
Durero nació en 1471 y murió en 1528. Vivió en la ciudad de Nüremberg: en las nieblas góticas de la Alemania central. Esto se percibe en el carácter sombrío, escéptico y, en ocasiones, apocalíptico, de sus grabados. Sin embargo, de esta oscuridad nórdica se apodera una claridad y una precisión inesperadas. La razón de este milagro artístico está en las visitas que Durero hizo a Italia, donde aprendió a trabajar con la luz y la perspectiva.
Los grabados más famosos de Durero son «Melancolia I » (1514), «San Jerómino en su estudio » (1514), «El Caballero, la Muerte y el Diablo» (1513) y dentro de la serie sobre el Apocalipsis «Los cuatro jinetes» (1498). Aunque podríamos detener la mirada en los detalles de cualquiera de ellos vamos a centrarnos en «El caballero, la Muerte y el Diablo» porque sirvió de inspiración a un escritor siciliano contemporáneo imprescindible que es Leonardo Sciascia.

Leonardo Sciascia (1921-1989) que, como puede verse en la foto, no era la mitad de guapo que Durero, escribió poco antes de morir su «obra maestra», El caballero y la muerte (Barcelona: Tusquets, 1989). Esta novela es una interpretación alegórica del grabado de Durero El caballero, la Muerte y el Diablo (1513), que reproducimos a continuación. Durero se inspira en un texto de Erasmo de Rotterdam: «Para que no te dejes apartar del camino de la virtud porque te parezca abrupto y temible, porque tal vez hayas de renunciar a las comodidades del mundo, y porque constantemente has de combatir contra tres enemigos en lucha desigual, que son la carne, el demonio y el mundo, te será propuesta esta tercera norma: todos esos espectros y fantasmas que se abaten sobre ti (…) has de tenerlos en nada»
En primer lugar, debes mirar detenidamente el grabado, despacio, desplaza la mirada de derecha a izquierda: primero el diablo, extraño macho cabrío poseedor de un sólo cuerno y un báculo, segundo, el caballero, la armadura bellamente adornada, su poderosa montura y su lanza en diagonal que divide en dos el grabado, tercero la muerte amenazante rodeada de serpientes, sujetando un reloj de arena y un caballo agotado. Abajo, otra vez despacio, de derecha a izquierda: la indiferencia del reptil, la fidelidad del perro, la calavera que marca la senda y la fecha y firma de Durero. Arriba, el castillo.
Ahora, hacemos un ejercicio de interpretación. Igual que si leyéramos un texto o viésemos una película. Hay que hacerse preguntas ¿Dónde va el Caballero? ¿Está asustado? ¿Por qué está cansado el caballo de la Muerte? ¿Por qué el Caballero ni se inmuta ante los monstruos que le rodean? ¿Por qué esa calavera en su camino? ¿Por qué el reptil en la otra dirección? ¿Qué simboliza el castillo, lejano, inalcanzable?
A continuación tenemos que construir una historia respondiendo a todas esas preguntas. Esa sería tu interpretación del grabado. Es tan válida como la de cualquiera. Sin embargo, no todas las interpretaciones, no todas las historias, son igual de hermosas.
Sciascia transforma el grabado de Durero en un relato policíaco ambientado en el turbio ambiente de la política italiana. El detective, enfermo de cáncer terminal, investiga el extraño asesinato de un abogado relacionado con las altas esferas del poder. Igual que el protagonista del grabado cabalga con la mirada fija y testaruda hacia su objetivo, la verdad. Tal es la firmeza de su voluntad que ni siquiera la muerte es capaz de seguir su paso. El caballero no se dirige al castillo porque la política es lo opuesto a la verdad. El castillo simboliza las instituciones políticas, el Sistema, el Poder. El Caballero también sabe que la lucha está perdida desde el principio. Busca la salvación por el conocimiento. Esa es la esencia del orgullo en su mirada.
También me gustó este artículo. Habría que tenerlo bien presente.
Apunte triste: Rod Serling, guionista y presentador de la serie The Twilight Zone (1959-1964), murió en 1975 de un ataque al corazón antes de cumplir los 51 años; François Truffaut, uno de los mejores directores de cine de la historia, murió en 1984 de un tumor cerebral a la edad de 52 años.
La muerte no tiene consideración.
No la tiene, por eso hay que vivir el tiempo que nos regalan lo mejor posible. Filosofando, diría Sócrates. En eso estamos.
Saludos.