
Gorgias de Leontinos pertenecía al mismo grupo que aquellos que han eliminado el criterio, pero no por sostener un punto de vista parecido al de los seguidores de Protágoras. En efecto, en el libro titulado Sobre lo que no es o sobre la naturaleza desarrolla tres argumentos sucesivos. El primero es que nada existe; el segundo, que, aún en el caso de que algo exista, es inaprehensible para el hombre; y el tercero, aún cuando fuera aprehensible, no puede ser comunicado ni explicado a otros.
Sexto Empírico, Contra los matemáticos VII 65 ss. citado en Sofistas, testimonios y fragmentos, Antonio Melero Bellido (tr.), Barcelona: RBA, 2003, pp. 89-90.
Gorgias nació en la ciudad de Leontinos, en Sicilia. Tuvo como maestros, por tanto, a Parménides y Empédocles. Hereda de Parménides y Zenón el uso perverso del ser y el no ser para denigrar a los físicos de Mileto. De Empédocles, inventor de la retórica, aprendió la habilidad para los discursos en público. Aproximadamente a los sesenta años fue enviado como embajador a Atenas, para pedir el apoyo de la polis griega frente a Siracusa. Durante su estancia en la ciudad fue muy admirado por sus aportaciones a la retórica e hizo fortuna enseñando oratoria a los jóvenes griegos. Se presentaba en público vestido de púrpura y a cada discípulo le cobraba «cien minas». El desprecio feroz de Platón hacia la sofística, personificada en Gorgias, se debe a su evidente abandono de la búsqueda de la verdad en favor de la seducción y la persuasión.
La primera interpretación evidente de las tesis de Gorgias es que son una parodia del poema de Parménides. Si este decía que 1) el ser es, 2) que lo mismo es ser y pensar y 3) lo mismo pensar y decir, Gorgias se limita a negarlas todas.
Con fines meramente didácticos suelo explicar las tres tesis de Gorgias imaginando que son las palabras de un adinerado abogado defensor a sus «clientes». Quedaría más o menos así:
- Lo primero que le dice un abogado defensor a su cliente es que, de entrada, niegue el crimen que le imputan. El primer axioma de la defensa es siempre negar los hechos, la evidencia. Es decir, «nada existe».
- En caso de que el cliente diga algo como «…pero es que soy culpable, lo hice…» la respuesta del abogado debe ser contundente: «Aunque fueses culpable, aunque lo hubieses hecho, para poder acusarte alguien tiene que haberte visto, alguien tiene que saberlo. Sin testigos no hay crimen». Es decir «en el caso de que algo exista, es inaprehensible para el hombre».
- «Pero hay un testigo…» continúa objetando el acusado. «No importa, si podemos lograr que el testigo no hable o no resulte creíble el crimen no ha ocurrido», termina concluyendo el abogado. Es decir, «aún cuando fuera aprehensible, no puede ser comunicado ni explicado a otros».
Es el discurso el que hace al ser y no a la inversa. Siguiendo estos tres sencillos principios cualquiera puede hacer una fortuna en los tribunales, tanto en los de la antigua Grecia como en los actuales.
