Hans Blumenberg: Salidas de caverna. [Höhlenausgänge] José Luis Arántegui (tr.) Madrid: Visor, 2004.
Parte I: «Las cavernas de la vida». Capítulo 3: «Nacimiento de la fantasía en una caverna».
Hans Blumenberg (1920-1996) realiza múltiples aproximaciones al mito de la caverna de Platón a lo largo de las casi setecientas páginas de este libro imprescindible. Cada breve capítulo enfoca el mito desde un ángulo diferente y arroja luz sobre detalles que nos habían pasado desapercibidos.
Abrí el libro al azar por el capítulo III de la parte primera donde Blumenberg estudia el posible origen de la caverna platónica y el poder de las imágenes que se forjaron en su interior. Inmediatamente me sentí atrapado por la claridad, por la luminosidad del discurso. Así razona Blumenberg:
El dilema de la caverna es que en ella se puede vivir, desde luego, pero no encontrar víveres. (p. 30)
Es afuera, donde están los víveres, donde rige el derecho del más fuerte. Mientras, en el interior de la caverna buscan refugio los débiles, los ineptos para la caza. Estos no habrían sobrevivido de no haber sido por la protección de las madres. En un momento dado, relata Blumenberg, aprendieron a compensar su debilidad física. Descubrieron la fantasía, el arte. Elevaron al ser humano por encima de la naturaleza, por encima de la cruda supervivencia.
Ellos no aseguraban la vida, pero aprendieron a darle cuanto la hiciera digna de vivirse. (p. 30)
Las historias, las imágenes que se repetían al fondo de la caverna, en un principio superfluas, supieron hacerse necesarias. Sirvieron para conjurar a dioses y espíritus, para controlar el mundo del afuera. Ni siquiera los más fuertes podían enfrentarse a los peligros de la caza sin el ritual cumplido. Las historias y las imágenes, en definitiva, los símbolos, desempeñaban el papel que hoy cumple en nuestro mundo la Técnica. El símbolo adquirió el poder mágico de dominar la realidad.
El intérprete, el contador de historias, dispuso repentinamente de un poder que ni el caudillo más brutal podría soñar con alcanzar jamás. Controlaba la mente del espectador y, paradójicamente, ese es el único poder real:
Con todo, el bardo o el mimo que al final se inclina ante el público por él cautivado ha ejercido más poder del que pueda alcanzar nunca cualquier patriarca de horda, caudillo de hueste, secretario general o funcionario: poder sobre las cabezas -y al cabo sólo ése viene a ser poder real-. (p. 35)
La caverna no fue al principio el lugar de apariencias y engaño que Platón eternizó en su mito. Era el lugar del Oráculo, origen de la Ley y, por tanto, de lo Real. La decadencia de este poder mágico es lo que hace posible la caverna platónica. La paideia (educación) estará a partir de entonces orientada hacia el afuera, hacia lo Absoluto. Este es el hilo que anuda a Platón con la Revolución Científica y la Ilustración. Siempre comienzan con la denuncia de la falsedad de las imágenes, de la habilidad de los charlatanes para seducir a la multitud. Sofistas para Platón y sacerdotes para la Ilustración, estos son los que:
…en interés de su poder sobre los ánimos, (…) llevan adelante su empresa de envilecimiento intelectual de los demás, y crean un mundo de miedo y esperanza cuyo final ya proclamara en vano Epicuro. (p. 37)
¡Cuántas sorpresas no me deparará este enorme y denso libro de Blumenberg!
Entonces, ¿lo real está dentro de la caverna, y lo de fuera «no existe» hasta que es creado-relatado en el interior?
Un saludo
Hola Fran,
el mito de la caverna admite múltiples interpretaciones. Lo habitual es condenar la falsedad de las apariencias en el fondo de la caverna como hace Platón en República.
Pero Blumenberg recuerda que hubo un tiempo originario, previo al discurso de Platón, en el que la caverna fue la madre no sólo de las artes sino también del arte como discurso mágico y verdadero. Era el tiempo de los Oráculos como el de Delfos: allí la palabra es ley, ley de la naturaleza, destino. Pero esto terminó, como todo tiene que terminar algún día.
El mito que cuenta Platón, apariencia y realidad, pueblo y sabio, se parece tanto al nuestro, con una masa ignorante pegada al televisor viendo el Madrid-Barça y el sabio economista que nos va a sacar de la crisis con una política de «austeridad». Ya no sabe uno qué pensar.
Me alegra mucho que mis reseñas sigan llamando tu atención.
Un saludo y felices fiestas.