Slavoj Žižek, Jorge Alemán, César Rendueles: Arte, ideología y capitalismo

Slavoj Žižek, Jorge Alemán, César Rendueles: Arte, ideología y capitalismo. Madrid: Ediciones Pensamiento (Círculo de Bellas Artes) 2008.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid edita con el sello Ediciones Pensamiento los textos de los encuentros que organiza en torno a autores relevantes del panorama filosófico actual. Anteriormente ya comenté el volumen dedicado a Jean Baudrillard. En este caso la charla está a cargo del filósofo esloveno Slavoj Žižek. Los libros de Žižek son, por la naturaleza de sus fuentes, Hegel y Lacan, de muy difícil lectura. Sin embargo, Žižek gana mucho en el cara a cara. Es un excelente orador que parece raptado por una especie de frenesí dionisiaco. Es provocador y muy certero en el análisis de los fetiches de la cultura popular. En este vídeo, con extractos de una entrevista y de la charla publicada, puedes comprobarlo por ti mismo. Asimismo, también está disponible el vídeo de la conferencia pronunciada por Baudrillard con introducción de Félix Duque.

La charla de Žižek gira en torno al modo en que el arte debe hacer frente a lo Real. Lo Real y la realidad son cosas diferentes. La realidad es algo que construimos simbólicamente, es la mistificación en la que vivimos el día a día. Lo Real, por el contrario, lo constituyen los huecos imposibles de conceptualizar, de expresar mediante el lenguaje: el horror, la muerte, el deseo… Para hacer inteligible esta idea Žižek recurre a la película más taquillera de la historia, Titanic. La maquinaria ideológica de Hollywood tiende siempre a reducir lo Real a la tensión libidinal de la pareja protagonista. Aunque aparentemente la película trate sobre la catástrofe del hundimiento del Titanic, el mensaje subterráneo que transmite es más o menos el siguiente: menos mal que a Di Caprio se lo traga el gélido Atlántico porque de lo contrario sí tendríamos que enfrentarnos a la verdadera catástrofe, la vida en común de una pareja contra natura, niña rica-chico pobre. Los pobres viven, por tanto, para ser vampirizados por los ricos y, una vez usados, lo correcto es devolverlos al mar. Una vez que la joven Kate Winslet ha madurado y se ha encontrado a sí misma gracias a su relación íntima con el proletariado, lo justo es que el pobre se hunda en el océano. Otros ejemplos de esta perversión del sentido del conflicto entre clases es Reds de Warren Beaty.

Si queremos representar el horror, dice Žižek, lo suyo no es bucear en las profundidades del inconsciente freudiano, sino más bien mantenernos en la apariencia. Adorno afirmó que el arte tras el Holocausto es otra forma de barbarie. Žižek, por su parte, afirma que lo que es barbarie es intentar representar el Holocausto utilizando medios simbólicos como la prosa o el documental. Inspirándose en Platón y Lacan, cree Žižek que el único modo de acercarse genuinamente al genocidio judío es atenerse a la apariencia en tanto apariencia, que es lo que hace el verdadero arte, la verdadera poesía. Para ilustrar esto Žižek recurre a la novela El largo viaje de Jorge Semprún. En ella, el discurso narrativo está roto en mil pedazos, del mismo modo que la vida de los supervivientes. El arte no está para hacer una reconstrucción libidinal de episodios históricos, sino para ser espejo de imágenes eternas.

El siguiente texto pertenece al psicoanalista Jorge Alemán y trata sobre la posibilidad de una izquierda lacaniana. Comienza definiendo lo que entiende por izquierda: no admitir como irreversible e innmejorable el marco socio-económico del capitalismo global. Sin embargo, esto es una una mera definición negativa. Para que la izquierda tome cuerpo de nuevo, dice Alemán, es necesario volver la mirada a Lacan. El resto de su charla es extremadamente confuso para quien, como es mi caso, no se desenvuelva bien con la jerga lacaniana. Además, carece del elemento motivador de la Estética, que sí está presente en los textos de Žižek y Rendueles.

César Rendueles es el traductor de la conferencia de Žižek y su ponencia gira en torno a los mismos temas. El punto de partida es la constatación de la omnipresencia de la violencia en el cine, la televisión e internet. Sin embargo, es una violencia higienizada, convertida en aceptable, ya sea transformándola en algo personal (la especialidad de Mel Gibson y Bruce Willis), ya sea encuadrándola dentro del subgénero del cine de terror o sublimándola mediante el recurso al gadget hipertecnológico. La violencia real del sistema capitalista en el que vivimos está siempre ausente. Sin embargo, hay excepciones. Rendueles analiza la película de David Fyncher El club de la lucha (inspirada en la novela homónima de Chuck Palahniuk). El sistema capitalista ejerce una violencia siniestra sobre los países pobres. El deporte más adecuado y coherente para los ejecutivos de la Bolsa consistiría en formar bandas nocturnas dedicadas a apalear inmigrantes. Y la única forma viable de respuesta a un sistema de estas características es también la violencia. De ahí esa bella escena en la que Edward Norton contempla como sus bombas destruyen los grandes edificios de la Banca. También hace un interesante análisis de las novelas de Ballard, en especial de Rascacielos y Crash. En ambas la violencia real del Sistema es puesta en primer plano sin edulcorantes ni mistificaciones.

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