Hans Magnus Enzensberger: El perdedor radical

Hans Magnus Enzensberger: El perdedor radical. Ensayo sobre los hombres del terror. Richard Gross (trad.) Barcelona: Anagrama, 2007.

Poeta y ensayista alemán nacido en 1929. Perteneció al Grupo 47, asociación informal de escritores de ideología izquierdista que procuraron revitalizar la literatura alemana tras la vergüenza del nacionalsocialismo. Al grupo pertenecieron autores como Günter Grass o Heinrich Böll. Intelectual polifacético, Enzensberger ha cultivado el periodismo, la radio, el ensayo, el teatro, la poesía… En 2002 recibió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En general su obra se ha caracterizado por la crítica a cualquier tipo de totalitarismo ya sea político, tecnológico, mediático o de mercado.

Este breve y polémico ensayo analiza la psicología del terrorista suicida. Enzensberger desarrolla un discurso frío, duro, escéptico y pesimista que pone al descubierto la vaciedad de cualquier tipo de justificación política, religiosa o moral de sus atentados. Las tesis que el autor defiende son las siguientes:

  1. No hay diferencia alguna entre el estudiante que mata a sangre fría a treinta y dos compañeros, el padre que mata a su esposa e hijos y el terrorista islámico que hace saltar por los aire un restaurante o un mercado. Todos son «perdedores radicales«
  2. El perdedor radical es aquel que está cegado por la frustración que le genera el observar que a los demás les va mucho mejor que a él. Incapaz de reconocerse culpable de su derrota proyecta sobre los demás la causa de su miseria. La culpa de todo, se dice a sí mismo, la tienen los Estados Unidos, los judíos, la globalización, el Estado español, los pijos, etc.
  3. La energía destructiva del «perdedor radical» ha sido movilizada a lo largo de la historia por una gran variedad de movimientos ideológicos nacionalistas, religiosos, comunistas, racistas…
  4. El perdedor radical sólo tiene una salida para aliviar su frustración. Destruir el origen del mal, según lo señale el líder de turno, y luego autodestruirse, para evitar alguna vez llegar a ser consciente de la mezquindad de sus actos.
  5. Para Enzensberger el islam no ha sido capaz de examinar la gran parte de culpa que tiene en la postración económica y política de sus 1300 millones de fieles. El atraso de los países islámicos tiene que ver naturalmente con el modelo económico colonial y postcolonial en que vivimos pero, además, es necesario poner el dedo en la llaga. El totalitarismo islámico es un sistema refractario a cualquier tipo de cambio, hace apología de la violencia contra el infiel, insiste en convencer a sus masas de pobres de su superioridad racial respecto a los demás habitantes del planeta, mantiene a la mayor parte de la población en el analfabetismo, prohíbe la mentalidad crítica y esclaviza a sus mujeres.
  6. Enzensberger confirma que con los islamistas no hay razones que valgan ni diálogo posible como ha demostrado el fracaso de su integración en Holanda, una de las sociedades más abiertas y tolerantes de Europa. Sólo hay un remedio posible: más policía y más seguridad aun a costa de tener que sufrir mermas en nuestras libertades o de pasar el ridículo del cacheo en el aeropuerto o de que te requisen la pasta de dientes.
  7. La conclusión del ensayo es extremadamente fatalista:

    El proyecto de los perdedores radicales consiste en organizar el suicidio de toda una civilización, como está sucediendo en Irak y Afganistán. No es probable que consigan eternizar y generalizar ilimitadamente su culto a la muerte. Sus atentados constituyen un permanente riesgo de trasfondo, como la muerte cotidiana por accidente de tráfico en las carreteras, a la que nos hemos acostumbrado. Una sociedad mundial que depende de combustibles fósiles y que no cesa de producir nuevos perdedores tendrá que convivir con ello. (p. 66)

En mi opinión el análisis de Enzensberger es demasiado unilateral. Es cierto que el islam actual no es la religión ideal para promover el desarrollo artístico, cultural o tecnológico de una sociedad pero también es cierto que pueden darse varios tipos de islam como se dan varios tipos de catolicismo: existe el opus dei y existe la teología de la liberación.

Tampoco se puede perder de vista que la causa última del totalitarismo islámico ha sido habitualmente la política colonial de Occidente. Por ejemplo, en 1953 Estados Unidos derrocó a Mossadeg, primer ministro de Irán, por nacionalizar el petróleo. A continuación el amigo americano instauró la dictadura del Sha Reza Palehvi que duró hasta 1978, fecha en la que el ayatolah Jomeini se hizo con el poder movilizando la energía de las masas de perdedores radicales que había generado una tiranía injusta y opresora al servicio de los intereses comerciales de Occidente.

Para concluir, hay algo de verdad en el ensayo de Enzensberger pero no toda la verdad.

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