Marina Abramović: The Artist is Present (Matthew Akers, Jeff Dupre, 2012)

Quisiera aclarar desde un principio que tanto el documental HBO Marina Abramović: The Artist is Present como la performance de la que surge son, en mi opinión, un estrepitoso fracaso. A pesar de ello, ambos dan qué pensar y nos sitúan en el escenario ideal para tratar el tema del «fin del arte».

Abramović, con su documental megalómano y sensiblero, certifica la muerte de la performance. Nadie mejor que ella para hacerlo, pues es la artista que fue capaz de llevar este experimento artístico a su máxima expresión.

Sus mejores trabajos en solitario pertenecen a la década de los setenta.  En Rythm 0 ofrecía su cuerpo al público para que utilizara con ella cualquiera de los setenta y dos objetos que tenía a su disposición, incluidos cuchillo, látigo y pistola. Al principio los espectadores fueron bastante comedidos pero poco a poco su comportamiento fue tornándose cada vez más violento. Es sencillo interpretar el mensaje de la obra: en el ser humano civilizado existe una inquietante tendencia a la crueldad.

En Rythm 5 Abramović se tumbaba en el centro de una estrella de cinco puntas dibujada en el suelo con petróleo y a la que había prendido fuego. Perdió el conocimiento y tuvo que ser rescatada. La reivindicación del elemento satánico está muy presente a lo largo de la trayectoria de la artista serbia. El sentido de este simulacro de brujería es evidente: desde John Milton o William Blake hasta los grupos actuales de heavy metal se utiliza al ángel caído como símbolo de rebeldía frente a la presión del orden establecido.

Durante los ochenta, colaboró principalmente con su pareja Ulay, Uwe Laysiepen, también artista de performance nacido en Alemania Occidental. Sus obras conjuntas se refieren principalmente a los obstáculos externos e internos a los que se enfrenta la unión de dos seres al nivel más profundo posible. Tras doce años, su historia de amor culminó con una performance brillante titulada The lovers en la que Marina y Ulay recorrían la Gran Muralla China partiendo de extremos opuestos hasta encontrarse a la mitad y separarse para siempre.

La performance como género encajaba bastante bien en el espíritu contracultural de la época. Poseía tres ventajas fundamentales sobre el arte convencional:

  • su carácter efímero, que le impedía salir al mercado o convertirse en mercancía;
  • el elemento incontrolable del azar, que le otorgaba una autenticidad imposible de hallar en los museos modernos (más parecidos a centros comerciales que a templos sagrados),
  • y su capacidad para impactar al espectador con un mensaje directo y sencillo.

Tanto la obra posterior de Abramović, más vinculada al entorno del teatro, más seguro y rentable, como el documental de Mathew Akers traicionan sin contemplaciones estos tres elementos.

The Artist is Present es una performance que consistió básicamente en que Abramović se sentó durante tres meses frente a individuos anónimos del público devolviéndoles la mirada el tiempo que hiciera falta. Aunque parezca sencillo, tiene su mérito poseer el aura suficiente como para hacer sentir único a cada uno de los más de setecientos cincuenta mil espectadores que pasaron por los ojos de Abramović. A pesar de todo, la traición a la esencia del género performance es evidente.

Marina Abramović: The Artist is Present (2012)
Marina Abramović: The Artist is Present (2012). Marina y Ulay, en el momento más sensiblero del documental, se vuelven a ver en un escenario casi treinta años después de haberse separado.

En primer lugar, el asesor de márketing de Abramović relata con orgullo cómo consiguió transmutar el carácter efímero del happening en una fuente inagotable de beneficios. Desde hace más de veinte años ha publicado en colaboración con la artista ediciones limitadas con las mejores imágenes de sus obras. Fueron un verdadero éxito: se vendieron a seiscientos dólares cada una y su valor actual es de unos sesenta mil. No estoy en contra del fluir del capital en el mundo del arte pero hay que reconocer que el dinero en este caso congela el elemento efímero de la obra y la convierte en otra cosa bien distinta.

En segundo lugar, Klaus Biesenbach, comisario del MoMA y ex-marido de Abramović, reconoce en sus declaraciones que le gustaría preservar ese elemento de azar, de imprevisibilidad y peligro que otorga a la performance su autenticidad. Sin embargo, es indignante observar cómo ocurre todo lo contrario. Cuando alguien del público pretende desnudarse antes de sentarse frente a Marina, inmediatamente es rodeada por un auténtico ejército.

Y, por último, el mensaje elemental de la performance, poner de relieve la dificultad y la necesidad que todos tenemos de sentirnos especiales, queda enturbiado por la actitud de Abramović, a medio camino entre gurú espiritual y celebrity. 

Marina Abramović: The Artist is Present (2012)
Marina Abramović: The Artist is Present (2012)

Si tuviese que salvar algunas imágenes del documental serían aquellas en las que los espectadores en lugar de rendirse de admiración ante su heroína, experimentan cierta incomodidad o asco. Sin embargo, es un entorno tan controlado, aséptico y vigilado por las cámaras que no creo que se traspasen en ningún caso las fronteras del mero espectáculo.

Ficha técnica

Marina Abramovic: The Artist is Present (2012)
Marina Abramovic: The Artist is Present (2012)

– Director: Matthew Akers, Jeff Dupre

– Guión: Matthew Akers, Jeff Dupre

– Música: Nathan Halpern

– Fotografía: Matthew Akers

– ProductoraHBO Documentaries

– Género: Documental

– Web oficialhttp://marinafilm.com/

– Premios: 2012, mejor documental en el Festival de Berlín, nominada a mejor documental en Festival de SundanceIndependent Spirit Awards Satellite Awards.

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