Los valdenses

Otto Rahn
Otto Rahn

La investigación clásica sobre el tema del catarismo es el texto de Otto Rahn (a la izquierda) Cruzada contra el Grial, la tragedia del catarismo publicado por primera vez en 1934. Cuenta Otto Rahn que la iglesia de Roma confundió a cátaros con valdenses por haberse consolidado en la misma región geográfica del sur de Francia. Ambas herejías recibieron el nombre de albigenses, del pueblo de Albi situado en dicha zona.

En cualquier caso, los valdenses no tienen nada que ver con la elaborada teología maniquea de los cátaros sino con la reacción popular frente a un clero corrupto indigno de representar el mensaje de humildad y pobreza del nuevo testamento. Sobre el año 1117 Pedro Valdés, un rico comerciante de Lyon, se hizo traducir al provenzal el nuevo testamento para poder leerlo de primera mano. Asombrado de la diferencia que existía entre el mensaje de jesús y el comportamiento de los representantes de la iglesia decidió predicar el «verdadero» mensaje cristiano. No otra cosa hizo Francisco de Asís cuya doctrina hizo temblar de tal manera los pilares de la iglesia oficial que, como recuerda Umberto Eco, tuvieron que hacerlo santo antes de que les robara toda la clientela.

Bernardo Gui, el famoso inquisidor, resume la doctrina valdense en su Manual de inquisidores. Entre las características que menciona hay algunas muy llamativas:

  1. Denuncian que un sacerdote pecador no está capacitado para convertir el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo.
  2. Afirman que el perdón de los pecados no es privilegio exclusivo de los clérigos.
  3. Señalan que el dinero que se entrega a la iglesia para liberar del purgatorio a los difuntos es dinero perdido pues el purgatorio es una entidad inexistente cuya función es meramente recaudatoria.
  4. Son permisivos respecto a las relaciones carnales. Más vale que un predicador se case antes que sufra y enferme por reprimir los «ardores de la pasión».
  5. Son pobres y trabajadores.

A pesar de la sensatez de su mensaje fueron perseguidos y exterminados junto a los cátaros por el fuego de la inquisición a lo largo de los siglos XII y XIII.

Deja tu comentario