Lost fue la serie que abrió el camino al apogeo de Netflix.
En sus peores momentos no era más que una mezcla algo descabellada de folletín y ciencia ficción.
Pero de vez en cuando el recurso a la lágrima fácil y al posado de playa dejaba sitio a curiosidades intelectuales inesperadas como la que tiene lugar en esta escena. En ella Locke y Rousseau se encuentran en el interior de un barco de esclavos varado en medio de La Isla. Rousseau ha ido a buscar dinamita, lo cual encaja muy bien con su teoría política, mientras que Locke esconde su propósito como hizo con la idea de sustancia. Estos fotogramas pertenecen al capítulo ‘The Brig’, S03E19.
Otra escena que puede ser de interés para aquellos que combinan la afición a la filosofía con la ciencia ficción es aquella en la que Richard Faraday explica a un escéptico Desmond Hume las virtudes de la reminiscencia platónica. Hume se ve obligado a abandonar su escepticismo ante la evidencia del conocimiento previo a los sentidos que se da en el amor a primera vista. En esta experiencia tenemos la sensación de conocer a alguien profundamente, incluso antes de haberlo visto. Como si llevásemos toda la vida esperándolo. Una perfecta manifestación de la anámnesis platónica. La conversación pertenece al episodio ‘Happily Ever After’, S06E11.
Otros tópicos filosóficos en Lost son los siguientes:
- La reminiscencia platónica implícita en el método «budista» con el que el inmortal Richard Alpert intenta averiguar si Locke es un «candidato» a proteger la Isla, un futuro líder. (‘Cabin Fever’, S04E11).
- El arquetipo del padre que sacrifica a su hija para salvar la Isla o la nave en el caso de Ben (Agamenón) – Alex (Ifigenia). (‘Dr. Linus’, S06E07)
- El antagonismo entre razón y fe da título al primer capítulo de la segunda temporada (‘Man of Science, Man of Faith’, S02E01). Este conflicto es piedra angular de la reciente serie de televisión The Leftovers, escrita también por Damien Lindelof. Para éste, inspirándose en el libro de Job, la balanza se inclina de parte de la fe. De algún modo, el acto de creer hasta la locura o el absurdo transforma a quien cree y lo que cree.
- Las propiedades mágicas, cuasi pitagóricas, de la serie de números con la que Hurley gana la lotería al tiempo que comienzan a suceder tragedias a su alrededor. 4, 8, 15, 16, 23, 42 son los números que hay que introducir cada 180 minutos en el ordenador de la estación «Cisne» para evitar el apocalipsis. (‘Exodus, part 3’, S01E25)
- El dualismo maniqueo que funciona como trasfondo teológico para explicar las fuerzas cósmicas que actúan en la Isla. La luz y la oscuridad, el bien y el mal, Jacob y el innombrable. La Isla es el escenario de las batallas para impedir que el mal se expanda al mundo de los mortales. (‘Ab aeterno’, S06E09)
- El castigo propio de Tántalo que sufren Charlie y Hurley en la Isla. Tántalo fue condenado a padecer hambre y sed en el inframundo. Cuando intentaba alcanzar el agua o las frutas que le rodeaban éstas se retiraban. Charlie es un yonqui que abandona la heroína y la Isla le recompensa con un cargamento de estatuas de la Virgen repletas de droga. Hurley padece un trastorno alimentario. Cuando cree que la Isla, con su dieta obligada de fruta y pescado, le ofrece la oportunidad de adelgazar caen del cielo toneladas de comida basura. Estas anécdotas recuerdan la naturaleza del deseo o la voluntad según Schopenhauer: siempre insatisfecho, insaciable.
- El carácter vengativo, celoso, arbitrario y cruel de la Isla recuerda mucho al dios irascible del Antiguo Testamento. La Isla no duda en estrellar un avión lleno de inocentes para atraer a los «elegidos» ni en hacer saltar por los aires a quienes no obedezcan su voluntad.
- Hay muchos motivos para ver Lost y uno de ellos son sus recomendaciones literarias. VALIS de Philip K. Dick, Of Mice and Men de Joseph Steinbeck, A Tale of Two Cities de Charles Dickens, La invención de Morel de Bioy Casares, Slaughterhouse-Five de Kurt Vonnegut, Los hermanos Karamazov de Fedor Dostoievski.

El conocido final de Lost fue muy criticado. El panorama cambia si se evita una interpretación teológica literal que identifica La Isla con el infierno o el purgatorio. Creo que más bien simboliza el deseo de todo ser humano de poder volver atrás en el tiempo y tomar mejores decisiones. El mayor logro de Lost fue conectar con esa necesidad que tenemos todos de una «segunda oportunidad«.
Decía Kundera que la vida sin el eterno retorno de Nietzsche es algo leve, un garabato condenado al olvido. Si fuese posible repetir nuestra vida infinitas veces el dibujo cobraría forma, sentido, propósito, destino. Es la necesidad de las causas finales. Según Kant, es imposible saber si existen pero las necesitamos para poder pensar la historia y el mundo.
Hay muchos libros, algunos traducidos, sobre los aspectos filosóficos de Lost. Por ejemplo, Perdidos. La filosofía, por Simone Regazzoni y La filosofía de Lost: La Isla tiene sus razones, por Sharon M. Kaye. No los he leído. Este tipo de libros, pensados para «gustar al gran público», suelen ser filosofía para «tiempos muertos». Pero puede que me equivoque, así que ahí quedan.




