Brian Cox: Human Universe, Episode 5, What is our Future? (2014)

En el último episodio de Human Universe, Brian Cox advierte de que la supervivencia de la especie humana depende de nuestro grado de compromiso con el desarrollo científico. Dos son los peligros que amenazan este avance.

En primer lugar, la investigación científica está en su mayor parte secuestrada por Ministerios de Defensa (o de la Guerra, como se prefiera) y laboratorios farmacéuticos. Sin embargo, el curso de la actividad científica debería ser objeto de debates y tomas de decisiones públicas y transparentes. Una sociedad democrática no puede permitir que aquella actividad de la que depende su supervivencia esté en manos de los intereses de unos pocos inversores o burócratas invisibles.

En segundo lugar, la religión sigue siendo un obstáculo al desarrollo de la ciencia. El ser humano debe dejar a un lado de una vez por todas el pensamiento de que existe algo o alguien ahí afuera que, en el momento justo, vendrá para salvarnos. No existe una Providencia divina encargada de asegurar el bienestar de la especie humana. También es necesario esquivar la versión actual de esa mentalidad mítica: los extraterrestres o alienígenas que nos tutelan desde el espacio exterior. Hemos sustituido al viejo dios cristiano por civilizaciones provenientes del futuro o de otros planetas que han de aparecer en el momento decisivo. El último gran éxito de taquilla de Christopher Nolan, Interstelar, sigue al pie de la letra este antiquísimo guión. Este esquema de pensamiento es un lastre y, a día de hoy, más popular que nunca.

Es necesario que seamos verdaderamente conscientes de que la continuidad de la especie humana depende únicamente de nuestros logros científicos. Y estos sólo tendrán lugar si colocamos como valor esencial de nuestra civilización el amor al conocimiento por el conocimiento mismo, definición de la filosofía desde sus orígenes.

5 comentarios en “Brian Cox: Human Universe, Episode 5, What is our Future? (2014)

  1. Yo no estoy de acuerdo con esa definición de la filosofía. La especificidad del saber filosófico es más bien ocuparse con el Saber, con los saberes sapienciales, y entre estos saberes estaría también el conocimiento científico, el cuál no tiene por qué abocarnos inexorablemente al progreso, sino que cabe la contingencia de que sea todo todo lo contrario, puede llegar a extinguirnos también en su mal uso. La filosofía es algo más que ese reducto positivivista y materialista grosero que representa el saber científico. El saber filosófico es dispar y hasta diametralmente opuesto al científico. Tan dispar como lo soy yo del Robert Reford.
    Víctimas del Wittgenstein y sus secuaces hemos acabado asimilando una definición tan prosaica de la Fª. Así concluía en el Tractatus, » de lo que no se puede hablar más vale callar», ¡qué dislate¡, cuando es todo lo contrario, de lo que no se puede hablar es de lo que la Fª debe intentar hablar y luchar con el lenguaje para poder designar esa otra dimensión: lo Trascendente.
    Quizás debemos huir de las religiones pero nunca de lo trascendental que es consustancial al ser humano.

    1. Hola Marius, cuando hablo de la filosofía como amor desinteresado por el conocimiento me refiero al sentido originario del término. Acuérdate de las anécdotas sobre Tales y Pitágoras acerca de su incapacidad para asuntos prácticos y técnicos. En ese sentido, me parece importante, y es lo que destaco, que un físico como Brian Cox reclame como valor fundamental para el quehacer científico, e incluso para nuestra supervivencia, ese significado primigenio del término filosofía.

      No trato en la entrada sobre las relaciones entre ciencia y filosofía tal como tú lo planteas. Creo que estamos de acuerdo en que la filosofía es un saber de segundo orden pero eso no le otorga ningún rango ni mérito especial. Me encanta la cosmología de Empédocles o Anaximandro pero hay que reconocer que, gracias a la Teoría de la Relatividad, la Mecánica Cuántica y la Teoría Inflacionaria, hemos avanzado mucho en este campo. Y no es un conocimiento «grosero» el que nos proporciona la ciencia actual. En mi opinión, es fascinante.

      De todos modos, ya Sócrates había renunciado a hablar de los cielos porque la vida es demasiado corta para tratar temas tan oscuros. Prefería dedicar sus esfuerzos al hombre y su vida en la polis: la belleza, la educación, el amor, la política, los dioses, la realidad… Ahí es donde me situaría yo.

      Creo que Wittgenstein es más complejo de lo que dices y no sé a qué te refieres con lo Trascendente o lo trascendental. Pero en tan poco espacio comprendo que es difícil explicarse bien.

      Saludos cordiales.
      Eugenio

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