Noël Carroll: Una filosofía del arte de masas. Madrid: Machado Libros, 2002.
Tuve noticia de este libro a través de dos polémicos artículos de Félix de Azúa recientemente publicados en El País: «Sólo quiero lo mejor para ti« (10/11/2005) y «Triste atraso de los avanzados» (9/12/2005) . En ambos artículos Azúa plantea una analogía entre la imposición de la necesidad del Estatuto Catalán y el prestigio incuestionable de Schoenberg. Dejando a un lado la compleja cuestión del Estatuto y centrándonos en el tema estético, Azúa rechaza las imposiciones de supuestos expertos en la definición de lo que es y lo que no es «arte verdadero». Frente al criterio del «especialista» Azúa opta por el criterio del público: en lugar de Schoenberg, Shostakovich.
El libro de Nöel Carroll recomendado por Azúa refuta las clásicas definiciones de «arte verdadero» elaboradas por filósofos como Adorno que aborrecían el arte de masas. En conjunto el libro de Carroll es un buen ejemplo de filosofía analítica aplicado a temas de estética. Su virtud es la calidad didáctica de sus contenidos, la claridad con que expone «lo bello y lo sublime» en Kant, la teoría estética de Benjamin o la utopía de la aldea global de Mcluhan. Es un ejercicio irreprochable de accesibilidad y rigor. El peor de sus defectos, ya presente en Platón, estriba en que a menudo deforma las teorías de sus contrincantes filosóficos para poder refutarlos mejor.
Mi desacuerdo principal con Carroll se centra en la negativa de este a admitir criterio alguno que distinga, dentro del «arte de masas», lo que es arte de aquello que no lo es. Por ejemplo, niega que tengan más valor objetivo los los cd’s de Mozart que El País regala a 2,95, y basura televisiva como Los vigilantes de la playa -citado por Carroll como ejemplo de «arte de masas». En este punto creo que roza la demagogia.