Juan Francisco Ferré: Providence. Barcelona: Anagrama, 2009
Mientras leía distraídamente en la última novela de Juan Francisco Ferré, cuya portada me enganchó de inmediato con ese Lovecraft a lo Warhol, las aventuras eróticas y detectivescas de un peculiar director de cine, di con un párrafo del que me parece adecuado, por su actualidad política, dejar constancia:
Hay cosas que sólo deben saber algunos, no todo el mundo está preparado para cargar con toda la información disponible. El dilema es antiguo. Irresoluble. Que se lo digan a los políticos que alcanzan el poder y la gloria, al principio, antes de caer en la infamia y perder el poder para siempre. La historia reciente de este país (y de muchos otros) abunda en ejemplos fehacientes. Parte de su energía y estrategias se consume en fingir que no saben lo que no podrían no saber. Saben que saben lo que nadie extraño a la esfera del poder debe o puede saber. Saben lo que saben y aun lo que no saben o no quieren saber. Les quita el sueño el peso de ese supuesto saber, inabarcable o incomunicable. También les resta peso, lo que bien mirado no puede ser malo. Aprenden la lección enseguida: alcanzar el poder es ser alcanzado por él, pasar de aspirante a convertirse en líder supone esta revelación intolerable para algunos, destructiva para muchos. El poder eres tú pero tú no eres el poder. El poder te atraviesa como una corriente eléctrica, cruza tu cerebro como una tormenta y magnetiza cada una de tus aleladas neuronas, pero tú no lo controlas. El te controla a fondo y tu capacidad para sobrevivir radica en tu flexibilidad para sonreírle, aunque te esté sodomizando a todas horas, o se tire a tu mujer o a tu marido, según los casos, sin pedirte permiso, en tus propias narices, o a tu amante, cuando estás de gira oficial. En el cine es lo mismo, cuando te producen una película tienes la sensación de que tú mandas, pero el secreto a voces de la profesión es que quien manda no suele figurar en los créditos (iniciales o finales, no importa tanto la posición) de la película. (pp. 113-114)
En cierto sentido, Platón venía a decir que el político es un reflejo de los ciudadanos… Lo cual me recuerda la microfísica del poder de Foucault. Que sensación de mareo, o mal viaje, toda esta situación actual.
Un saludo.
Hola Fran,
tal y como lo describe Ferré lo del «poder» no tiene remedio. Casi más un electro-shock que un «mal viaje».
Sobre Platón: el funcionamiento de la polis es reflejo del alma del gobernante. Si es un alma racional los ciudadanos recibirán la educación correcta. Si es un alma dominada por la parte bestial del hombre, así también los ciudadanos se orientarán en esa dirección.
La sombra de Foucault, innegable.
Un saludo.
«El poder te atraviesa como una corriente eléctrica». Efectivamente.
Saludos.
Buenas tardes don Eugenio.
¿Qué le parece Juan Francisco Ferré? Me han recomendado Karnaval.
Cambiando de tercio. ¿Ha leído Canadá de Ford o El Jilguero de Tartt?
Muchas gracias
Ramón Buenaventura pone por las nubes Karnaval y me fío de su criterio. Pero es un novela que hay que coger con ganas y tiempo.
De Tartt tenía noticias pero no sabía nada de Ford. Gracias por aportar. Creo que compré El jilguero y está por ahí entre las cosas que tengo que leer y no encuentro el momento.
Saludos.