Agustín Fernández Mallo: Nocilla Lab, Madrid: Alfaguara, 2009.
Siempre llego tarde a las modas y novedades literarias. La trilogía Nocilla tuvo su inicio en 2006 con la publicación de Nocilla Dream, a la que siguió Nocilla Experience en 2008. Nocilla Lab es el volumen que cierra el ciclo. Ahora, cuando ya ha pasado la efervescencia de los premios y la polémica alrededor de su descubrimiento, cuando la crítica ha etiquetado a una generación Nocilla que incluiría entre otros a Eloy Fernández Porta, Vicente Luis Mora o Juan Francisco Ferré; es ahora cuando, por fin, he tenido la oportunidad de rescatar a Fernández Mallo de la estantería.
Nocilla Lab se divide en tres partes. La primera es una muestra de la controvertida teoría estética del autor. El estilo es una variante del modo inimitable en que Thomas Bernhard era capaz de transformar un relato en un extenso poema en prosa. El argumento es casi inexistente pero el ritmo se mantiene insistiendo una y otra vez en determinados conceptos o expresiones totémicas. Abundan las reflexiones filosóficas, las referencias culturales y la ironía posmoderna. Fernández Mallo acuña el término docuficción para hablar de su estilo y alude como ejemplos a El desencanto (Chávarri, 1976) y Después de tantos años (Franco, 1994). Y recuerda a «San Michi Panero gritando, ¡Pues que vayan ellos! ¡Pues que vayan ellos!»
La acumulación de referencias literarias, filosóficas, musicales o cinematográficas concuerda con una idea borgiana clásica sobre la relación entre el lenguaje y el mundo:
…toda palabra es metáfora de otra, y ésa de otra, y esa de otra más, y así hasta la arbitrariedad de un núcleo no menos metafórico que siempre desconoceremos. (p. 55)
La televisión como materialización del aleph, la Nocilla como antídoto contra el veneno metafísico, el imperativo «¡No coma, fume!», la lectura telepática de La música del azar en portugués y la reverencia hacia la singularidad de la Coca-Cola son otros de los motivos irónico-filosóficos más relevantes de esta primera parte.
La segunda parte es un homenaje a dos relatos muy conocidos de Cortázar, Casa tomada y Continuidad de los parques. Insiste en la reflexión irónica sobre la realidad after-pop que habitamos: por ejemplo, la conexión entre la aparición del grifo monomando y el surgimiento de la posmodernidad filosófica. Por último, añade al texto algunas fotografías que ilustran varias ideas esenciales de la novela.
La tercera parte es una colección de fragmentos que incluye algunas citas textuales de García Márquez, Yourcenar, Manganelli o Ballard. Esta técnica narrativa ha sido la causa de la polémica en torno a la última novela de Fernández Mallo, El hacedor de Borges, remake. Al parecer, María Kodama ha logrado que sea retirado de las librerías por considerarla una «falta de respeto» hacia el autor argentino. El libro termina con diez páginas de cómic.
A modo de conclusión, diría que me parece excesivo dedicar un libro a explicar por qué se han escrito los otros dos de la trilogía y que la novedad experimental (fotos, cómic, citas…) me parece irrelevante, pero también añadiría que posee un sentido irónico de la cotidianeidad que hace de esta novela una lectura recomendable.
Para terminar una de las reflexiones que me pareció más interesante, quizás porque mi opinión es justo la contraria:
Soy de la opinión de que cuando la vida dibuja una línea que al fin se revela curva, exactamente curva, es decir, cuando regresa exactamente al punto del que partió, es que en ese punto existían dos posibilidades y elegiste la incorrecta, la que provoca que la contingencia se haya esfumado de tu vida para caer en un abstracto bucle determinista, en un atractor estable; hechizos de estabilidad que hay que romper. (p. 103)
Gracias por una aportación tan informada. A mí tampoco me convenció toda esa «ciencia recreativa» (azar, entropía…). Simplemente lo pasé por alto.
A menudo valoro a los autores por los libros que recomiendan. Lo mismo con Fernández Mallo. Decir del libro póstumo de Manganelli, «La ciénaga definitiva», que es, no recuerdo bien la expresión, algo así como una obra maestra, es un despropósito. Puedes decir que es muy culto o una novela de ideas o un giro perverso a los mitos de Platón, pero nunca una obra maestra.
Saludos.