Santiago Roncagliolo: Abril rojo


Santiago Roncagliolo: Abril rojo. Barcelona: Punto de lectura, 2007

Abril rojo fue Premio Alfaguara de novela en 2006. Es un thriller policial bien construido cuyo macabro desarrollo recuerda a Se7en (David Fincher, 1995).

Sin embargo, además de un thriller policial esta novela presenta otras lecturas posibles que me parecen más esenciales. Abril rojo consigue, por momentos, situarnos ante la nada sin palabras del horror de la guerra, allí donde se confunden asesino y víctima, justos e injustos, donde se manifiesta el ciclo brutal de la Pachamama.

Nadie quería hablar de eso. Ni los militares, ni los policías, ni los civiles. Habían sepultado el recuerdo de la guerra junto con sus caídos. El fiscal pensó que la memoria de los años ochenta era como la tierra silenciosa de los cementerios. Lo único que todos comparten, lo único de lo que nadie habla. (p. 156)

—Supongo que forma parte de su ciclo, simplemente. Es el mito del eterno retorno. Las cosas pasan una vez y luego vuelven a pasar. El tiempo es cíclico. La tierra muere después de la cosecha y luego vuelve a nacer para la siembra. Sólo disfrazan a la Pachamama con el rostro de Cristo. (p. 197)

La efectividad de los discursos policiaco y metafísico se multiplica sobre el fondo del siniestro sentido del humor de Roncagliolo. Este sarcasmo macabro es evidente en los informes del Fiscal Chacaltana. Por ejemplo:

Con fecha 8 de marzo de 1990, en circunstancias en que un atentado senderista había explosionado las instalaciones eléctricas de la región, un destacamento de las Fuerzas Armadas se apersonó en el domicilio de la familia Mayta Carazo, situado en la calle Sucre 14 de la localidad de Quinua, para efectuar las correspondientes averiguaciones referentes al sospechoso de terrorismo Edwin Mayta Carazo, en circunstancias en que éste contaba con 23 años.

Por razones de seguridad, el destacamento dirigido por el teniente EP Alfredo Cáceres Salazar irrumpió en la citada vivienda sin aviso previo y haciendo uso de su prerrogativa, encapuchados y armados con sendos fusiles HK de combate contrasubversivo, encontrando en su interior a la familia compuesta por el susodicho sospechoso, su hermano Justino y la madre de ambos, señora Nélida Carazo viuda de Mayta, que pernoctaban en el lugar.

Tras su ingreso al lugar, los dos varones Mayta, que no presentaron resistencia, fueron reducidos con las culatas de las armas para mayor seguridad mientras Nélida Carazo viuda de Mayta era retirada de la zona de operaciones por dos efectivos que, según su manifestación, procedieron a su encañonamiento contra una pared exterior del inmueble bajo la consigna de que no gritase ni llamase la atención de los vecinos. La solicitud de los efectivos parece haber sido atendida, ya que ninguno de los vecinos de la calle Sucre ha ratificado la versión de la familia, manifestando la mayoría de ellos que se encontraban ausentes del lugar habiendo salido por diversas razones de trabajo desde la medianoche hasta las tres de la madrugada, horas en que se registraron los hechos.

Por orden del teniente Cáceres Salazar, los efectivos procedieron a registrar el domicilio en busca de explosivos o propaganda senderista. Tras revisar el interior del mobiliario y retirar los respectivos muebles sin éxito, interrogaron a ambos sospechosos, que negaron tener conocimiento de cualquier actividad terrorista. El teniente Cáceres sostuvo, sin embargo, que los terroristas que no parecen terroristas son los que revisten mayor peligrosidad para la seguridad nacional, procediendo en consecuencia a incautar los bienes de la familia y detener al sospechoso Edwin Mayta Carazo, dejando a su hermano libre en atención a que durante el interrogatorio se le había quebrado el fémur de la pierna izquierda.

Simultáneamente, la madre de ambos, Nélida Carazo viuda de Mayta, hizo acto de intentar entrar en la casa con sus vastagos, ante lo cual los efectivos del Ejército del Perú se vieron obligados a retenerla para no entorpecer la labor de las autoridades. Subsecuentemente, como demuestra el correspondiente certificado médico, Nélida Carazo sufrió rotura de mandíbula con complicaciones en la estructura ósea parietal.

Terminado el operativo, el sospechoso Edwin Mayta Carazo fue conducido en vehículo militar a la base militar deVischongo, distante varias horas del emplazamiento de su domicilio, donde le fue practicado el interrogatorio de rigor.

El detenido negó repetidamente la existencia de cualquier vínculo con Sendero Luminoso, lo cual convenció más aún al teniente Cáceres Salazar de su implicación en los respectivos atentados, según ha manifestado, porque los terroristas se caracterizan por negar siempre su participación en los hechos. En consecuencia, y para incrementar la colaboración del detenido, se le practicó una técnica de investigación consistente en atar sus manos a la espalda y dejarlo colgar suspendido del techo por las muñecas, hasta que el dolor le permita proceder a confesar sus actos delictivos.

Posteriormente, y como el detenido insistiere en negar su culpa, los efectivos militares pasaron a emprender otra técnica de averiguación denominada con el nombre de «submarino», que prácticamente sumerge la cabeza del sospechoso en una batea de agua varias veces hasta aproximarlo a la asfixia, de modo que su receptividad a las preguntas de las autoridades aumenta significativamente. Según la manifestación de las autoridades, el detenido continuó negando formar parte de Sendero Luminoso. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, no se encontró colaboración de parte del susodicho sospechoso.

Finalmente, ante la repetida negatividad de Edwin Mayta Carazo, el teniente Cáceres Salazar decidió dejarlo en libertad, procediendo a su excarcelación al día siguiente como consta en las actas del día de la base militar de Vischongo. (pp. 131-133)

Por último, unas observaciones sobre el término terrorismo que Roncagliolo pone en boca de un detenido de Sendero Luminoso y que podrían aplicarse tal cual a tantos lugares del planeta asolados por la guerra:

—Claro. Si uno mata con bombas caseras se llama terrorismo y si mata con ametralladoras y hambre se llama defensa. Es un juego de palabras, ¿no? ¿Sabe cuál es la diferencia? Que a nosotros no nos importa. En cambio los suyos, sin una metralleta en la mano, se orinan de miedo. (p. 146)

Una lectura recomendable y un autor al que seguiré en el futuro.

2 comentarios en “Santiago Roncagliolo: Abril rojo

  1. Hola Vladimir,

    mi primera noticia sobre la Pachamama la tengo de esta novela de Roncagliolo. Me pareció una idea de la divinidad muy próxima a la Voluntad en Schopenhauer o lo Dionisiaco en Nietzsche: una especie de caos originario.

    Probablemente sea una simplificación inadecuada.

    Si quisieras desarrollar un poco más el concepto de Pachamama te estaría muy agradecido.

    En cualquier caso, gracias por tu comentario.

    Un saludo.

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