Pierre Bayle: Escritos sobre Spinoza y el spinozismo. Pedro Lomba (prol. y tr.). Madrid: Trotta, 2010.
Pierre Bayle fue un pensador ilustrado de la segunda mitad del siglo XVII. Redactó el Diccionario histórico y crítico, paradigma de la lucha contra la superstición y el fanatismo de las religiones positivas. Defendió por primera vez la posibilidad de la figura del «ateo virtuoso», cuyo modelo es Spinoza. Sin embargo, el ateísmo materialista de Spinoza era una posición metafísica demasiado radical para el todavía «cristiano» Bayle. De ahí las críticas al spinozismo que lleva a cabo en el artículo Spinoza de su Diccionario. Creo que los ataques de Bayle pueden resumirse en dos puntos:
- En primer lugar, sitúa a Spinoza en una corriente de herejes panteístas presentes tanto en la filosofía occidental como oriental. Hablando de la «extravagante y monstruosa opinión» de que Dios es la materia y que todas las cosas son, en esencia, Dios, cita a un tal Amalrico «cuyo cadáver había sido desenterrado y reducido a cenizas en el año 1208 y que había enseñado que todas las cosas eran Dios y un solo ser» (p. 44). El problema de esta estrategia de ataque a Spinoza es que simplemente deforma la novedad absoluta del autor de la Ética. Hasta la reivindicación que Nietzsche realiza de Spinoza y los presocráticos no es posible hacerse una idea cabal de la particularidad de Spinoza. Su obra tiene la fuerza mística de los versos de Parménides o los aforismos de Heráclito. Bayle es incapaz de percibir este milagro en la prosa incomparable de Spinoza.
- La razón de que haya mucho más en Spinoza de lo que Bayle es capaz de ver está relacionado con las consecuencias morales de su metafísica. Admitir que existe un solo ser que produce en sí mismo, por una acción inmanente, a todas las criaturas, lleva a la extravagante conclusión para Bayle de que Dios es culpable de todos los crímenes e imperfecciones del mundo, de todo «mal de castigo y mal de culpa, mal físico y mal moral». Esto es para Bayle una reducción al absurdo del spinozismo mientras que para Nietzsche, dos siglos después, será simplemente la definición precisa de la «inocencia del devenir». Por eso escribe Nietzsche en 1881:
A FRANZ OVERBECK EN BASILEA (POSTAL)
Sils María, 30 de julio de 1881
¡Estoy asombrado y encantado! Tengo un precursor. ¡Y de qué género! No conocía casi a Spinoza y el que ahora me entrasen deseos de leerlo ha sido algo realmente instintivo. He hallado que no sólo su general tendencia es igual a la mía —hacer del conocimiento la pasión más poderosa—, sino también que coincido con él en cinco puntos esenciales de su doctrina, en los cuales aquel original y solitario pensador se acerca a mí grandemente, y que son: la negación del libre arbitrio, de la intención, del orden moral universal, de lo inegoísta y de lo malo. Aunque es cierto que la diferencia entre nosotros es enorme, ella depende, más que de nada, de la diversidad en época, cultura y ciencia. En suma: mi soledad que, como la altura en las elevadas montañas, me cortaba a veces la respiración, ha encontrado ahora un compañero. Es maravilloso.
Friedrich Nietzsche: Epistolario. Jacobo Muñoz (ed.) Madrid: Biblioteca Nueva, 1999, p. 168.
Un libro recomendado exclusivamente para aficionados al pensamiento de Spinoza.