Richard Dawkins: El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. 7ª edición. Barcelona: Salvat, 2002.
Publicado originalmente en 1979 este libro se ha convertido con el tiempo en un texto clásico sobre teoría de la evolución. La hipótesis de Dawkins es simple: el sujeto de la selección natural no es el individuo ni el grupo sino el gen. Los individuos no son más que máquinas de supervivencia cuyo único objetivo es prolongar en el tiempo la existencia de los genes.
Una objeción bastante clara a esta teoría son los abundantes casos de altruismo que se dan en la naturaleza. Dawkins los analiza utilizando la teoría de juegos y examinando caso por caso si el altruismo es una estrategia evolutivamente estable. De esta manera puede observarse que el altruismo sólo se da en la naturaleza cuando existe cierto parentesco entre los individuos implicados de modo que la muerte de uno de ellos garantice la supervivencia del material genético. El egoísmo del gen es la regla que subyace a toda la conducta animal.
Dawkins se arriesga a extender su teoría al comportamiento sexual humano en un capítulo extremadamente polémico y de obligada lectura: La batalla de los sexos. No contento con semejante reduccionismo, Dawkins extiende su teoría al mundo de la cultura. Identifica en nuestro acervo cultural los conocidos “memes” que no son otra cosa que ideas o pautas de comportamiento en constante lucha por perdurar. Así, por ejemplo, la sempiterna idea de Dios.
Laura Moreno y Estefania Portillo
TRABAJO DE FILOSOFÍA
En las relaciones de pareja hay más conflictos porque no tienen genes en común. Los padres deberían ponerse de acuerdo para criar a sus hijos y que éstos crezcan mejor. Si uno de los padres, aporta menos al niño, podrá dedicarse a expandir sus genes con otras parejas. Los dos miembros de la pareja, intentan que el otro se ocupe de los niños para intentar copular con otros seres del sexo opuesto. En la mayoría de casos, el macho es el que se desentiende de sus deberes como padre. Esto ha sido estudiado por Trivers.
Los sexos se definen por diferentes características. Los mamíferos se clasifican en hembras y machos por el hecho de tener pene, parir a los hijos… Para otros animales y plantas éstas características no valen. En el caso de las ranas, ninguna posee pene, por lo tanto no le valen las acepciones “macho y hembra”. Hay un rasgo para catalogar a los machos como machos y a las hembras como hembras y es que las células sexuales masculinas son más pequeñas y numerosas que las femeninas.
En algunos organismos primitivos, no hay esta diferenciación. Los individuos, no se organizan en dos sexos, esto es conocido como isogamia. No existen dos células diferentes, como óvulo y espermatozoide, las células son iguales y se llaman isogametos.
La unión de dos isogametos producen el mismo número de genes al nuevo individuo. El óvulo aporta mas reservas alimenticias, mientras que el espermatozoide solo busca propagar sus genes. El padre aporta al individuo menos de lo que le corresponde, es decir, menos del 50% de sus genes. La célula sexual masculina es tan pequeña, que puede fabricar millones de espermatozoides a la vez, de tal forma que puede engendrar muchos hijos en muy poco tiempo, estando con diferentes hembras. Las hembras, a su vez, pueden tener un número limitado de hijos, ya que para tener un hijo hay que pasar por un proceso largo. Aquí empieza la explotación femenina.
Packer y otros, demuestran que esto evolucionó de un estado de isogamia. Antes, cuando las células eran intercambiables y del mismo tamaño, algunas por casualidad eran mayores. Las más grandes podían darle mayor cuota de alimento al embrión. Con esto empieza la explotación egoísta. Para que un gameto pequeño no muriera, tendría que fusionarse con uno grande. Los individuos que producían gametos pequeños tenían más ventaja, ya que podían producir mas y así, tener mas hijos. Evolucionaron dos estrategias sexuales: La estrategia de gran inversión u honesta, ésta dio lugar a la estrategia de pequeña inversión, explotadora o “mezquina”. Después, la estrategia continúa sin control. Las células medianas no tenían ventaja en ninguna estrategia. Las “mezquinas” evolucionaron hasta ser mas móviles. Las honestas incrementaron su tamaño y se quedaron inmóviles para ser buscadas por las mezquinas. Las células mezquinas ganaron la batalla evolutiva y dieron lugar a espermatozoides, mientras que las honestas se convirtieron en óvulos.
Un macho puede atender a 100 hembras y esto verifica que hay más hembras que machos. Hay machos que no copulan en su vida, los llamados machos “extra” que se consideran “parásitos sociales”.
No se sabe si es mejor confiar los genes a hijos o hijas. La proporción sexual que invierte cada progenitor es del 50:50.
En los mamíferos, el óvulo se convierte en macho o hembra al desarrollarse, mientras que los espermatozoides, determinan el sexo del bebé. Los espermatozoides X, determinan el sexo femenino, mientras que los espermatozoides Y, determinan el masculino. Las dos clases de espermatozoides son iguales, pero están diferenciados por un cromosoma. Una persona no puede elegir el sexo de sus hijos, aunque pueden favorecer a un sexo desproporcionalmente.
Si en los elefantes marinos se diera un caso de gen mutante, que tendiera a hacer que nacieran mas hembras que machos. Al nacer más hembras, desde el punto de vista del bien de las especies, los machos tendrían espermatozoides suficientes para todas, y así, poder expandirse. Después, se produciría un desequilibrio y el macho que tuviera un hijo varón, sería el que más expandiría sus genes.
Una pareja desea tener el mismo número de hijas e hijos. Cada progenitor, prefiere que el otro se ocupe de criar a los hijos, mientras él, se ocupa de expandir sus genes. La madre, es la que más suele invertir en los hijos.
En algunas especies, la hembra cuida a las crías y en otros casos, los dos progenitores aportan lo mismo al cuidado de las crías.
Trivers considera lo que debe hacer una madre que ha sido abandonada por el padre. Lo mejor, es hacer creer a un macho que el hijo es suyo, aunque no lo sea. Algunos animales matan a los cachorros que no son suyos.
Un hombre puede esperar un periodo de tiempo antes de copular con una hembra y así saber si ella espera hijos. Si una hembra es abandonada, justo cuando se ha quedado embarazada, puede abortar y buscar otro macho. La última opción que le queda a la madre, es criar el hijo ella sola. Cuanto más grande sea el niño, más habrá invertido en él, por tanto, perderá más, si decide abandonarlo.
La hembra puede decidir si abandonar al hombre, si se ve en peligro de ser abandonada. Tiene ventaja el miembro de la pareja que abandone antes, pero siempre abandonará con la seguridad de que el otro miembro de la pareja no abandonará también a la criatura.
Para no ser explotada por el macho, la hembra se puede negar a copular. La hembra tiende a buscar un macho que sea fiel y no cede a lo que éste le pide, le pone a prueba. El macho debe tener paciencia, sino no tiene posibilidades de ser un marido fiel. La hembra se queda con el macho que le de mas muestras de fidelidad.
La hembra puede chantajear al macho para que le haga el nido, le traiga alimentos…A cambio de la copulación. El macho, al esperar a la hembra, está perdiendo tiempo. El macho, se ve comprometido con la hembra, ya que esperaba impaciente el momento y no quiere que otras hembras le hagan lo mismo.
En el razonamiento de Trivers se produce un error. Hay que preguntarse si te compensa poner fin a tus pérdidas en el futuro. Muchos machos deciden abandonar a su hembra y crías, y así, irse con otras hembras que están solas y dispuestas a estar con otro macho.
Según Maynard Smith, la “estrategia” es un comportamiento inconsciente. La estrategias femeninas se llaman “esquiva y fácil” y las masculinas “fiel y galanteador”. Las reglas de comportamiento son:
-Hembras esquivas: No hay copulación hasta que no pase un largo período de tiempo y galanteo por parte del macho.
-Hembras fáciles: Copulan con cualquier macho en cualquier momento.
-Machos fieles: Aceptan el periodo de galanteo y ayudan a la hembra a cuidar de las crías.
-Machos galanteadores: No aceptan el periodo de tiempo que una hembra les propone, se van en busca de otras hembras que sí quieran copular con ellos y no se quedan a cuidar de sus crías.
Lo mejor sería tener una sociedad en la que todas las hembras son esquivas y todos los machos fieles, y así, se dividiría todo en partes iguales. Si hay una hembra fácil, al ser todos los machos fieles, podría estar segura de que no va a sufrir abandono. Si hay muchas hembras fáciles y un macho galanteador, éste será el beneficiado ya que las hembras fáciles copulan con cualquiera y estos machos no aceptan el periodo de galanteo. Entonces, en esta sociedad se propagará el gen del macho galanteador. Si hay una hembra esquiva en una sociedad donde solo hay machos galanteadores, no tendría crías, ya que no hay relación. Si las hembras fáciles, abandonan a sus crías, tras sentirse abandonadas por un macho, pagará el coste de su óvulo, entonces se expandirán los genes de las hembras esquivas. En el último caso, en una sociedad en la que solo hay hembras esquivas y todos los machos galanteadores, no resultaría nada porque las hembras pedirían un periodo de cortejo y estos no aceptarían. Si llegase un macho fiel, saldría ganando porque sería el único que aceptaría las condiciones de las hembras. En una relación de machos fieles y hembras esquivas, podría evolucionar, pero esto puede beneficiar al gen egoísta de las hembras.
La hembra puede decidir copular con el macho, solo cuando este le ha hecho el nido, y así lo atrapa.
Los machos que fingen ser fieles, son los que mejor lo tienen, consiguen lo que quieren y luego abandonan a la hambre con las crías y se van en busca de otra hembra, de tal forma, que propagan mas sus genes que un macho fiel.
Las hembras que detecten estos engaños son las que salen beneficiadas.
Otra estrategia femenina es buscar a un macho que contenga buenos genes y así asegurar la supervivencia de sus crías.
La mayoría de hembras se ponen de acuerdo en quienes son los mejores machos y solo a estos les permiten el cortejo.
Buscando los mejores machos, la hembra se propone asegurar la supervivencia y la mejor forma de asegurarla es buscar machos viejos, pero no por esto va a tener mas descendientes, que una que haya escogido un macho joven.
Las hembras, buscan machos con determinadas cualidades para que sus hijos/hijas ,también las posean.
Darwin percibe un punto importante, que es enunciado por Fisher.
Una hembra debe conseguir que su hijo tenga muchas cualidades para que le de muchos nietos.
Una hembra que escoja un macho con atractivo, tendrá mas posibilidades de que sus hijos sean atractivos y así tener más nietos.
En los primeros tiempos, las aves hembras , escogían a machos con colas largas.Si sus hijos salían con colas cortas ,no serían atractivos y no podrían expandir sus genes.
Los dos sexos quieren reproducirse lo máximo posible durante su vida.Para los machos es más fácil .Las hembras tienen dos posibilidades de contramaniobra llamadas ,estrategias del macho viril y de la felicidad doméstica .
Los machos se interesan por el atractivo sexual y los colores llamativos, mientras que las hembras prefieren colores opacos. Un macho que no tiene colores apagados, no podrá transmitir sus genes,ya que las hembras no se interesan en él.
Las hembras son más exigentes que los machos al elegir compañero por miedo a cruzarse con otra especie o al incesto.
Las hembras no sacaran provecho al copular con muchos machos, ya que producen un número determinado de óvulos a un ritmo muy lento. Mientras que los machos sacaran provecho si copulan con muchas a la vez ya que extenderán sus genes.
Todo esto, lo podemos relacionar con el hombre, porque en las personas ocurre algo parecido.
En nuestra sociedad, las mujeres emplean más tiempo en los hijos, mientras que los padres trabajan para sacar la familia adelante.
La forma de vida del hombre depende más de la cultura.
En nuestra sociedad , las mujeres son las que se preocupan por la vestimenta, por el aspecto, mientras que el hombre no se interesa tanto por su forma de vestir.
Laura Moreno 10 1º B