Jesús Alonso Burgos: Blade Runner. Lo que Deckard no sabía. (2011)

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Jesús Alonso Burgos: Blade Runner. Lo que Deckard no sabía. Madrid: Akal, 2011.

Lo que Deckard no sabía era que en 1992, diez años después del estreno de Blade Runner, a Ridley Scott se le iba a ocurrir destrozar su propia obra maestra con un «montaje del director».

Scott, en un delirio megalómano, suprime el final feliz, la voz en off y convierte a Deckard en replicante. Como bien explica Alonso Burgos, entre las virtudes del original de 1982 estaban la ambigüedad acerca de la naturaleza del detective y el modo en que evoluciona la visión que tiene de sí mismo y los replicantes. Nada de esto tiene sentido si Deckard es sencilla y llanamente un androide obsesionado con falsos implantes de memoria.

La voz en off del narrador es un recurso cinematográfico imprescindible para ver en el personaje que interpreta Harrison Ford algo más que un asesino en serie. Para terminar, en mi opinión, la sorpresa del final feliz, el luminoso retorno a la Naturaleza, ofrece un contrapunto adecuado a la omnipresente oscuridad de la dominación técnica.

Lo que Deckard no sabía era que Ridley Scott ni siquiera había leído la novela de Philip K. Dick en la que se basa el guión de Blade Runner, ¿Sueñan  los androides con ovejas eléctricas?. La novela del gurú de la ciencia-ficción se centraba más en el conflicto entre el ser humano y el androide. Ridley Scott orienta la película hacia las relaciones entre identidad, memoria y olvido, los tres temas que confluyen en la escena final entre Deckard y Roy.

Alonso Burgos minusvalora la literatura de Philip K. Dick y pasa por alto que su éxito no reside en sus logros formales sino en la potencia de sus visiones, en la naturaleza mística de sus escritos. La idea borgiana de que la metafísica es una de las ramas de la literatura fantástica se materializa en su trilogía final: VALIS (1978), The Divine Invasion (1980), The Transmigration of Timothy Archer (1981).

Lo que Deckard no sabía era que al director de Blade Runner le iba a funcionar a la perfección la maniobra barroca de reciclar y acumular símbolos sobre los que los filósofos derramarían tinta a raudales: la Trinidad (Tyrell creador, Roy crucificado y la paloma que sube a los cielos) sirve para replantear en términos gnósticos el problema del mal. Cuando la criatura se halla frente al creador, le aplasta el cráneo, porque la humanidad es libertad y la libertad tiene cierta tendencia innata hacia el mal. El problema de esta sobrecarga simbólica es que, en realidad, no apunta a nada. Es un escenario teatral, ecléctico y espectacular, pero, en el fondo, vacío, una suma de detritus culturales. La misma virtud y el mismo defecto están presentes en otro gran hito de la ciencia ficción posterior: The Matrix (Lana Wachowski y Lilly Wachowski, 1999).

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Blade Runner (Ridley Scott, 1982)

Lo que Deckard no sabía era que la humanidad no reside en un Test Voigt-Kampff, ni en implantes de memoria, sino en la lucha a muerte por el reconocimiento. Y, aunque resulte difícil ver en Roy algo parecido a una minoría étnica, los replicantes, pellejudos o «skin-jobs», eran como aquellos indígenas a los que durante la conquista los europeos les negaron el alma y, por tanto, la condición humana. Cabe releer de nuevo algo sobre la Junta de Valladolid donde los intelectuales de la época concluyeron que, si bien los indígenas eran humanos, debían ser tutelados por alguien superior.

Lo que Deckard no sabía era que Ridley Scott venía del mundo de la publicidad, que lo suyo eran los decorados, los escenarios, la potencia de las imágenes, y no tanto el alma de los personajes.

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Todo un logro de Ridley Scott dar vida los diseños futuristas de Syd Mead. No han perdido frescura y conservan ese aire melancólico de Nighthaws de E. Hopper.

Ficha técnica

Blade Runner (Ridley Scott, 1982)
Blade Runner (Ridley Scott, 1982)

– Dirección: Ridley Scott

– Ayudante de dirección: Newton Arnold, Peter Cornberg

– Dirección artística: David Snyder

– Producción: Michael Deeley, Charles de Lauzirika (Final Cut version) Hampton Fancher, Brian Kelly, Jerry Perenchio, Ivor Powell, Run Run Shaw, Bud Yorkin

– Diseño de producción: Lawrence G. Paull, Peter J. Hampton (escenas adicionales)

– Guion: Hampton Fancher, David Peoples y Roland Kibbee (sin créditos); basado en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep?, de 1968) de Philip K. Dick.

– Música: Vangelis

– Sonido: Bud Alper (sound mixer), Peter Pennell (editor de sonido)

– Fotografía: Jordan Cronenweth.

– Montaje: Les Healey (Director’s cut), Marsha Nakashima

– Vestuario: Michael Kaplan, Charles Knode, Jean Giraud (sin créditos)

– Efectos especiales: William Curtis

– País: Estados Unidos

– Año: 1982

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