que intentó esclavizar toda Europa y Asia y fueron los atenienses quienes la vencieron y protegieron la libertad de los pueblos amenazados, incluidos los egipcios. Por desgracia, «posteriormente, tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra y la isla de Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar» (25 c-d). Probablemente se refiere aquí Platón a la terrible erupción volcánica que destruyó la civilización minoica. En cualquier caso, los actuales atenienses son descendientes de aquellos grandes hombres.

A continuación Timeo, el más versado en astronomía, hará un discurso sobre el origen del universo y la creación del hombre. En primer lugar distingue un mundo de las Ideas, inmutable y cognoscible mediante la inteligencia, y un mundo sensible, que deviene y es opinable gracias a la percepción. Todo lo que deviene ha de tener una causa. Así que el universo no es eterno sino que fue generado. El gran artífice o hacedor copió en lo sensible el modelo perfecto de las Ideas. Así lo razona Platón:

Por otra parte, hay que observar acerca de él [el cosmos] lo siguiente: qué modelo contempló su artífice al hacerlo, el que es inmutable y permanente o el generado. Bien, si este mundo es bello y su creador bueno, es evidente que miró el modelo eterno. Pero si es lo que ni siquiera está permitido pronunciar a nadie, el generado. A todos les es absolutamente evidente que contempló el eterno, ya que este universo es el más bello de los seres generados y aquél la mejor de las causas. (29 a-b)

Si bien los discursos sobre el modelo serán infalibles pues se refieren a lo que es, los discursos sobre este mundo que es mera copia, afectada de generación y devenir, serán sólo verosímiles. El hacedor, bueno por naturaleza, quiso que la materia caótica y desordenada se asemejase a él mismo, así que introdujo en ella el orden y el logos. Este mundo es, en realidad, un ser viviente dotado de alma y razón. Y no es múltiple, sino uno, porque es copia perfecta del modelo perfecto.

El hacedor compuso el mundo visible usando los antiguos cuatro elementos de Empédocles, tierra, aire, agua y fuego, ordenándolos según proporciones matemáticas «-la relacion que tenía el fuego con el aire, la tenía el aire con el agua y la que tenía el aire con el agua, la tenía el agua con la tierra-» (32 b). Ató los elementos de tal modo que configuró un comos que es un «un todo perfecto constituido de la totalidad de todos los componentes, que no envejece ni enferma.» (33 b). Le dio la forma esférica, pues del mismo modo que la esfera contiene todas las figuras, el cosmos es el ser vivo que contiene a todos los seres vivos. Alisó su superficie externa, y no le dio manos, ni pies, ni ojos, pues de nada necesita sino de sí mismo y la autarquía es lo perfecto. Por último le imprimió un movimiento giratorio circular, el más próximo a la inteligencia. Lo engendro, en definitiva, como a un «dios feliz».

A continuación separó la esfera de las estrellas fijas a la que dio un movimiento circular a la derecha, del resto de las siete esferas, que rotan hacia la izquierda. Estas esferas están dispuestas siguiendo las reglas matemáticas de la armonía musical.

Dado que el modelo era un ser viviente eterno quiso que su obra también lo fuese. El modelo, sin embargo, es sempiterno, no generado, mientras que la copia ha sido inevitablemente generada. Así que le dio vida introduciendo el tiempo, una imagen móvil de la eternidad (37 d), a la que sólo corresponde el «es», siempre idéntico e inmutable. El «era» y el «será» son predicados de la generación que es ya en el tiempo. Para medir el tiempo colocó los cuerpos celestes, Sol, Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpiter y Saturno, en las esferas correspondientes. Una vez iluminado el Sol, nacieron la noche y el día.

Llegó el momento de llenar el mundo, y siguiendo el modelo, incluyó en él cuatro géneros de seres: el de los dioses, el de los seres alados, el de los acuáticos y el de los terrestres. Se esmeró especialmente con el género celeste de los dioses a los que hizo con el principio divino del fuego y les imprimió dos movimientos: uno «en lo mismo y según lo mismo» y otro hacia adelante y circular. Son, evidentemente, los cuerpos celestes, pero además, creó todos los demás dioses conocidos: Océano y Tetis, hijos Gea y Urano, engendraron a Cronos y Rea, que a su vez concibieron a Hera y Zeus. Después de que nacieran todos el hacedor les dijo:

Dioses hijos de dioses, las obras de las que soy artesano y padre, por haberlas yo generado, no se destruyen si yo no lo quiero. Por cierto, todo lo atado puede ser desatado, pero es propio del malvado el querer desatar lo que está construido de manera armónicamente bella y se encuentra en buen estado. No sois en absoluto ni inmortales ni indisolubles porque habéis nacido y por las causas que os han dado nacimiento; sin embargo, no seréis destruidos ni tendréis un destino mortal, porque habéis obtenido en suerte el vínculo de mi decisión, aún mayor y más poderoso que aquellos con los que fuisteis atados cuando nacisteis. Ahora, enteraos de lo que os he de mostrar. Hay tres géneros mortales más que aún no han sido engendrados. Si éstos no llegan a ser, el universo será imperfecto, pues no tendrá en él todos los géneros de seres vivientes y debe tenerlos si ha de ser suficientemente perfecto. Pero si nacieran y participaran de la vida por mi intermedio, se igualarían a los dioses. Entonces, para que sean mortales y este universo sea realmente un todo, aplicaos a la creación de los seres vivos de acuerdo con la naturaleza e imitad mi poder en vuestra generación. Comenzaré por plantar la simiente de lo que conviene que haya en ellos del mismo nombre que los inmortales, dado que es llamado divino y gobierno en los que quieren obedecer siempre a la justicia y a vosotros, y os lo entregaré. Vosotros haréis el resto, entretejiendo lo mortal con lo inmortal. Engendrad seres vivientes, alimentadlos, hacedlos crecer y recibidlos nuevamente cuando mueran. 41 a-d

Esta sucesión jerárquica de dioses es el principio del gnosticismo y el neoplatonismo. El hacedor, por tanto, les encargó a los dioses menores la creación de los mortales. Él mismo se ocupó del crear el principio inmortal de los mortales, las almas, tantas como estrellas. Advirtió a cada alma de que si eran capaces de dominar el cuerpo en que les tocase encarnarse volverían a su astro para llevar una vida feliz y que, en caso contrario, «cambiaría a la naturaleza femenina en la segunda generación; y si en esa vida aún no abandonara el vicio, sufriría una metamorfosis hacia una naturaleza animal semejante a la especie del carácter en que se hubiera envilecido. Sometido al cambio, no dejaría de sufrir si, conjuntamente con la revolución de lo mismo y semejante que hay en él, no controlara la gran multitud de ruidos e irracional hecha de fuego, agua, aire y tierra que le ha nacido como un agregado posterior y, tras haberla dominado con el razonamiento, no llegara a la forma de la primera y mejor actitud moral. Después de establecer estas leyes para no ser culpable luego del vicio de cada una, las plantó, unas, en la tierra, otras, en la luna y las demás, en los restantes instrumentos del tiempo. » (42 d-e) El hacedor, por tanto, otorga el don de la libertad a las almas para eludir responsabilidades futuras.

Al alma le agregaron los dioses menores el cuerpo: primero crearon la cabeza, donde iría lo mejor, luego pies y manos para desplazarse y los ojos para la visión, el mayor don divino y origen de la filosofía:

Ciertamente, la vista, según mi entender, es causa de nuestro provecho más importante, porque ninguno de los discursos actuales acerca del universo hubiera sido hecho nunca si no viéramos los cuerpos celestes ni el sol ni el cielo. En realidad, la visión del día, la noche, los meses, los períodos anuales, los equinoccios y los giros astrales no sólo dan lugar al número, sino que éstos nos dieron también la noción de tiempo y la investigación de la naturaleza del universo, de lo que nos procuramos la filosofía. Al género humano nunca llegó ni llegará un don divino mejor que éste. (47 a)

Los oídos y el lenguaje vinieron después, pero con la misma misión de conectar al ser humano con la armonía del cosmos a través de la música.

Timeo decide retomar su discurso desde el principio pues aparte de lo que deviene y el modelo que es copiado existe otro tercer género de realidad que es el continente de lo que deviene, la raíz de todos los elementos. Las Ideas actúan sobre este receptáculo como el padre sobre la madre. El mundo que deviene sería el hijo. La característica principal de este fondo caótico en el que germinan los elementos es su carencia de forma. Esta es la descripción que da Platón:

Además, hay un tercer género eterno, el del espacio, que no admite destrucción, que proporciona una sede a todo lo que posee un origen, captable por un razonamiento bastardo sin la ayuda de la percepción sensible, creíble con dificultad, y, al mirarlo, soñamos y decimos que necesariamente todo ser está en un lugar y ocupa un cierto espacio, y que lo que no está en algún lugar en la tierra o en el cielo no existe. (52 b)

Cuando dios introdujo el número y la proporción en el espacio fue capaz de separar los cuatro elementos. Así a cada elemento le corresponde un sólido regular: el cubo, la tierra, la pirámide, el fuego, el octaedro, el agua y el icosaedro, el aire. Cada uno de estos sólidos está formado por triángulos isósceles. Cuando uno de los elementos se transforma en otro, el sólido regular del que está compuesto se descompone en dichos triángulos que vuelven a recomponerse para formar otro sólido regular, es decir, otro elemento. Esta teoría, aun siendo mera conjetura, prefigura la idea básica de la ciencia moderna: interpretar el orden de la naturaleza recurriendo al lenguaje matemático.

Continuando con la creación del hombre los dioses situaron el principio inmortal dado por el hacedor en la cabeza, luego añadieron el tronco y colocaron allí un tipo de alma inferior, «la mortal, que tiene en sí procesos terribles y necesarios: en primer lugar el placer, la incitación mayor al mal, después, los dolores, fugas de las buenas acciones, además, la osadía y el temor, dos consejeros insensatos, el apetito, difícil de consolar, y la esperanza, buena seductora». Pero puesto que una parte de este alma inferior es mejor y otra peor, la dividieron en dos, tal y como se hace con las habitaciones de «hombres y mujeres»: una quedó por encima del diafragma y otra desde el diafragma hasta el ombligo. Así:

Puesto que una parte del alma mortal es por naturaleza mejor y otra peor, volvieron a dividir la cavidad del tórax y la separaron con el diafragma colocado en el medio, tal como se hace con las habitaciones de las mujeres y los hombres. Implantaron la parte belicosa del alma que participa de la valentía y el coraje más cerca de la cabeza, entre el diafragma y el cuello, para que escuche a la razón y junto con ella coaccione violentamente la parte apetitiva, cuando ésta no se encuentre en absoluto dispuesta a cumplir voluntariamente la orden y la palabra proveniente de la acrópolis. (69 e)

Continúa Platón explicando la razón de los diversos órganos internos del cuerpo: el corazón, en el centro del tórax para comunicar al resto de miembros los impulsos de la ira y el coraje, y los pulmones, blandos para aliviar el latir del corazón cuando está agitado. Es muy curiosa la función del hígado: el alma racional lo usa como espejo para asustar y dominar al alma apetitiva.

Ciertamente, a esto mismo tendió un dios cuando construyó el hígado y lo colocó en su habitáculo. Lo ideó denso, suave, brillante y en posesión de dulzura y amargura, para que la fuerza de los pensamientos proveniente de la inteligencia, reflejada en él como en un espejo cuando recibe figuras y deja ver imágenes, atemorice al alma apetitiva. (71b)

Esas imágenes que la parte irracional del alma contempla en el hígado liso y pulido conforman el arte adivinatoria. Por tanto, es a la parte apetitiva e irracional a quien pertenece el arte adivinatoria y esto puede saberse porque la adivinación sólo se activa en sueños o en el delirio causado por la enfermedad. Para contrarrestar este aspecto irracional de la adivinación se colocó por encima de las adivinas inspiradas a los jueces o intérpretes.

También es curiosa la explicación platónica del por qué los intestinos están enrollados: para evitar que perezcamos por glotones. Véase:

Nuestros creadores conocían nuestra futura intemperancia con las bebidas y comidas y que por glotonería consumiríamos mucho más de lo que es mesuradamente necesario. Entonces, para prevenir que no hubiera una destrucción rápida por enfermedad e, imperfecto, el género mortal no se extinguiera al punto sin haber llegado a la madurez, colocaron la cavidad llamada inferior como recipiente contenedor de la bebida y comida sobrantes. Enrollaron los intestinos para que el alimento, con su rápida dispersión, no obligara al cuerpo a necesitar enseguida una nueva comida; ya que así produciría una insaciabilidad que haría que por su glotonería la especie humana no amara la sabiduría ni la ciencia ni obedeciera las indicaciones de lo que hay de más divino en nosotros. (72 e)

A continuación creó la médula (mezcla de los cuatro elementos), y la rodeó de huesos y carne «jugosa y blanda», y añadieron el pelo y las uñas. Luego crearon aquellas plantas que habrían de servirnos de alimentación.

Las enfermedades tienen su origen en el desequilibrio de alguno de los cuatro elementos de los que está hecho el cuerpo humano.

Las enfermedades del alma son causadas por un funcionamiento defectuoso del cuerpo. Cuando el cuerpo puede ser afectado por grandes placeres o grandes dolores es imposible que la razón haga pie y ordene como debe. En estos casos el hombre parece voluntariamente malo, pero en realidad no es más que un mal funcionamiento del cuerpo. En el caso del lujurioso, por ejemplo, ocurre que corre demasiado semen por su cuerpo. Platón sugiere que antes de juzgar a un malvado miremos antes a sus progenitores y educadores pues probablemente sean ellos los verdaderos culpables de su mal.

Pues cuando un hombre goza en exceso o sufre lo contrario por dolor, al esforzarse por atrapar el uno y huir del otro, no puede ni ver ni escuchar nada correcto, sino que enloquece, absolutamente incapaz de participar de la razón en ese momento. Quien posee el esperma abundante que fluye libremente alrededor de la médula, como si fuera por naturaleza un árbol que es mucho más fructífero de lo adecuado, sufre muchos dolores en cada cosa y también goza de muchos placeres en los deseos y en las acciones que son producto de ellos, de modo que enloquece la mayor parte de la vida por los grandes placeres y dolores. Como su alma es insensata y está enferma a causa de su cuerpo, parece malo, no como si estuviera enfermo, sino como si lo fuera voluntariamente. Pero, en realidad, el desenfreno sexual es una enfermedad del alma en gran parte porque una única sustancia se encuentra en estado de gran fluidez en el cuerpo y lo irriga a causa de la porosidad de sus huesos. En verdad, casi toda la crítica a la incontinencia en los placeres, en la creencia de que los malos lo son intencionalmente, es incorrecta, pues nadie es malo voluntariamente, sino que el malo se hace tal por un mal estado del cuerpo o por una educación inadecuada, ya que para todos son estas cosas abominables y se vuelven tales de manera involuntaria. (86 c-e)

El ideal mens sana in corpore sano aparece claramente expresado en el Timeo:

El matemático o el que realiza alguna otra práctica intelectual intensa debe también ejecutar movimientos corporales, por medio de la gimnasia, y, por otra parte, el que cultiva adecuadamente su cuerpo debe dedicar los movimientos correspondientes al alma a través de la música y toda la filosofía, si ha de ser llamado con justicia y corrección bello y bueno simultáneamente. (88 c)

Por último un texto muy hermoso sobre la creación del resto de los animales:

Tenemos que recordar, además, brevemente, cómo nació el resto de los animales, tema que no hay ninguna necesidad de prolongar; pues así uno creería ser más mesurado respecto de este tipo de discursos. He aquí la exposición correspondiente. Todos los varones cobardes y que llevaron una vida injusta, según el discurso probable, cambiaron a mujeres en la segunda encarnación. En ese momento, los dioses crearon el amor a la copulación, haciendo un animal animado en nosotros y otro en las mujeres de la siguiente manera. Perforaron el conducto de salida de la bebida en dirección a la médula –que en la exposición anterior llamamos simiente y que se encuentra fijada a lo largo de la columna vertebral desde la cabeza y el cuello hacia abajo– allí donde evacua el líquido que ha recibido y que fue comprimido por el aire a través del pulmón y los riñones hasta la vejiga. La médula, tras ser animada y haber recibido una ventilación, infunde un deseo vital de expulsar el fluido al conducto por donde se ventila y lo hace un Eros [amor] de la reproducción. Por ello, las partes pudendas de los hombres, al ser desobedientes e independientes, como un animal que no escucha a la razón, intentan dominarlo todo a causa de sus deseos apasionados. Los así llamados úteros y matrices en las mujeres –un animal deseoso de procreación en ellas, que se irrita y enfurece cuando no es fertilizado a tiempo durante un largo período y, errante por todo el cuerpo, obstruye los conductos de aire sin dejar respirar– les ocasiona, por la misma razón, las peores carencias y les provoca variadas enfermedades, hasta que el deseo de uno y el amor de otro, como si recogieran un fruto de los árboles, los reúnen y, después de plantar en el útero como en tierra fértil animales invisibles por su pequeñez e informes y de separar a los amantes nuevamente, crían a aquéllos en el interior, y, tras hacerlos salir más tarde a la luz, cumplen la generación de los seres vivientes. Así surgieron, entonces, las mujeres y toda la especie femenina. El género de los pájaros, que echó plumas en vez de pelos, se produjo por el cambio de hombres que, a pesar de no ser malos, eran superficiales y que, aunque se dedicaban a los fenómenos e celestes, pensaban por simpleza que las demostraciones más firmes de estos fenómenos se producían por medio de la visión. La especie terrestre y bestial nació de los que no practicaban en absoluto la filosofía ni observaban nada de la naturaleza celeste porque ya no utilizaban las revoluciones que se encuentran en la cabeza, sino que tenían como gobernantes a las partes del alma que anidan en el tronco. A causa de estas costumbres, inclinaron los miembros superiores y la cabeza hacia la tierra, empujados por la afinidad, y sus cabezas obtuvieron formas alargadas y múltiples, según hubieran sido comprimidas las revoluciones de cada uno por la inactividad. Por esta razón nació el género de los cuadrúpedos y el de pies múltiples, cuando dios dio más puntos de apoyo a los más insensatos, para arrastrarlos más hacia la tierra. A los más torpes entre éstos, que inclinaban todo el cuerpo hacia la tierra, como ya no tenían ninguna necesidad de pies los engendraron sin pies y arrastrándose sobre el suelo. La cuarta especie, la acuática, nació de los más carentes de inteligencia y más ignorantes; a los que quienes transformaban a los hombres no consideraron ni siquiera dignos de aire puro, porque eran impuros en su alma a causa del absoluto desorden, sino que los empujaron a respirar agua turbia y profunda en vez de aire suave y puro. Así nació la raza de los peces, los moluscos y los animales acuáticos en general, que recibieron los habitáculos extremos como castigo por su extrema ignorancia. De esta manera, todos los animales, entonces y ahora, se convierten unos en otros y se transforman según la pérdida o adquisición de inteligencia o demencia. (91 c – 92 c)

Bibliografía

Platón: Diálogos VI. Filebo, Timeo, Critias. Ángeles Durán, Mª (trad. Filebo) Lisi, F.(trad. Timeo, Critias) Madrid: Editorial Gredos, 1992.

6 comentarios en “Platón: Timeo

  1. Hi, I’m Mihai, a romanian translator, student in philosophy intersted in Hegel. Now, I’m translating a french book»Genese et structure de la phenomenologie de l’esprit de Hegel», wrote by Jean Hyppolite, a classical commentary.
    My Spanish is not good enough, but it would be useful for me the spanish translation of this book («Génesis y estructura de la Fenomenología del espíritu», Ed. Peninsula- Mexic)
    Maybe you could be so kind to help me sending on my mail an electronic coppy of the whole book(the spanish version, published by ed. Peninsula)! I would be grateful!! I suppose that the book could be find in a public library.

    Greetings!
    Mail dan_mihai_marian@yahoo.com

  2. Hello Mihai

    I’m sorry but I do not have the book you’re looking for and I live really far away from a good public library. The only advice I can give you is that you can buy Jean Hyppolite’s book in a virtual library called iberlibro. The bookstore that has got it is in Barcelona. Here is the url:
    http://www.iberlibro.com/servlet/BookDetailsPL?bi=1236357048&searchurl=sortby%3D3%26sts%3Dt%26tn%3DG%25E9nesis%2By%2Bestructura%2Bde%2Bla%2BFenomenolog%25EDa%2Bdel%2Besp%25EDritu%26x%3D47%26y%3D4

    Good luck.

  3. Eugenio, de verdad, no tengo palabras para agradecerte toda la infomración que me has brindado. Sos un increíble pedagogo. Mchísimas gracias por todos los artículos que has publicado y por la claridad de los mismos.

  4. Buenas Eugenio,

    La verdad que aún no entiendo cómo es posible que Platón,sabiendo que la física es una ciencia que versa sobre los materiales del Mundo Sensible, escribe este libro y menos entiendo, por qué se pasa a la cosmogonía. Por lo demás todo lo he podido entender perfectamente.

    Muchas gracias!

    1. Hola Platón, no es tan importante que Platón lo escribiese (se puede explicar pensando que el Platón posterior al Parménides pone del revés todo lo dicho en La República) sino que fue su diálogo más influyente durante siglos. Si en lugar de tomarlo como modelo para la Física hubiésemos hecho caso a Demócrito hoy estaríamos viajando a las estrellas como decía Carl Sagan.

      Saludos.

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