Luis Buñuel: Mi último suspiro. Ana María de la Fuente (tr.) Barcelona: De bolsillo, 2008.
Un libro generoso y sincero, de esos que nadie debe olvidar leer.
Luis Buñuel nació en Calanda (Teruel) en 1900 y murió en México en 1983. Hijo de un indiano enriquecido en Cuba tuvo la oportunidad de ingresar a los diecisiete años en la Residencia de Estudiantes donde conocería a Dalí y Lorca. En 1925 se trasladó a París donde pudo admirar el cine de Eisenstein y escribir críticas cinematográficas. Entró a formar parte del grupo surrealista liderado por Breton y Eluard.
En 1929 escribe en colaboración con Dalí Un perro andaluz, que rodó con el dinero de su madre. La película tuvo un gran éxito y una familia aristocrática, los Noailles, se mostró dispuesta a financiar su siguiente película. Buñuel intentó de nuevo la colaboración con Dalí pero no fue posible repetir la simbiosis de Un perro andaluz. Buñuel se pregunta si no habrá sido por la influencia maléfica de Gala. El anticlericalismo de La edad de oro (1930) tuvo como consecuencia su prohibición tanto en Francia como Estados Unidos hasta los ochenta.
De 1931 a 1936 Buñuel trabajó en España de productor haciendo mal cine comercial. Boicoteaba sus propias películas gritando a la actriz en el momento culminante: «Hay que echarle más mierda, más mamarrachada sentimental».

Obispos haciendo el saludo fascista
Fuente http://todoslosrostros.blogspot.com
Varias son las anécdotas que cuenta sobre la guerra: el decreto de amor libre en Calanda o cómo salvó la vida del director de cine Sáenz de Heredia con quien había trabajado años antes y que luego dirigiría Franco, ese hombre. Al poco tiempo Buñuel pasó a hacer funciones casi de espía en la embajada de la República en París.
Antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial huyó a Estados Unidos. Consigue trabajo en la Fundación Guggenheim colaborando en la producción de cine antinazi. Sin embargo, Dalí, en La vida secreta de Salvador Dalí, lo acusa públicamente de ateo, algo gravísimo en Estados Unidos –peor que comunista. Al mismo tiempo, la revista Motion Pictures Herald divulgó las herejías de La Edad de oro, lo que le obligó a presentar la dimisión.
Viendo un futuro más próspero en México se traslada allí definitivamente en 1947. Vuelve a hacer películas, entre las que destacan Los olvidados (1950), Él (1952) y Nazarín (1958, Palma de Oro en Cannes). En 1961 vuelve a España para rodar Viridiana. Muchos le acusan de aliarse con el régimen franquista como hizo Dalí, pero Viridiana es una auténtica bomba anticlerical y es secuestrada por el gobierno de Franco. Viridiana obtiene otra Palma de Oro en Cannes. A continuación dirige El ángel exterminador (1962), Simón del desierto (1965, León de Plata en Venecia), Belle de Jour (1966), La vía láctea (1969), El discreto encanto de la burguesía (1972, Oscar a la mejor película extranjera), El fantasma de la libertad (1974), y Ese oscuro objeto del deseo (1977).

William Wyler, George Cukor, Robert Wise, Jean-Claude Carriere, y
Serge Silverman. Fila de delante de izquierda a derecha:
Billy Wilder, George Stevens, Luis Buñuel, Alfred Hitchcock,
y Rouben Mamoulian.
Esta foto data de 1972, cuando Buñuel ganó el Oscar por El discreto encanto de la burguesía. George Cukor lo invitó a una fiesta en su casa y allí estaban junto a Buñuel, Alfred Hitchcock, Billy Wilder o el espíritu de John Ford (arriba a la derecha, tuvo que abandonar la fiesta pues estaba ya gravemente enfermo).
Otra anécdota relacionada con el mundo del cine: Woody Allen le ofreció el papel que luego realizaría Marshall Mcluhan en Annie Hall y Buñuel lo rechazó. Confiesa que la película no le gustó demasiado.
Algunos de los temas de los que habla Buñuel en estas memorias que rebosan humor, sabiduría y sinceridad: su educación jesuita, su afición incondicinal a los bares, el alcohol y el tabaco «Yo he pasado en los bares horas deliciosas.El bar es para mí un lugar de meditación y recogimiento, sin el cual la vida es inconcebible» (p. 49). Y…
Acerca de Un perro andaluz:
- Los burros putrefactos que arrastra el protagonista junto a pianos y curas tienen su origen en un episodio de la infancia: el descubrimiento de la muerte, su olor dulzón y repugnante.
- La conexión íntima entre el sexo y la muerte, que se muestra cuando el hombre toca los pechos de la mujer y se le pone cara de muerto, es atribuida por Buñuel a haber sufrido la «represión sexual más feroz que haya conocido la Historia».
- Cuando llegó a Madrid para ingresar en la Residencia de Estudiantes vivió durante un mes con Juan Centeno, estudiante de Medicina y hermano de su amigo Augusto Centeno. Sólo se peinaba por delante y dejaba la parte de atrás de la cabeza en desorden. Este proceder absurdo despertó un odio irracional en Buñuel que está recogido en algún momento la película.
- Breton afirmó que el gesto surrealista más simple consiste en salir a la calle revólver en mano y disparar al azar contra la gente. Buñuel también escribió que Un perro andaluz no era sino un llamamiento al asesinato.
Acerca deLa edad de oro:
- «Para mí, se trataba también -y sobre todo- de una película de amor loco, de un impulso irresistible que, en cualquiera circunstancias, empuja el uno hacia el otro a un hombre y una mujer que nunca pueden unirse» (p. 133)
- Los tambores de Calanda, su lugar natal, reservados para momentos de extrema intensidad, como el ataque de celos de protagonista. «Los tambores, fenómeno asombroso, arrollador, cósmico…»
- El actor que interpreta al duque de Blangis había hecho el papel de Cristo en varias producciones de la época.
- La película se proyectó seis días con la sala llena pero la prensa arremetió duramente contra ella y grupos de ultraderecha lanzaron bombas contra la pantalla y rompieron las butacas. Una semana después se prohibió. La película no volvió a distribuirse hasta 1980 en Nueva York y 1981 en París.
- A los Noallies, que financiaron la película, los reclamó el Papa para que diesen explicaciones bajo amenaza de excomunión.
Acerca de Lorca:
- Buñuel no tuvo reparo en decirle a la cara «¿Es verdad que eres maricón?». A lo que Lorca respondió: «Tú y yo hemos terminado». La cuestión es compleja porque Buñuel confiesa haber colaborado alguna vez como cebo y participado en palizas arbitrarias a homosexuales en Madrid.
- Durante la lectura que hizo Lorca de Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, Buñuel se levantó y dijo: «Basta Federico. Es una mierda» (p. 116). Buñuel buscaba una verdadera vanguardia alejada de todo costumbrismo y la encontró en el grupo surrealista de París.
- Aunque tampoco le gustó el teatro de Lorca, Buñuel reonoce que siempre le fascinó su personalidad. A su muerte dedica algunas páginas que destilan cierto sentimiento de culpabilidad.
Acerca de Dalí:
- «Después del almuerzo, durante el que bebimos mucho, Gala volvió a atacarme, no recuerdo exactamente por qué. Yo me levanté bruscamente, la tiré al suelo y la agarré por el cuello…» (p. 110)
Acerca de Picasso:
- «Lo único que puedo decir es que el Guernica no me gusta nada, a pesar de que ayudé a colgarlo. De él me desagrada todo, tanto la factura grandilocuente de la obra como la politización a toda costa de la pintura.» p. 94
- Picasso era pintor y sólo pintor. Dalí iba mucho más allá. Era un verdadero genio: escritor, conversador, pensador… Sin vida sexual… excepto con Gala. Sedujo a otras mujeres pero se limitaba a freír un par de huevos fritos , colocárselos encima y despedirlas sin decir palabra.
Acerca del surrealismo:
- Con el grupo surrealista de París (Breton, Eluard, Tzara, Char, Magritte, Arp…) Buñuel compartía su lucha contra las desigualdades sociales, contra la explotación del hombre por el hombre, su antimilitarismo, su anticlericalismo y su burla sistemática de la hipócrita moral burguesa.
- «Durante la guerra, veía con frecuencia a Bretón en Nueva York y, después, en París. Fuimos buenos amigos hasta el fin. A pesar de los premios que se me han concedido en diversos festivales, él nunca me amenazó con excomulgarme. Incluso me confesó que Viridiana le había hecho llorar. El ángel exterminador, por el contrario, le defraudó un poco, no sé por qué.
Hacia 1955, me encontré con él en París, un día en que los dos íbamos a casa de Ionesco. Como era un poco temprano, fuimos a tomar una copa. Le pregunté por qué habían expulsado del grupo a Max Ernst, culpable de haber obtenido el gran premio de la Bienal de Venecia.
-¿Qué quiere que le diga, amigo mío? -me respondió-.
Nos separamos de Dalí porque se convirtió en un miserable comerciante. Ahora lo mismo le ha ocurrido a Max. Queda en silencio un momento, y luego añade -y yo veo en su rostro una pena profunda, auténtica:
–Es triste tener que reconocerlo, mi querido Luis; pero el escándalo ya no existe.» (p. 129) - «A menudo me preguntan qué ha sido del surrealismo. No sé qué respuesta dar. A veces digo que el surrealismo triunfó en lo accesorio y fracasó en lo esencial. André Bretón, Éluard y Aragón figuran entre los mejores escritores franceses del siglo xx, y están en buen lugar en todas las bibliotecas. Max Ernst, Magritte y Dalí se encuentran entre los pintores más v caros y reconocidos y están en buen lugar en todos los museos. Reconocimiento artístico y éxito cultural que eran precisamente las cosas que menos nos importaban a la mayoría. Al movimiento surrealista le tenía sin cuidado entrar gloriosamente en los anales de la literatura y la pintura. Lo que deseaba más que nada, deseo imperioso e irrealizable, era transformar el mundo y cambiar la vida. En este punto -el esencial- basta echar un vistazo alrededor para percatarnos de nuestro fracaso.» (pp. 139-140)
- André Breton: «Un filósofo a quien yo entienda es un cerdo» (p. 206)
Acerca del Libro de la Sabiduría:
(Pues neciamente se dijeron a sí mismos tos que no razonan): Corta y triste es nuestra vida, y no hay remedio cuando llega el fin del hombre, ni se sabe que nadie haya escapado del hades.
Por acaso hemos venido a la existencia, y después de esta vida seremos como si no hubiéramos sido: porque humo es nuestro aliento, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón.Extinguido éste, el cuerpo se vuelve ceniza, y el espíritu se disipa como tenue aire.
Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, y nadie tendrá memoria de nuestras obras, y pasará nuestra vida como rastro de nube, y se disipará como niebla herida por los rayos del sol que a su calor se desvanece.
Pues el paso de una sombra es nuestra vida, y sin retorno es nuestro fin, porque se pone el sello y ya no hay quien salga.
Venid, pues, y gocemos de los bienes presentes, démonos prisa a disfrutar de todos en nuestra juventud.
Hartémonos de ricos, generosos vinos, y no se nos escape ninguna flor primaveral.
Coronémonos de rosas antes de que se marchiten, no haya prado que no huelle nuestra voluptuosidad.
Libro de la Sabiduría (2, 1-7)
A favor y en contra:
- Buñuel confiesa que le gusta el ruido de la lluvia, no le gustan los ciegos ni los países cálidos, no le gusta el Borges presuntuoso y adorador de sí mismo, detesta a muerte a Steinbeck y a los fotógrafos de prensa…
Excelente recensión Eugenio. Me animas de veras a comprarlos. Creo además que es una de las primeras veces que te leo recomendar de modo explícito y entusiasta la lectura de un libro. Te haré caso, no lo dudes.
Sabías de la cagada de Público echando a Reig. Vaya pena…
La sorpresa de las memorias de Buñuel es que trata los temas desde dentro: el grupo surrealista de París, la guerra civil española, Dalí, Lorca y Picasso, el exilio…
Lo de Reig: en la guerra de la información la primera víctima es la verdad o, por lo menos, la posibilidad de ser verdaderamente crítico, como hace él en su Papelera y Carta con respuesta.
Un saludo muy afectuso.
Un artículo excelente, muy explicativo y realmente tentador! Dan ganas de comprarlos ya mismo, como bien mencionaron en un comentario anterior.
Enhorabuena por la crítica.
Lo leí hace muchos tiempo y me dejó un buen recuerdo este libro. Me dejó huella su descripción de la eternidad, o al menos cómo le gustaba imaginársela: flotando en la oscuridad, pasan mil años y te topas con Napoleón…