
El director de cine, como el novelista, tiene como objetivo contar una historia. La diferencia estriba en las herramientas: en el caso del novelista son las palabras y en el caso del director es la cámara. En la mayoría de las películas fabricadas como producto de entretenimiento masivo dónde haya que situar la cámara o cómo sea adecuado moverla es una cuestión secundaria que termina resolviéndose mal o recurriendo a fórmulas trilladas. Sin embargo, la inteligencia y la novedad con las que Shyamalan dispone de la cámara han sido inexplicablemente infravaloradas. Aunque sus últimas películas (The Last Airbender o After Earth) no estén a su altura ni en el contenido ni en el aspecto técnico, cabe remontarse a los ocho primeros minutos de Unbreakable (2002). Son dos escenas memorables:
- Para contar el alumbramiento del protagonista malvado (Samuel L. Jackson) dirige la cámara hacia un espejo porque el bebé tiene los huesos de cristal y llevará el apodo de Mr. Glass. Dentro del diminuto espacio de un probador de señoras Shyamalan enlaza unos minutos de una complejidad visual al alcance de muy pocos.
- En los momentos previos al accidente de tren, el antagonista de Mr. Glass (Bruce Willis) flirtea con la muchacha que se sienta a su lado. La cámara oscila a izquierda y derecha a la altura de los ojos de una niña porque, sin que nos demos cuenta, es ella quien se ha apoderado del punto de vista. Lo habitual es que el punto de vista sea propiedad exclusiva del protagonista o del narrador omnisciente. Otorgarle ese privilegio a una mirada que desaparecerá de la película en unos pocos minutos es un recurso estilístico heredado de Hitchcock que Shyamalan ejecuta a a la perfección.
De todos modos, me centro ya en el título de la entrada: Shyamalan como apóstol del ecoterrorismo. La definición estándar de ecoterrorismo refiere el término a grupos armados que realizan acciones violentas para proteger el medio ambiente. En el mundo real un ejemplo sería el Unabomber y en la ficción la revuelta de los científicos contra la multinacional que destruye Pandora en Avatar (James Cameron, 2009). A lo largo de la trayectoria cinematográfica de Shyamalan se pueden observar tres líneas metafísicas fundamentales. En The Sixth Sense, Unbreakable o Lady in the Water adopta una variante del gnosticismo maniqueísta. Resumiendo mucho, existen dos planos de realidad: uno espiritual y otro material. En el plano espiritual se libra la eterna batalla entre el bien y el mal. El mundo de los humanos no es más que el reflejo terrenal de ese enfrentamiento primigenio. En The Last Airbender o The Village es evidente la tendencia neoludita, el rechazo, a veces matizado, del progreso tecnológico. Por último, The Happening o After Earth pueden calificarse de ecoterroristas pero en un sentido más radical e interesante que en la película de Cameron. Será el propio planeta Tierra quien tarde o temprano se vengue de la humanidad. En The Happening los árboles segregan una toxina que impulsa a los individuos al suicidio y en After Earth sugiere cómo será la Tierra dentro de mil años: un planeta en cuarentena donde la atmósfera y todos los seres vivos habrán evolucionado para destruir cualquier cosa que se parezca a un humano.
Filmografía seleccionada de M. Night Shyamalan.
- 1999, The Sixth Sense
- 2000, Unbreakable
- 2002, Signs
- 2004, The Village
- 2006, Lady in the Water
- 2008, The Happening
- 2010, The Last Airbender
- 2013, After Earth
- 2015, The Visit

