
Ernst Jünger fue un filósofo y novelista alemán que, aparte otros méritos, vivió 103 años (1895-1998). La obra de Jünger destaca especialmente por su capacidad para la captación profunda del nihilismo de nuestro tiempo y las posibilidades que encierra el futuro. Entre su extensa obra destacan sus Diarios de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En el caso de la Primera llevan por título Tempestades de Acero y relatan su experiencia como joven combatiente voluntario del ejército alemán. En este diario Jünger certifica la muerte de la épica y el heroísmo, víctimas de la nueva barbarie tecnológica. Los Diarios de la Segunda Guerra Mundial aparecen bajo el título Radiaciones. En ellos Jünger, ahora reputado y escéptico oficial del ejército nazi, ejerce de fiel cronista de la catástrofe que arrasó Europa. En Radiaciones se encuentran las citas que comentaremos a continuación.
A Jünger le gusta describirse a sí mismo como un cronista de la protohistoria, el nivel más profundo de la realidad visible, la historia de lo Elemental. La protohistoria arranca del mito y condiciona todos los fenómenos del tiempo que nos toca vivir. Quien experimenta el acercamiento a lo Elemental adquiere un conocimiento del mundo que atraviesa los siglos. En la obra de El Bosco (1450-1516) Jünger cree ver a un profeta de la barbarie de nuestra era técnica.
El «Bosco» es un personaje tan misterioso como las criaturas que aparecen en sus pinturas. Nació y vivió en Hertogenbosch, una hermosa ciudad holandesa. Poco más se sabe de su vida excepto que perteneció a la Hermandad de Nuestra Señora.
En el siguiente texto Jünger comenta dos pinturas de El Bosco, El Juicio Final y El jardín de las delicias .
París, 4 de enero de 1944 Por la mañana alarma aérea, cosa que ahora sucede de un modo casi regular; la he aprovechado para contemplar el Altar del juicio final, del Bosco, en la obra de Baldass sobre este pintor; el libro ha aparecido hace poco y me lo ha regalado el doctor Göpel. En estas pinturas el terror está escondido, como en los dibujos con sorpresa; cuanto más se las mira, más y más detalles espantosos van saltando a la vista. Lo que diferencia al Bosco de todos los demás pintores es la visión directa, que Baldass llama su carácter profético. La profecía consiste en que él conoce unas vigencias más profundas, en las cuales se reflejan y reencuentran las edades — como hoy el mundo técnico y sus detalles. De hecho pueden adivinarse en esas tablas las formas de las bombas volantes y de los submarinos, y en una de ellas, creo que en El jardín de las delicias, se encuentra también el horrible péndulo de E. A. Poe, uno de los grandes símbolos del mundo rítmico de la muerte. El Bosco es el vidente de un eón, como Poe es el vidente de un saeculum. Qué certero es también el retrato del hombre desnudo que, para mover unas máquinas extrañas, corre como una ardilla en el interior de una rueda cubierta de pinchos. El hecho de que aparezcan moros entre las legiones de los bienaventurados esconde una verdad que, expresada en palabras, habría llevado al pintor a la hoguera. Ernst Jünger: Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial, p. 192. |
Jünger menciona que en el Altar del Juicio Final El Bosco adelanta las bombas volantes y los submarinos. En cualquier caso es evidente que el paisaje en ruinas parece un retrato fiel de una ciudad tras un bombardeo. Es además una buena intuición de Jünger señalar al hombre corriendo en el interior de una rueda con pinchos como un símbolo de nuestra era técnica. Visítese un gimnasio para comprobarlo.
En cuanto a la presencia del péndulo de la muerte en El jardín de las delicias no acabo de verlo con claridad.
Es posible hallar curiosos artefactos voladores en otra obra de El Bosco, Las tentaciones de San Antonio.
El mismo Jünger nos da la receta para sobrevivir en este terrorífico mundo de artilugios infernales en que vivimos. La salvación sólo es posible si no olvidamos el potencial infinito de la persona singular.
Hasta aquí las cosas se presentan sencillas, aunque no son incuestionables. Lo que a la persona singular le resulta difícil de entender, empero, es que ella misma se encuentra en el papel del comandante, en el lugar espiritual. Coopera al plan, al esquema ideal, bien con su actuación, bien con su no actuación, y es responsable siempre. No hay nada que la persona singular no pueda aprobar, pero tampoco nada que no pueda rechazar. La persona singular puede modificar el mundo, ya por la acción, ya por el sufrimiento, y puede hacerlo en cada instante. Puede decidir si se eleva o si se hunde. Puede ingresar en lo absoluto. Es soberana y, en los sitios donde asciende a la consciencia de su soberanía, adquiere un poder infinito. El mundo se convierte en su materia y en su sueño; es siempre un trasunto de ella. Eso lo enseña el mito, eso lo enseña la historia general y la historia de salvación, eso lo enseña la filosofiaibid., pp. 427-428.
Bibliografía
Ernst Jünger:
- Tempestades de Acero, Tusquets, Barcelona 1987
- Sobre los acantilados de mármol. Destino, Barcelona 1990.
- Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Memorias – vol. 1 Tusquets. Barcelona 1989.
- Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Memorias – vol. 2 Tusquets. Barcelona 1992.
- Pasados los setenta (Radiaciones vol 3.) Tusquets. Barcelona 1999
- Eumeswil, Seix y Barral, Barcelona 1993.
- Heliópolis Seix y Barral, Barcelona 1987, Biblioteca breve.
- El libro del reloj de arena. Tusquets, Barcelona 2000.
- La emboscadura. Tusquets, Barcelona 1988.
- El trabajador. Tusquets, Barcelona 1990
- La tijera. Tusquets, Barcelona 1993.
- Acerca del nihilismo. Sobre la línea. E. Jünger. Hacia la pregunta del ser. M. Heidegger.Paidos ICE/UAB, Barcelona 1994 .
- Sobre el dolor. Tusquets, Barcelona 1995.
- La Paz. Tusquets, Barcelona 1996.
- Acercamientos: drogas y ebriedad. Tusquets, Barcelona, 2000
José Luis Molinuevo: La estética de lo originario en Jünger. Madrid, Tecnos, 1994
El Bosco:
- http://olmo.pntic.mec.es/%7Ejgarci52/delicias.htm
- http://artchive.com/
- El Bosco, Taschen, 1989